ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Pensando en voz alta


Enviado por   •  3 de Noviembre de 2013  •  Informes  •  985 Palabras (4 Páginas)  •  241 Visitas

Página 1 de 4

Estaba en el carro esperando llegar a nuestro destino, siempre me siento preocupado cuando mi padre maneja mucho y más cuando vamos de viaje, con eso de accidentes y todo eso pues no podría imaginar que eso pasara, ya es de noche y mi padre sigue tranquilo cuando de repente vi como mi papá se estrelló y pude sentir como los trozos de metales de volaban el frio de la noche eterna y demás. Abrí lentamente los ojos, no podía respirar por mí mismo tenía un tubo en mi garganta, empecé a ver mi entorno, veía qué estaba sólo. No me podía levantarme, me dolía mi cuerpo, intenté moverme y mis brazos estaban esposados hacia la cama. Comencé a entrar en pánico, batallaba mucho en respirar, escuche personas conversando afuera de la habitación, no les lograba entender sólo escuche qué decían este chico no le queda mucho de vida… Quise tranquilizarme pero lograba sentir cómo mi corazón latía más y más, escuché un sonido y no podía respirar, luego no escuche nada veía cómo las personas con batas se movían a mi alrededor, hablaban pero no podía escucharlos y cerré los ojos. Pasaron los días y yo no podía despertar me venían a la mente muchos recuerdos no sabía sí eran sueños o realmente habían pasado. Escuché una risa, era muy contagiosa venía de una luz, intentaba seguirla quería saber de dónde venía. Poco a poco abrí los ojos me encontraba en la misma habitación de antes y mis manos aún seguían esposadas, se empezó a mover la chapa al parecer alguien entraría y sí pero lo curioso qué fue una niña tenía un bonito vestido rojo y me sonrió y tenía una mirada algo extraña, me miraba fijamente y empezó a reírse, me causó un poco de escalofrió y se fue cerrando lentamente la puerta. Cerré los ojos e intenté dormir. Escuché la risa de la niña y abrí los ojos rápidamente y la vi sentada en mi cama y me sonrió y me preguntó -¿por qué estas esposado?- no contesté ya qué yo tampoco sabía y cerré los ojos, ella sonrió y dijo: está bien no contestes entiendo qué no me recuerdas, abrí enseguida los ojos y le dije -¿¡tú me conoces?! Ella respondió -Claro qué sí, eres muy famoso en este hospital- y se levantó y me voltio a ver con la misma sonrisa y se fue sin antes decirme -Descuida, volveré. Jamás te volveré a perder, batalle para encontrarte. No sabía cómo reaccionar después qué me lo dijo, entraron las personas con batas y una señora ya muy anciana, me dijeron los señores de batas tienes visita es tú mamá. Me dejaron sola con ella y se me acercó tomó mi mano y me dijo -qué te has hecho sólo por culpa de...- y empezó a llorar, yo le dije -señora... Por favor no lloré- y cuándo iba a intentar poner mi mano sobre su rostro alzó el rostro y vi en ella la misma sonrisa y mirada qué la niña de vestido rojo y comenzó a reírse, era la misma risa. Me le quedé viendo sentí un escalofrió nuevamente y la solté gritando -aleje señora!, saquen a esta señora de aquí!!- ella reía y reía y me susurraba -cariño nadie te puede escuchar- y se siguió riendo. Cerré los ojos y grite -¡lárgate! ¡Lárgate!- una y otra vez gritaba. Y con las manos esposadas no podía taparme lo oídos y escuchaba su risa. En unos segundos abrieron la puerta unos policías y ya no escuché nada y me dijeron -¿qué pasó Carlos? ¿Por qué gritas? No hay nadie aquí-. Abrí los ojos y volteé para los lados, tenían razón no había nadie. Los policías se salieron y me voltearon a ver con la sonrisa de la niña y rieron. Ya no sabía qué hacer me estaba volviendo loco en esa habitación. Jalaba mis manos para quitar las esposas pero no podía, así trate hora tras hora y nada, mis muñecas me dolían y me acosté un momento y tras la puerta escuché -ya está bien el día de mañana ya se lo pueden llevar. Y sentí otra vez el escalofrió y seguí intentando quitarme las esposas y cada vez qué me cansaba escuchaba la risa de aquella niña, en lo único que imaginaba era su mirada, sus ojos oscuros tan oscuros qué en ellos podrías ver qué no tenía alma aquella niña. Y de repente se abrió la puerta lentamente y sentí de nuevo escalofrió y algo me decía que era la niña entonces volteo a ver y la puerta estaba cerrada gire la cabeza hacia enfrente y ella estaba sentada en la cama y me decía -hola, me extrañaste- Sonriendo. Agaché la cabeza y dije -¿Qué está pasando? Sonrió y dijo -Pensé qué querrías jugar conmigo, nunca podría hacerte daño. Metió la mano sobre un bolsillo qué tenía y sacó unas llaves y dijo -Sólo quería pasar más tiempo contigo, te extrañe mucho hermano menor. Entraron unos policías y me esposaron y dijeron -señor usted queda arrestado por la muerte de Samanta Reyes. No recordaba a nadie llamado así. Y salieron todos y yo intentaba recordar quién era esa mujer y nada se me venía a la mente sólo mi hermana con su vestido rojo, su sonrisa, sus ojos negros y oscuros y esa risa. Cada minuto esa sonrisa se hacía más y más fuerte y poco a poco más cercas volteaba a los lados y no, no era nadie, luego escuché qué abrían la puerta y pensé ¿es mi hermana? Y al parecer sí lo era intenté levantarme y abrazarla pero no las esposas no me lo permitían, ella rio y dijo -vez hermano eso te pasa por hacer trampa. Y se acercó a mí -descuida aquí estoy yo, no te abandonare- sonriendo, ahora su sonrisa me sacaba una a mí ya no sentía miedo, más bien protegido.

...

Descargar como  txt (5 Kb)  
Leer 3 páginas más »