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Recorridos de la subjetividad


Enviado por   •  14 de Noviembre de 2019  •  Prácticas o problemas  •  1.742 Palabras (7 Páginas)  •  136 Visitas

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Recorridos de la subjetividad.

Trayectorias en el espacio de educar entre sujetos.

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  1. ¿Cuál es el planteo inicial de las autoras respecto de cómo deberíamos pensar la subjetividad?
  2. ¿Por qué la identidad es narración, promesa y sentido?
  3. ¿Qué características tiene esa identidad?
  4. ¿De qué manera consideró la identidad la modernidad?
  5. ¿Cómo se entrecruzan los otros en el constituirse sujeto humano cada uno de nosotros?
  6. ¿Por qué la subjetivación es una des- naturalización?
  7. ¿Qué se entiende por legalidad en este contexto? ¿Cómo se articula en la subjetividad?
  8. ¿De qué hablamos cuando hablamos de transmisión?
  9. ¿Cómo concluyen los autores lo expuesto en el texto respecto de las subjetividades?
  1. Las autoras se plantean si es posible seguir pensando los conceptos de subjetividad, sujeto, identidad, aludiendo a rasgos puramente “individuales” o desde uno sólo de los lugares de la relación constitutiva. Su respuesta a este planteo es que no es posible ubicarse solo del lado del sujeto que es quien aprende, enseña, interviene trabaja, o solo del lado de la institución- organización que educa, transmite, cura, etc. Un lado no es sin el otro. Para pensar las trayectorias como recorridos subjetivos e institucionales, atravesaremos espacios y lugares compartidos intergeneracionalmente, intersubjetivamente, en el lazo que arma lo social y lo individual a la vez, lo colectivo y lo íntimo.
  1. La identidad es la narración de una vida en singular y en un sentido común con otros, a la vez; la dimensión de promesa de todo acto educativo, lo que aún no es; la convicción acerca del sentido de educar como experiencia sensible de recibir a otros.
  1. La identidad que se nombra anteriormente no es esencialista, abierta a una temporalidad no lineal y a una alteridad siempre allí, convocante de transformaciones, de experiencias sensibles del educar. Estos sentidos cuestionan un modo de pensar la identidad como sustancia que define a un sujeto cerrado sobre sí mismo o perteneciente a un grupo clausurado. La identidad es concebida como narración, promesa y experiencia capaz de recibir a otros en relación al alumno, al docente y la institución que los hace ser tal. Entonces, en el constituir una identidad tiene que ver cómo nos vemos nosotros mismos y como nos ven los demás. Esto crea un conjunto de pensamientos acerca de uno, que es a la vez narración, lo que nos hace decir quiénes somos y quiénes queremos ser, como nos proyectamos en alguien que es y va siendo a la vez. Todo esto sucede en instituciones- organizaciones habitadas según un modo de pensarlas, de hacerlas vivibles. Las narraciones no son nunca informaciones definitivas o terminadas, sino que implican una apertura de sentidos múltiples. Proviene de la narración de la experiencia propia, acumula la de otros y se opone a la explicación univoca. Ella mima se presenta como multiplicidad.

Concentra una doble dimensión temporal y de allí el sentido de promesa actual y futura. Nuestras identidades son efectos de los juegos de relaciones y potencias, aquello que podemos ser bajo determinadas condiciones, en distintos momentos.

Pensarse a uno mismo tiene que ver con lo que otros pensaron de uno en algún momento o en la actualidad. Todo ser requiere ser incluido en un orden simbólico. Un alumno se instituye cuando un maestro y una institución- organización lo piensan, lo conciben, le hacen un lugar en una clasificación simbólica e imaginaria.

La identidad es pensamiento, es la narración de uno mismo, de lo que vamos siendo en actos, gestos, acontecimientos. En tanto vida narrada, inacabada, siempre está siendo, se va dando en el marco de situaciones en relaciones con otros. Es trayectoria como recorrido, movimiento, viaje, pasaje hacia otros lados.

Narrarse a uno mismo es posicionarse diferente, reconocer cambios, procesos.

La convicción del sentido de educar como experiencia sensible de recibir a otros proviene de la narración y la promesa. El sentido de educar a otros viene del estar- ahí en un mundo común, estar- con otros, estar- juntos, en un encuentro a construir, muchas veces conflictivo.

  1. La modernidad concibió la identidad con una idea de sujeto moderno, pensado en sentido cartesiano como dueño de sí mismo, autocentrado, autosuficiente, sujeto del conocimiento, claramente recortado del mundo y de los objetos, dueño de la naturaleza y del mundo “sensible y engañoso”, recipiente de saberes. En este caso la identidad es un estado fijo, un punto a alcanzar que se establece y pocas veces se moviliza o diferencia de sí mismo, un lugar distinguible de otros al que se llega en determinado momento del desarrollo natural del sujeto. Este lugar, una vez obtenido, garantiza una respuesta a la pregunta de quién soy yo y quien es el otro.

  1. La convicción del sentido de educar como experiencia sensible de recibir a otros proviene de la narración y la promesa. El sentido de educar a otros viene del estar- ahí en un mundo común, estar- con otros, estar- juntos, en un encuentro a construir, muchas veces conflictivo. Una trayectoria se hace y recorre con otros, por otros, gracias a otros y a veces, a pesar de otros. Las identidades se entrecruzan allí, sosteniendo o desarticulando la continuidad de una trayectoria: entablar un diálogo “entre dos personas” puede bastar para hacer que la trayectoria se asuma como propia, ser bien mirado tiene que ver con una identidad asignada y asumida como posible alumno con un lugar reconocido, ser mal mirado puede confirmar un “no lugar”, no ser mirado puede cerrar toda habilitación para aprender en la escuela y obstruir una trayectoria.

Ninguna persona puede constituirse sujeto humano a través de otros, pero a la vez, nadie puede hacerlo solo.

  1. El lugar de la subjetivación es siempre en una relación de habilitación con otro, es en la liberación y no el sujetamiento que inmoviliza. Se produce en distintos espacios sociales, políticos e institucionales aunque no tiene un lugar propio, funciona inversamente a la maquinaria social que adoctrina o somete a ciertos lugares prefijados e inamovibles, impuestos por una supuesta “naturaleza” que dice: “a cada cual su lugar”. Contrario a esto, la subjetivación es una des- naturalización, un desplazamiento en relación a un “sí mismo” no interrogado, es el abandono de una supuesta esencia para encontrarse en el pensamiento y la palabra. Por esto, la subjetividad requiere de la palabra de otro pero supone el rechazo a la repetición de esta palabra.

  1. En este contexto la legalidad es un ordenamiento simbólico que habilita los encuentros, el movimiento que deviene de ellos y la búsqueda, lo que humaniza los espacios, diferencia lugares, establece límites de modo que cada uno pueda delinear su propio espacio, distribuye responsabilidades y otorga posibilidades.  

Construir legalidades es sinónimo de ofrecer un marco protector que nos afecta a todos, en el sentido de que nos sostiene, nos toca y nos transforma, en el sentido de hacer experiencia sensible de ello. Sin las legalidades corremos el riesgo de la indiferenciación, la mistificación o el individualismo. Todos ellos efectos des- subjetivantes. La legalidad reúne y separa, sostiene las acciones y posiciones de cada uno en el conjunto, hace posible el pensamiento y la creación de lo nuevo.

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