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Paradigma Posmodernista


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2014  •  2.096 Palabras (9 Páginas)  •  424 Visitas

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Critica al paradigma posmodernista en su impacto educativo y comunicativo, de Pablo Guadarrama González.

La postura moderna siempre contiene un cuestionamiento “ante lo establecido y comúnmente aceptado en el pasado”. Como tal tiene una actitud ascendente hacia el progreso. La modernidad fue “una etapa de la historia en que la civilización alcanza un grado de madurez tal que rinde culto a la autonomía de la razón y se cree fervientemente en su poder”.

Los avances en la información y la comunicación “se convirtieron en premisas indispensables de modernidad”. Quienes poseían ese conocimiento también acumulaban más poder y violencia, como sucedió en todos los territorios colonizados. Significó el hecho absurdo del “proceso civilizatorio exigido por el desarrollo del capitalismo a nivel mundial”.

Esa “modernidad propicia una confianza desmedida en la ciencia y la técnica, y con ello aparece el culto a la información y a la comunicación como instrumentos de poder”…”como la capacidad humana por conocer el mundo y dominar todas sus fuerzas más recónditas”…”se logra la plena realización humana”.

Varios posicionamientos se arrogaron el contener la idea sintetizadora de esa “infinita satisfacción humana”: la epistemología positivista, el determinismo de la ilustración, el evolucionismo de Darwin, el economicismo dialéctico de Marx, el psicologismo, la solución total desde la física, inclusive hasta la cibernetización que ha llenado nuestra vida “de las nuevas tecnologías de información y comunicación”.

Todas esas manifestaciones pretendieron otorgarle la seguridad de “que la historia transcurra en un proceso lineal de progreso permanentemente ascendente”. La verdad objetiva de la historia es que su avance ha sido zigzagueante. Todas esas fuentes de pensamiento aspiraron a lograr con “la modernidad un mejor despliegue al hombre civilizado”.

El paradigma del espíritu moderno se cimentó en la igualdad, la fraternidad, la libertad y el progreso. Fueron los emblemáticos slogans de la Revolución Francesa. La realidad, los procesos revolucionarios del siglo XIX le quitaron solidez esperada a esos anhelos. El postmodernismo critica como utopías a estos planteos humanistas, sociales y políticos de la modernidad, como frágiles e inconsistentes.

La modernidad insiste en que los procesos educativos son los que permitiera al hombre “subsanar sus defectos e insuficiencias transmitiéndoles los valores conquistados por la humanidad”. Dirá José Martí, el poeta y político cubano, “educar es depositar en cada hombre la obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive; es poner lo al nivel de su tiempo”…es preparar al hombre para la vida”. La modernidad significó la preeminencia del concepto, del conjunto, sobre lo individual. Es decir del “logos”, la palabra, el conocimiento en su amplitud, su pluralismo, su integralidad, sobre la preferencia individual, egoísta o fragmentaria. Lo colectivo por sobre lo exclusivamente individual. La postmodernidad es lo inverso, el triunfo de lo personal y exclusivo por sobre lo comunitario. El excesivo individualismo.

“La modernidad ha convertido el equilibrio armónico en presupuesto indispensable para conformar y resguardar el orden existente”. En opinión de José María Mardones, filósofo español recientemente fallecido, “la posmodernidad dice adiós al ideal moderno de la fundamentación y los grandes principios fijos, para abrirse a una nueva espíteme (conocimiento, investigación) posmoderna de la indeterminación, la discontinuidad, el desplazamiento y el pluralismo”.

La posmodernidad tiene una posición desafiante, audaz. Un cierto desenfreno, una esquizofrenia social. De todos mantiene siempre una mirada sobre los contenidos y los logros de la modernidad. De alguna manera siguen siendo cimientos, aunque encofrados, mantienen sustentabilidad.

La posmodernidad descree de la influencia filosófica sobre el sistema educativo, según Richard Rorty, filósofo norteamericano, proclive a la ironía sobre los valores y que propone la filosofía de la contingencia como forma de aceptar un mundo sin esencias. Casi el sumun de una cosmovisión de la posmodernidad. Ejemplaridad del escepticismo pragmático en que puede radicarse la posmodernidad.

Se habla de una malograda experiencia de la modernidad en America latina y muchas cuentas pendientes. Ocurre, que las potencias del viejo mundo no tuvieron como premisa un objetivo cultural durante la época de la conquista de nuestros territorios. La mayor parte de la culturización llegó de parte de los misioneros, no de los conquistadores. De todos modos, mucho de esas “cuentas pendientes” fue no valorizar las etnias y sus propias culturas. La modernidad llegó tardía a estas tierras y sólo por parte de un limitado sector intelectualizado.

Es oportuna la reflexión de James Petras, sociólogo estadounidense, cuando dice en “Modernidad versus comunidad”, lo siguiente, “la modernidad, por razón de su naturaleza expansionista, está íntimamente ligada a la desarticulación de la solidaridad social y de la identidad cultural en todo el mundo”

El postmodernismo tiene un claro enfrentamiento con el racionalismo puro, pero también acepta un cierto status quo reinante. En esto se revela un sesgo neoconservador de algunos de sus simpatizantes. Estamos en presencia “de una filosofía que se opone a todo pronóstico, pues el futuro no tiene expectativas y sólo queda el aquí y el ahora”, según el mejicano Arturo Palafox. Suena a una expresión un poco fatalista o desesperanza, un existencialismo de alguna manera enclenque. Sin embargo, el aquí y el ahora, no es casual, sino producto de una realidad que continua, aún en los momentos más revolucionarios.

Tampoco tiene asidero un cuestionamiento total “al poder de la razón, que se pretende atribuir básicamente a la modernidad ilustrada, pasando por alto que ésta ha sido consustancial al hombre desde que éste es considerado como tal”, y como humanidad. Lo otro, la liviandad o el principio Light nos lleva a “la renuncia a todos los principios”, a un perpetuo relativismo, método que a la larga no construye.

Pueden generarse sistemas educativos

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