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Resumen pequeño tratado de las grandes virtudes.


Enviado por   •  24 de Julio de 2016  •  Resúmenes  •  2.519 Palabras (11 Páginas)  •  8.234 Visitas

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Pequeño tratado de las grandes virtudes

Capítulo 1: La Urbanidad


La urbanidad es como antesala de la moral, ya que la gente sabe que no se debe hacer algo porque se ve mal en lugar de que no debe hacerse. No puedes hacer algo sin haberlo aprendido. Este es el inicio de las virtudes ya que los primeros simulacros de virtudes se deben a la disciplina. La urbanidad demuestra el exterior del alguien y como debería de ser interiormente, por eso es insuficiente para el adulto y necesaria para el niño.

La urbanidad en exceso deja sin autenticidad. La urbanidad es una pequeña medida, pero se duda de la magnitud de la urbanidad debido a la falta de humanidad en el hombre. Opino que al demostrar cómo alguien debería de ser por dentro puede prestar a engaños o malentendidos con respecto a las personas, ese factor que la hace esencial también la hace menos agradable desde mi punto de vista.

Capítulo 2: La Fidelidad

El mundo está compuesto de improvisaciones que son olvidadas rápidamente por lo que necesitan de repeticiones y cambios para ser recordadas. El espíritu es el presente del pasado, el recuerdo, lo que queda de un momento. La preocupación es la memoria del futuro y el ser la del presente. Es casi imposible olvidar el futuro ya sea personalmente o generosamente. El olvidar es fácil, pero nos quitaría lo humano y el espíritu que tenemos.

La fidelidad es una virtud para la que hay virtudes. Una virtud necesita de la fidelidad de las personas que le cumplen. La fidelidad es la virtud de la memoria y la memoria como virtud. La fidelidad al no ser obstinada y excesiva, es fiel. La fidelidad también es especial a ciertas cosas (personas) y debe ser positiva y noble.

La fidelidad es la virtud de lo mismo, la causa de que lo mismo exista, por eso al cambiar con el paso del tiempo, se pierde la fidelidad. Se debe mantener la fidelidad hacia algo aunque éste haya cambiado por un fin moral que nos hemos jurado a nosotros mismos. La fidelidad es obligatoria ya que es necesaria para uno mismo al relacionarse con su pasado y comprometerse con su futuro. La fidelidad debe dirigirse a lo que tiene un valor y es proporcional. Toda fidelidad a una virtud es al amor y a través del amor. Los tres ámbitos más importantes de la moral son el de pensamiento, moral y pareja. Todo pensamiento corre el riesgo de perderse si no hacemos lo necesario por conservarlo. La fidelidad al pensamiento verdadero es negarse a cambiar el pensamiento propio a menos que sea con fines positivos. La fidelidad moral en la actualidad es el deber de ser moral sin creer verdaderamente en la ley moral. Cuando la moral no tiene fundamento, la fidelidad hace su papel. Se trata de no traicionar lo que la humanidad ha hecho de nosotros.

Al hablar de la fidelidad en la pareja, no se refiere a la exclusividad ya que se está siendo fiel a las ideas que se tienen a una pareja. La fidelidad sería a la idea de lo que hace que una pareja sea pareja. La fidelidad entra en la duración del amor al querer preservarlo mediante la memoria y la voluntad del espíritu. El amor infiel es el olvidadizo, negativo. Se supone que deberíamos ser fieles a nuestros ideales.

Capítulo 3: La Prudencia

La urbanidad en el principio de las virtudes, la fidelidad, su principio; la prudencia, su condición. Para Kant la prudencia era meramente un amor inteligente o hábil hacia uno mismo. Pero para Aristóteles era una virtud intelectual por lo cual se halla relacionada con el conocimiento y la razón: la prudencia es la disposición que permite deliberar correctamente de lo que es bueno o malo para el hombre y actuar en consecuencia como es conveniente.

Se ve a la prudencia como la más esencial de las virtudes pues es la que guía lo que se considera como bueno, Santo Tomás la definía como la esencial de las cuatro virtudes cardinales ya que sin ella las otras tres no sabrían lo que hay que hacer ni cómo hacerlo. Así como sin ellas la prudencia no tendría sentido.  

La prudencia tiene algo de modesta o de instrumental, se pone al servicio de fines que no son los suyos, la prudencia no reina pero si gobierna. En el caso de relacionarla con la valentía la prudencia es la que decide y la valentía en la que lleva a cabo la acción. Esta es una virtud presente pero que toma mucho en cuenta el futuro, es una virtud anticipadora, preventiva. Esta virtud es la que determina la diferencia entre la acción y el impulso. Determina lo que podemos elegir y lo que debemos evitar

La prudencia se considera virtud cuando se le da un fin estimable, consiste primeramente en no hacer daño y en proteger pues sin ella cualquier otra virtud seria impotente o nefasta.

Capítulo 4: La Templanza

La templanza es moderar nuestros deseos sensuales, el requisito para un goce más puro o más pleno, por lo cual es gracias a esta virtud que seguimos siendo señores y dueños de nuestros propios deseos y no esclavos de estos, pues el objetivo de la templanza no es sobrepasar nuestros límites, sino respetarlos.

Esta es una virtud ética, más que moral, y depende menos del deber que del sentido común. Es igual que la prudencia pero esta virtud está dirigida y aplicada a los placeres, se trata de gozar lo más posible y lo mejor posible, pero por una intensificación de la sensación o de la conciencia que se tiene de ella, y no por la manipulación indefinida de sus objetos.

Es una virtud para todas las épocas, común, humilde, de norma y de reserva. Actúa sobre los deseos más necesarios de la vida del individuo y de la especie, que son también los más fuertes, por lo tanto los más difíciles de dominar. Es una regulación voluntaria de la pulsión de vida, una sana afirmación de nuestra potencia de existir y especialmente del poder de nuestra alma sobre los impulsos irracionales de nuestros afectos o de nuestros apetitos.

Capítulo 5: La Valentía

La valentía en principio es la virtud universalmente más admirada, pues en todas partes del mundo se desaprecia la cobardía y se aprecia el coraje. La valentía es la capacidad de superar el miedo. Pero si algo es universalmente admirado significa que también lo admiran los malvados o los imbéciles.

Que la moral pueda ser universal en principio, no significa que tenga un éxito universal. Pues la valentía puede servir para todo, una maldad valerosa es maldad, un fanatismo valeroso es fanatismo. En estos casos esa valentía no es una virtud.

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