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PRETEXTO CONCEPTUAL

pekinjuniorEnsayo16 de Agosto de 2015

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TALLER MAX CETTO.

TALLER DE ARQUITECTURA 3.

INVESTIGACIÓN.

ARQ. HÉCTOR ALLIER AVENDAÑO

CORDERO MARTÍNEZ DIANA. LOMELÍ MENDOZA DONOVAN.

FORMAS DEL DESEO

Citando a Sigmund Freud, encontramos que el deseo se define como una propuesta psíquica que busca ser complacida, entendiendo así, que se rige bajo una serie de pulsiones que buscarán un anhelo inicial, ¿es acaso el deseo un motor para hacer las cosas que determinarán nuestros actos y definirán nuestros intereses?  Locke manifiesta que llamamos:

“deseo al malestar que provoca en un ser la experiencia de la ausencia, cuya posesión ante dicha ausencia se presentará como satisfacción”

Interpretando a dicho autor, la toma de conciencia hacia la falta de algo, da paso a emprender una búsqueda de la satisfacción que genera lo que es deseo, por tanto se puede presentar un impulso directo para nuestros actos, los cuales no siempre serán necesarios, pero se justifican porque la realización de los mismos, representa en sí la satisfacción  del deseo inicial.

Cabe aclarar que la necesidad, la cual estamos entendiendo como una carencia que toma forma en lo físico, y el deseo, aquello que se encuentra en una forma anímica, y a la falta de uno u otro genera consecuencias distintas, separando así estos conceptos que despues se ligaran; la no satisfacción de la necesidad representaría un daño hacia el sujeto y el no realizar un deseo significa éste sujeto seguiría existiendo, pero la supresión del mismo no representa un daño.

Bajo la relación entre el deseo y la necesidad se define que la necesidad expresa un sentido básico e instintivo, más allá de lo que  pudiera ser. El deseo es la sublimación de esa necesidad, ya que éste se filtró a partir de una forma primitiva generando otro tipo de expectativa.

Hablar de una forma designada, resultaría muy abstracto, ya que no es el deseo lo que tiene una forma por sí mismo, sino que la forma existe cuando el deseo se manifiesta y es logrado. Expresar la pulsión del deseo genera manifestaciones a las cuales no denominamos forma porque existen a partir de un conjunto más abierto que giran en torno de su expresión

Contemplar que el deseo se presenta a través de una  forma genera una limitante en cuanto a la concepción de la expresión del concepto,  pero hablar de una manifestación es dejar un espacio para posibles maneras que existen  más allá de un solo concepto: forma.

En cuanto a la producción del objeto arquitectónico, el deseo no basta para que un objeto arquitectónico sea, pues esto sería inferir (capacidad que tienen los individuos), que el objeto existiría simplemente por una génesis, y esto no es así, ya que la existencia del objeto se da por un proceso productivo, que tiene en sí una serie de implicaciones y pasos a seguir para que sea posible, como el hecho del cual depende que la arquitectura sea posible, tiene que haber presupuesto, una demanda, cliente, etc.

La forma en la que el objeto es producido lleva en sí una intervención de una premisa inicial que sería la forma primogénita del deseo: la necesidad, que en el caso de la arquitectura, sería la necesidad de habitar, la cual se tomará como base, y se llevará con deseo, al existir en el cliente un anhelo para satisfacer esa necesidad base, pero esa necesidad nunca podría ser cubierta de no existir factores ajenos al deseo y al arquitecto, como lo serían las personas que participan en el proceso arquitectónico, sumados de un factor importantísimo; el dinero para poder producir el deseado objeto arquitectónico.

La arquitectura producida, sería una manifestación del deseo, que tomó forma como el objeto que pretendería cumplir las expectativas y necesidades (además de la de habitar) que se plantearon en principio por un cliente.

Consideremos que en el medio cultural y social en que vivimos, la arquitectura se lleva como un deseo, y el empleo del arquitecto en algunos medios, se atribuye a un uso no necesario, recayendo todo su peso y reduciéndolo al impulso motor del  deseo.

BIBLIOGRAFIA

1. ARISTOTELES, Acerca del alma, Madrid, Gredos, 1978

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