RESUMEN DE EL FILÓSOFO SIN FILOSOFÍA

EDICSON JAVIER QUINTERO HERNANDEZ        

1061320146

DELEUZE

UNIVERSIDAD LA GRAN COLOMBIA 

EL FILÓSOFO SIN FILOSOFÍA

A Decir verdad hay tantos significados de lo que es un filosofo que ni el mismo filosofo quisiera enfrentar tal pregunta. La invención del filosofo se da por su manera de actuar, su forma de ser ante el mundo y de estar en el mundo. El estado contemplativo del pensador, el que se hace llamar a si mismo filosofo comprende una diversidad de realidades que lo confrontan constantemente con el mundo, con su mundo. La intención de este no es de escatimar en pensamiento, es la de mostrarse tal cual placido está, placido en el sentido del advenimiento por su singularidad, de ahí que se le distinga como justo y solitario, pero no tan solitario. El filosofo produce hastío, produce odios y placeres, produce sentimientos enfrentados que ponen contra la pared la razón y la ilusión. El deseo por existir es tan solo el reflejo de su carne por conservarse ante lo infame del, su tiempo, el tiempo del filósofo proclama un salvamiento ante la rutina agobiante del proceder frívolo o trivial, como desee tomarse, cargando a sus espaldas el desgaste de la mente que no sucumbe ante su uso, pero si ante sus cualidades naturales.

Se vive en un compendio de apariencias, que felicidad, que felicidad la infelicidad, que felicidad lo que se ignora, lo que se miente, lo que se aparta. Allí en la subversión de lo humano, se evidencia el verdadero camino del filosofo, pues el humano no es filosofo en tanto que no se idealice pero si se realice. Y ¿cómo se realiza? Simple y vaga respuesta, en el momento en que identifique la forma en como el circulo de saberes a los cuales les reza constantemente, lo destroza y lo relega, ya el sentido de la religión sufre un cambio drástico cuando no es capaz de religar al hombre. Esto, lo religioso, lo ha dejado desprovisto de cuidado, pues ya no le sirve, ya tomó todo lo deseable en él y éste, el hombre, se ha dejado contaminar por tan amarga perdida.

 Todo lo que cree saber y todo lo que cree aprender colapsan ante el furor del culto impensado, esto gira en función "de"... y no en función "para". Pero de que sirve un discurso ¿filosófico? si el único material a utilizar es el de la suposición contemplativa. ¿dónde queda el hombre práctico al que se le debería hacer alusión? Pues este hombre práctico se define entre los limites del hedonismo, del culto al cuerpo, con el suplicio de vigorizar su carne ante aquel que vive encerrado en la cárcel de su mente.

Al salir de su prisión, de su cárcel, observa al mundo, admirarlo, dejando a un costado aquellas limitaciones que lo frustran, que lo tientan pero que se aferran a el como vil sanguijuela que succiona el cáliz de la vida de un ser vivo. Asi es el terror de la prisión, lo rescatable de todo esto es cuando entiende la infinidad de caminos por recorrer, y que la única intención con la que pone un pie delante del otro, es con el fin de sublevarse ante la pasividad del estar.

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