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Para Una Democracia Educativa


Enviado por   •  9 de Noviembre de 2012  •  1.377 Palabras (6 Páginas)  •  446 Visitas

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“PARA UNA DEMOCRACIA EDUCATIVA”

El autor da a conocer la realidad y su punto de vista sobre lo que está sucediendo en la educación y que necesita cambios por lo que habla de la situación española en concreto. En esta sociedad nuestra llamada de la información, la Escuela no es la única fuente de conocimientos, pues la mayor parte de ellos se adquieren fuera de la misma sobre todo en la televisión, que es un elemento de primer orden en la configuración educativa de cada individuo, dado que en ella se muestran y exhiben un maremágnum de situaciones, opiniones, prácticas... etc. A la Escuela se le encarga no sólo enseñar lo estipulado, sino contrarrestar lo mal-aprendido en el citado ámbito exterior.

Este hecho ya nos lleva a tener que cambiar algunas ideas sobre la Escuela, para analizar este hecho me voy a servir de los conceptos de socialización primaria y socialización secundaria. Lo que se entienden por socialización primaria podría hacerse equivaler a educación, y socialización secundaria a enseñanza, en efecto, mientras que educar sería preparar la inteligencia y el carácter de los niños para que vivan en la sociedad que les ha tocado en suerte, poniendo en relación al individuo con la sociedad, la enseñanza, al contrario, sitúa al individuo en referencia a un material de conocimientos que deberá aprender. Esta diferencia entre educación y enseñanza no es gratuita, pues mediante ella se comprende mejor la función y destino que se le asigna a la Escuela.

¿Cuál sería la situación en la que nos encontramos en el presente?, en nuestros días a la Escuela se le está asignando toda la responsabilidad en la tarea educativa inhibiéndose la sociedad en su conjunto de dicha responsabilidad, es comprensible que la figura del profesor se sienta superado por dicha sobrecarga, pues además de ser profesor, que es para lo que se ha preparado en sus estudios, tiene que representar otras figuras correspondientes a la socialización primaria. En virtud de sus limitaciones, no puede cubrir todas las expectativas que las leyes colocan en su persona, y mucho menos si a esto se añade su propia vida como perteneciente a una estructura organizativa: reuniones, departamentos, tutorías, burocratizaciones, deportes, excursiones, formación permanente...etc.

Una adecuada reforma educativa ha de constituirse no como una reforma ideal, sino real, tenemos que basar nuestra sociedad en las sociedades que realmente existen, con el fin de tener la seguridad de que nuestro ideal es practicable para una tarea docente con sentido y realista, a la Escuela se le debería eximir de la socialización primaria. Pero entonces ¿quién debería tomar esta responsabilidad sobre sí? diría que las Democracia están actuando en este tema de la educación al modo como lo han hecho los Estados totalitarios, si nos atenemos al hecho de que estos Estados han usado la Escuela al servicio de una educación para el Estado.

Pero no puede entenderse de forma sensata la educación, y mucho menos si es un derecho, cuando se instrumentaliza al servicio de intereses ajenos con lo cual queda negada cualquier educación para, incluso una educación para la democracia y lo que, al contrario propongo, es comprender la democracia como educativa. Una democracia que se precie de tal, para su propia pervivencia debe entender lo educativo como su centro, enorgullecerse y potenciar instituciones sociales mediadoras que posibiliten la socialización primaria para que descarguen de tal tarea a la Escuela y ésta pueda dedicarse con todo su empeño a lo que era y debería ser su función, por otra parte, traspasar la educación a la enseñanza es una prueba de nuestro compulsivo mentalismo de Occidentales, que consiste en pensar que con saber lo que tenemos que hacer, queda hecho.

La Escuela, en cambio, ofrece las bases que vendrían a dar fundamento teórico a tal actitud. El aprendizaje de acciones se cumple realizándolas. Y lo que se basa en prejuicios no se evita con campañas que proclaman que hay que evitarlos, sino acercándonos a los estimados diferentes, para quedar de manifiesto que son nuestros juicios previos los que tienen que cambiar y no las personas objeto

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