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Poesia Y Medicina

glisma3 de Julio de 2015

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• Poesía y Medicina

La poesía es una traducción la de la naturaleza

MIGUEL DE UNAMUNO

Por algo uno de los primeros poemas de Europa es un himno a Apolo, dios de la poesía y de la medicina, dos artes que, en la mente de los antiguos griegos, aparecían como íntimamente ligadas entre sí.

Desde tiempos muy remotos el hombre comenzó a atribuir poderes mágicos tanto a la poética como al arte de curar: las tablillas de barro cocido de Mesopotamia y los papiros de Egipto llevan inscritos versos muy sugestivos para consagrar remedios e instrumentos, preparar al enfermo para el tratamiento y ayudar al médico en su labor curativa. En este trabajo, MD explora los históricos nexos entre la poesía y la medicina.

Fuentes.

Al parecer es tan vieja como el hombre mismo su profunda necesidad que le impele a expresarse en rítmicas cadencias, utilizando palabras a menudo de por sí incomprensibles, pero que parecen poseídas del extraño poder de remover las emociones. La vena poética era considerada como inspiración divina rayana en la locura; cuando el poeta invocaba a un dios, los oyentes aceptaban la expresión poética como la propia voz de la divinidad.

El texto egipcio, abajo, es un conjuro contra las enfermedades de la mujer. En las sociedades primitivas actuales, los curanderos y brujos aún combinan los conjuros con sus remedios empíricos.

Moneda griega de plata de fines del siglo VI a. de C. con la efigie de Apolo. Este dios, padre de Esculapio, encarnaba los atributos de la poesía, profecía, música y el arte de curar.

A medida que evolucionó el lenguaje, el hombre aprendió a invocar este poder mediante ritos y encantaciones para dominar las fuerzas ocultas; la magia de la expresión poética se convirtió en aliado natural del arte de curar lesiones y enfermedades. Desde tiempo inmemorial curanderos y brujos combinaron el poder de los encantamientos, con sus mágicos y empíricos remedios, como todavía ocurre en las sociedades primitivas y en muchas otras del mundo actual donde ejerce sus funciones esa mujer que es mezcla de pitonisa y curandera.

Retrato de Safo pintado en una ánfora de mediados del siglo V a. de C. Safo, cuyos apasionados versos líricos originaron nuevas formas poéticas e influyeron en Catulo y Ovidio, vivió en la isla de Lesbos a principios del siglo VI

En la Grecia antigua la poesía conservó su magia medicinal: Orfeo, según la leyenda era, además de músico un aedo, adivino y médico, cuyos encantamientos y mágicas fórmulas apaciguaban a los dioses y libraban al paciente de las impurezas que causaban las enfermedades; su discípulo Musaeus también era médico poeta, maestro de oráculos y del arte de curar. El centauro Quirón, fundador de la medicina griega y maestro de Esculapio, enseñó a los héroes griegos más ilustres la caza y el arte de curar.

La métrica.

Los profetas y bardos o aedos de la antigüedad producían una poesía rica en imágenes, pese a que sus medios de expresión poética eran los primitivos del ritmo, la aliteración y la repetición: en el atrio del jefe tribal, el bardo podía fascinar a la concurrencia con la mera recitación modulada de largas relaciones de nombres y lugares, algo comparable a las bíblicas genealogías.

Los poemas de Hornero son los primeros escritos con unidad de pie y versificación; el hexámetro dactílico de las epopeyas homéricas se convirtió en el metro clásico de los poemas heroicos. La isla de Lesbos contribuyó a la lírica con las odas de Safo y Alceo, y Píndaro elevó a la más refinada expresión poética una variedad de composiciones líricas de diversas regiones griegas; durante la edad de oro de Atenas los poetas trágicos introdujeron numerosas formas métricas en el coro. Los poetas de Grecia y Roma apenas usaban la rima, probablemente porque les parecía demasiado similar a las prosaicas coplas de la plebe y, por lo tanto, algo indigno del verdadero poeta. Cuando los primeros cristianos adoptaron el latín como lengua de la Iglesia, alguna cantilena popular quedó incorporada en las letanías, posiblemente a título mnemotécnico[1].

La apoteosis de Homero, óleo de Ingres pintado en 1827. Homero, primer poeta de Europa, al parecer vivió hacia el año 800 a. de C. En su cuadro alegórico, Ingres muestra a Dante, Shakespeare, Racine y Molière, entre los grandes poetas del mundo que rinden homenaje al autor de la Ilíada y la Odisea. (Museo del Louvre).

A lo largo de la Edad Media se cultivó una rica poesía popular en latín bajo o vulgar y lenguas vernáculas, a base de una ingeniosa gama de rimas y formas métricas. El capítulo de la poesía en latín se cierra con los goliardos, clérigos y estudiantes vagabundos y monjes exclaustrados que corrían la tuna haciendo de rapsodas o juglares; al mismo tiempo los trovadores provenzales empleaban los dialectos del romance para cantar, en la corte de nobles damas, sus intrincadas rimas de amores galanos y aventuras de caballeros andantes, mientras en la Alemania medieval siguen su ejemplo los Minnesingers.

Poesía médica.

Entre la clase médica el cultivo de la poesía en latín fue una tradición que duró centenares de años. La poesía había servido desde tiempos remotos para educar la memoria, así, se mantuvieron vivos a través de la Edad Media y se publicaron en el Renacimiento los tratados en verso sobre venenos y mordeduras ponzoñosas, de los que fue autor el médico y poeta jónico Nicandro; el De herbis de Aemilius Macer; los versos sobre la triaca de Andrómaco, el célebre arquíatra de Nerón, y los de Quinto Sereno sobre el tratamiento de enfermedades comunes.

El más famoso de los poemas didácticos medievales es el Regimen Sanitatis Salernitanum, escrito por la escuela de Salerno entre los siglos XI y XIII. Se publicaron unas 300 ediciones con una variación de 352 a 3.520 estrofas y apareció en muchos idiomas; hasta que existieron los libros de texto impresos, se transmitió oralmente a través de miles de médicos. Sin pretensiones en cuanto a valor literario, contiene, sin embargo, frecuentes ejemplos de versificación fácil y agradable, incluyendo rimas tan felices como las siguientes:

"Quale, quid et guando, quantum, quotes, ubi, dando".

Un médico español de la corte real, Don Francisco López de Villalobos, escribe unos años después del descubrimiento de América por Cristóbal Colón las 74 estrofas de su poema sobre la sífilis (Sumario de la medicina con un tratado sobre las pestíferas bubas, 1498), en el cual se combinan la elegancia del estilo literario y la claridad del concepto médico.

Retrato de Dante, en la catedral de Florencia. Dante mostró gran interés por la medicina de su tiempo.

Treinta y dos años más tarde se publicó sobre la misma enfermedad el clásico poema del médico veronés Girolamo Fracastoro, Syphilis sive morbos gallicus, que incluye la descripción médica y el tratamiento del morbo gálico o mal francés encuadrado en un mito griego.

Izquierda, Girolamo Fracastoro versificó Syphilis sive morbus gallicus, su estudio clásico de dicha enfermedad venérea. Derecha, Regimen Sanitatis Salernitanum, es el más famoso poema médico-didáctico de la Edad Media.

Los médicos comenzaron a escribir como los literatos, cuidando mucho la elegancia del estilo, ofreciendo obras didácticas a la vez que amenas. En todo tratado era indispensable la dedicatoria y el prefacio en latín versificado. Muchos, siguiendo a Fracastoro, escribieron en verso la obra completa, como Scevola de Sainte-Marthe en su tratado sobre el embarazo y la infancia, La paidotrofia o arte de criar y cuidar al niño, y Claude Quillet, pionero de los estudios de eugenesia y herencia biológica en la obra La calipedia o arte de procrear niños hermosos, que fue publicada en 1655. La versificación se extendió a ensayos tan dispares como: baños calientes, anatomía, hipocondría e histeria, la chinchona, la leucorrea, las heridas del hígado y el uso del té. En el siglo XVII dos médicos franceses ponen en verso los aforismos de Hipócrates; uno de los médicos de Luis XIV catalogó en hexámetros la nomenclatura de los músculos, y el cirujano del duque de Orleans escribió unas notas sobre los huesos explicando en prosa la parte anatómica y en verso la funcional.

Digno de mención, entre los últimos médicos que escriben sus obras didácticas en verso, es el Dr. Erasmus Darwin, abuelo del autor de la teoría de la evolución, cuya Zoonomía constituye uno de los primeros ensayos que se hayan escrito sobre el evolucionismo; el Dr. Erasmus Darwin renunció su cargo de médico de la corte de Jorge III prefiriendo retirarse al tranquilo ejercicio de la medicina; escribió un buen número de largos poemas médicos y científicos, siendo el más famoso The Botanic Garden que se publicó en 1792. Poco después, la costumbre de escribir voluminosos tratados médicos en verso pasó de moda, salvo entre curanderos ambulantes, quienes se valían de versos ampulosos para anunciar sus conferencias y panaceas.

Médicos poetas.

Son muy contados los médicos poetas que han alcanzado la gloria en ambas artes, medicina y poesía; mas las raíces de esta tradición son muy remotas: Nicias, el amigo de Teócrito (siglo III a de C.), hizo sus estudios en la isla de Cos y practicó tanto la medicina como la poesía en Mileto. El gran poeta dedicó dos de sus famosos idilios al joven médico y le envió un poema para consolarle cuando sufrió del mal de amores: "Parece ser que no hay remedio para el mal de amores, Nicias, ni bálsamos ni ungüentos, mas tú no debes ignorar, siendo médico y amado de las musas, que sólo la Doncella Pieria lo puede curar"; y después, siendo Nicias más

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