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Resumen De Las Ideas Politicas Argentinas

tiafaty20118 de Junio de 2013

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Parte Primera: La Era Colonial

Capítulo I: La época de los Austria

El capítulo que da inicio al libro está separado en dos partes. La primera habla sobre los sucesos en España desde el siglo XV hasta fines del siglo XVII. Este segmento comienza con el reinado de Isabel y Fernando y el contexto en el cual se produce la conquista de América. Hacia 1492, con la desaparición del reino de Granada y el descubrimiento de América aparece una esperanza de grandeza. A la vez, Castilla y Aragón cesan su proceso de unión y España alcanza la gloria imperial. De allí se pasa al fin del reinado de Carlos V, desde donde se vislumbra un futuro prometedor con la conquista de América.

Después, pasa a explicarse el reinado de Felipe II, con sus ideales de hispanidad y catolicismo, que lo llevan a guerras a favor de la hegemonía política y los ideales católicos amenazados. Estas guerras, costeadas con las riquezas que llegan de América, provocan miseria y desempleo en España, además de anticipar los problemas que tendría que enfrentar el rey que lo sucediera. Sin embargo, su sucesor Felipe III en lugar de intentar mejorar la situación del país, empobrece al pueblo para mantener el lujo de la corte. Felipe IV, quién continúa con estas políticas, es definitivamente vencido y firma el tratado de los Pirineos en 1659.

Mientras todos estos sucesos transcurren en España, Europa es afectada por el mercantilismo y los ideales de la Reforma, que España rechaza desde el principio, centrada en la política de Felipe de “acentuar lo hispánico”. Así, se aferra el catolicismo español como un pilar fundamental de la Contrarreforma.

Desde el reinado de Carlos V, el orden político se había vuelto absolutista, incluso en contra del papado. Sin embargo, su sucesor Felipe II era muy religioso y su poder se transformó gradualmente en una teocracia. Surgidos de esta teocracia, tan retrasada en cuanto a cuestiones económicas y sociales, fueron los conquistadores que llegaron a América.

Con el ambiente político español planteado de esta manera, comienza la segunda parte del capítulo. Ésta establece, en un principio, la poca importancia que se le dio a la zona del Río de la Plata y su llanura con respecto al Alto Perú y sus riquezas. Pero, aún así, el Río de la Plata era el acceso más rápido para llevar las riquezas a España y es con esa función que se decide fundar Buenos Aires en 1536.

Los conquistadores que salieron de Buenos Aires buscando la ruta hacía el Perú fundaron la ciudad de Asunción en la confluencia de los ríos Paraguay y Pilcomayo creyendo que les sería más útil, y en 1541 se despobló Buenos Aires. Su propósito de ascender hacia el Perú se convirtió rápidamente en una empresa imposible por la naturaleza frondosa y las tribus aborígenes. Sin embargo, Diego de Rojas inició el camino en sentido inverso y en su recorrido fue fundando ciudades como Santiago del Estero, Tucumán, Córdoba y finalmente fundó Buenos Aires por segunda vez en 1580. Así, Asunción, una ciudad ya constituida, comenzó a declinar frente a Buenos Aires.

Una de las razones principales por la cual Buenos Aires cobró importancia rápidamente fue que era más propicia para la vida de los colonos y la cría de ganado. Además, una gran cantidad de barcos comenzó a arribar a la ciudad en poco tiempo. Durante el siglo XVII, Buenos Aires continuó creciendo y en 1640, adquirió importancia política, en la orilla de enfrente del río los portugueses fundaron Colonia del Sacramento en un intento por ganar las tierras de las cercanías.

Uno de los objetivos principales de los fundadores de Buenos Aires –y del cual dependía el progreso de la ciudad-, era poner en orden la situación de los indígenas. Esta política colonizadora fracasó y dio paso a una política de catequesis protagonizada por religiosos. Este sistema educó a los indígenas y los convirtió a la fe cristiana, pero a la vez evitó que los indígenas se adaptaran a la vida con los colonizadores.

El suelo fértil fue la riqueza que brindó Buenos Aires a sus pobladores. Ésta, debía ser trabajada y fue en ese momento cuando los indígenas encontraron su lugar en el orden social. Además de los españoles y los indígenas, surgió un nuevo grupo étnico: el mestizo. Este se ubicó por debajo de los españoles junto con los criollos, ambos considerados inferiores; los primeros por descender de indígenas, los segundos por haber nacido en América.

La vida en la ciudad y en los campos era muy distinta. En el campo, el colonizador era el que mandaba debido a la ausencia de leyes que rigieran sus vidas, y debía bastarse y defenderse a sí mismo y a los de sus tierras. La ciudad, en cambio, sí tenía leyes, pero muchas veces eran pasadas por alto incluso por los funcionarios ávidos de riqueza.

La Iglesia, como era el único credo que se practicaba, consiguió mucho poder. Este prestigio llegó incluso a sacarle poder a las autoridades en varias oportunidades, lo que creaba una situación tensa entre ambas instituciones.

El último párrafo del capítulo resume las ideas principales que se extraen de él: la formación del espíritu autoritario en todas las esferas de la vida social y la conciencia política que se manifiesta como una autoridad indiscutida.

Capítulo II: La época de los Borbones

El siglo XVIII comienza en Europa con cambios en la situación política. La declinación del absolutismo en Inglaterra es el inicio de las transformaciones que más adelante darán lugar a la Revolución Francesa y sus consecuencias. A la muerte de Carlos II en España, éste lega sus posesiones al duque de Anjou, francés, ocasionando la guerra por la sucesión. Francia sale vencedor y los Borbones toman el control de España. Los Borbones eran ilustrados y progresistas, y el espíritu liberal se impuso lentamente como la nueva actitud política, sobre la antigua teocracia de los Austria.

Felipe V fue el primer rey de la dinastía de los Borbones. Su objetivo principal fue que España recuperase su antiguo poder y esplendor. Para lograrlo, originó cambios en la economía, la administración y la política, siempre basándose en los ideales iluministas. Además, abrió el reino a las influencias europeas, que durante años habían sido negadas por los Austria.

Las nuevas ideas promovidas por los Borbones impulsaron el pensamiento científico, así como progresos en la educación y en la economía. También consideraron necesario fomentar el trabajo en una sociedad empobrecida y atrasada. A la vez, debían evitar que el progresismo se desviara al terreno político porque esto podría provocar cuestionamientos al régimen monárquico.

La concepción absolutista del poder fue levemente modificada por los cambios introducidos a principios del siglo XVIII. La religión, base del poder del los Austria, fue reemplazada por un régimen cada vez más laico. Aún así, en muchos aspectos de la sociedad, la Iglesia todavía conservaba su antiguo poder.

Mientras tanto, la situación de las colonias mejoraba tanto en demografía como en economía. Hacia fines del siglo XVII, Buenos Aires ya contaba con cuarenta mil habitantes, y su riqueza agropecuaria, principalmente la ganadería, había hecho crecer la economía colonial. La agricultura no era fomentada por conveniencia de los comerciantes españoles de Buenos Aires, a quienes el comercio de cueros, sebo y productos ganaderos brindaba buenos dividendos. El régimen del monopolio de productos provenientes de España no era suficiente para la población porteña, por lo que se producía un contrabando para satisfacer las necesidades de los habitantes. En 1776, Buenos Aires se convirtió en la “capital” de un nuevo virreinato que abarcaba Paraguay, Tucumán y Cuyo, y se organizó económica y políticamente a Buenos Aires.

Gracias a la importancia que toma Buenos Aires, se van perfilando en su sociedad las posturas de dos grupos sociales con intereses diferentes pero influencia en el virreinato, los españoles y los criollos. Los españoles, quienes ocupaban funciones públicas, preferían la vida urbana y estaban preocupados por el destino rioplatense. Los criollos escogían la vida rural en un intento por escapar de la segregación a la que eran sometidos por los españoles. Este sentimiento generalizado entre los criollos los hizo poseedores de un sensación de formar parte de un grupo bien diferenciado de los demás: una clase social.

Los criollos, que aventajaban en cantidad a la “aristocracia” colonial, buscaron educarse para alcanzar el nivel de los españoles y los ideales liberales que llegaban a la colonia les sirvieron para oponerse a los españoles tradicionales y buscar mejorar su posición. Esto dio paso a la aparición de una burguesía criolla, la cual aspiraba al desarrollo de la agricultura, la libertad de comercio y el desarrollo de pequeñas industrias campesinas; además, el pensamiento liberal formó criollos con ideas revolucionarias y emancipadoras.

Estas ideas pasaron a ser los objetivos de hombres como Mariano Moreno, que no dudaban en exponer su opinión sobre el libre comercio, y muy pronto el pensamiento liberal se ramificó a sus creencias políticas. La Revolución francesa de 1789 afianzó estos pensamientos y les dio ánimos, así como las invasiones inglesas les proporcionaron confianza en el movimiento criollo y una conciencia de nacionalidad.

Todas estas nuevas ideas eran planes todavía incipientes, si consideramos los opositores que tenían, a saber: funcionarios de ideas anteriores al iluminismo, comerciantes beneficiados por el régimen monopolista, el clero jesuítico y las autoridades, que si bien no eran mayoría, tenían poder suficiente

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