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Resumen De La Filosofía De La Ciencia General


Enviado por   •  12 de Diciembre de 2013  •  12.902 Palabras (52 Páginas)  •  366 Visitas

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RESUMEN DE FILOSOFÍA DE LA CIENCIA GENERAL

LAS TEORÍAS EMPIRISTAS DE LA CIENCIA

Por “teorías empiristas” entenderemos el conjunto de filosofías de la ciencia que considera que la característica distintiva del conocimiento científico es su particular relación con la experiencia. Estas teorías epistemológicas suponen que los criterios específicos mediante los cuales una teoría se relaciona con la experiencia son suficientes para justificar el conocimiento científico (especialmente el conocimiento legal). Esto por la estrecha relación entre el conocimiento empírico y el conocimiento observacional, una clase de conocimiento considerado tradicionalmente por el empirismo y el positivismo como una clase privilegiada de conocimiento.

Los principales objetivos de las teorías empiristas de la ciencia (objetivos que pueden, en algunos casos, extenderse a otras teorías epistemológicas) son: 1) Describir el rol de la experiencia en la teoría. 2) Fundamentar (al menos el uso de) las leyes científicas.

3) Encontrar un criterio de demarcación que distinga las investigaciones y teorías científicas del resto. 4) Dar cuenta del progreso científico. Describiremos dos de las teorías empiristas más importantes del siglo XX.

EL INDUCTIVISMO

EL POSITIVISMO LÓGICO

Una de las doctrinas más influyentes en la filosofía de principios del siglo XX fue encarnada por el Círculo de Viena bajo el nombre de positivismo lógico. Ellos creyeron (al menos por un tiempo) que los argumentos empíricos debían justificarse inductivamente y buscaron concienzudamente sofisticar el inductivismo ingenuo heredado desde Bacon y el empirismo tradicional (y ya ampliamente criticado por Hume).

Además de esto el positivismo lógico defendió varias posiciones controversiales acerca del lenguaje, la teoría del conocimiento y la filosofía en general. Sostuvo por ejemplo que las oraciones sólo tenían significado informativo si era posible determinar en qué condiciones eran verdaderas o falsas. Adicionalmente afirmó que el conocimiento provenía o bien del contacto con la experiencia (conocimiento empírico, sintético, a posteriori) o bien del análisis lógico (conocimiento formal, analítico, a priori). Esta dicotomía en la fuente del conocimiento es considerada, por el neopositivismo, como una división estricta: no existiría una tercera fuente o una fuente mixta de conocimiento.

Para el positivista lógico el conocimiento empírico debe estar siempre fundado, en última instancia, en sensaciones, observaciones, datos de los sentidos, etc. Estas sensaciones se expresarían en oraciones observacionales; la naturaleza de estas oraciones observacionales, sin embargo, fue objeto de debate: algunos creyeron que las oraciones debían referirse a datos de los sentidos positivos y experiencias privadas de los observadores; otros creyeron que debían hacer referencia sólo a las propiedades observacionales que representaran características físicas o macrofísicas (fiscicalismo), y que dichas observaciones debían suspender las particularidades subjetivas del observador definiendo protocolos de registro (observaciones protocolares); otros sostuvieron que la observación era una categoría inseparable de las instancias experimentales que constituyen instancias positivas activas, públicas y reproducibles (experimentalismo). Sea como sea para el positivista lógico un conocimiento es empírico si las proposiciones de las que se compone son justificadas mediante un conjunto de oraciones observacionales o un conjunto de oraciones traducible o transformable en otro conjunto compuesto de oraciones observacionales.

El conocimiento formal, por su parte, está fundado en ciertas expresiones elementales, definiciones y reglas de transformación que se adoptan previamente y que rigen el sistema que se analiza. Podemos determinar formalmente el valor de verdad de una expresión de dicho sistema apelando exclusivamente a las reglas, definiciones, etc. Los conocimientos formales son entonces sintácticos, es decir, son conocimientos respecto de reglas de trasformaciones válidas dentro de un sistema (como ocurre en la lógica, el cálculo, la aritmética, la geometría, etc.).

Pese a la clara determinación de estos dos ámbitos del conocimiento, existen ciertas expresiones que pretenden ser informativas pero resultan difíciles de catalogar. Estas expresiones son usualmente asociadas, por los positivistas lógicos, a la metafísica. La metafísica sería, supuestamente, una clase de conocimiento a priori pero sintético, que no se justifica en aspectos formales pero tampoco mediante enunciados observacionales. Al ser un conocimiento sintético, el conocimiento metafísico aportaría nuevos datos acerca del mundo; pero al ser a priori estos datos no necesitarían de apoyo empírico alguno; serían verdades importantes acerca del universo, aunque fundadas fuera de ña experiencia y tan necesarias como las de la lógica… obviamente estas elevadas pretensiones levantaron sospechas. El positivismo lógico creyó que este tercer ámbito de conocimiento era una ilusión, un error producido por el laxo uso del lenguaje de los filósofos. Muchas veces, decían ellos, estamos realizando un análisis lógico o formal aunque usamos el lenguaje característico del conocimiento empírico. Usamos un “modo material de hablar” aun cuando no estamos refiriéndonos a objetos del mundo, sino a aspectos formales de palabras. Esta confusión puede superarse transformando nuevamente estas expresiones a un “modo formal de hablar” y así aclarar que sus valores de verdad dependen del análisis lógico y no de una investigación empírica. Sin embargo hay expresiones usadas por eminentes filósofos que no son traducibles al modo formal de hablar por lo que no tienen una expresión adecuada en un sistema formal determinado. Dado que estas expresiones tampoco pueden justificarse mediante oraciones observacionales no queda otra opción, según el positivista lógico, más que descartarlas del discurso informativo. No se descartan porque sean falsas o incognoscibles, sino porque carecen de significado (no se ha determinado en qué condiciones serían verdaderas o falsas). Una oración sin significado puede sobrevivir en la literatura por su contenido emocional, por evocar imágenes poderosas (aunque confusas), pero es para la ciencia tan inútil como el balbuceo de un bebé. Mediante esta distinción el positivista lógico establece un criterio de demarcación entre discursos científicos y discursos no-científicos, pseudo-científicos o metafísicos… un discurso es científico si, y sólo si tiene significado (empírico o formal); de lo contrario es una lamentable

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