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SURGIMIENTO PROFÉTICO DEL PUEBLO DE DIOS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO: ISRAEL


Enviado por   •  26 de Febrero de 2014  •  2.504 Palabras (11 Páginas)  •  292 Visitas

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duda, la manifestación de clara inconformidad con los grupos tradicionales. En el mundo evangélico por ejemplo las divisiones en estas últimas décadas son “pan de cada día”, y aunque todas las denominaciones cristianas dicen ser el pueblo verdadero de Dios, es notable que pocos hagan el intento, por lo menos, de argumentarlo a la luz de la Palabra de Dios. La razón, es variada, no obstante, una de ellas es la creencia de que “habrán salvos de todas las iglesias”, o en palabras de Cristo, “tengo otras ovejas que no son de este redil” (Jn. 10:16), y la frase conocida de que “todos los caminos conducen a Roma”. Únicamente basta creer en el Señor Jesús, para ser salvo, esto es, la salvación por gracia, mediante la fe (Ef. 2:8).

Sin embargo, ¿Es la Iglesia Adventista del Séptimo Día simplemente otra denominación más? ¿Puede ser catalogada como una iglesia evangélica sabática? ¿Qué es lo que le hace diferente con otras denominaciones? El adventista de hoy se ve retado, sin duda, a mirar a su derredor al bosque espeso de denominaciones, y demostrar con base, el surgimiento bíblico de su iglesia o de su pueblo. Y no sólo eso, sino que, se ve tentado probablemente a reaccionar frente al “coqueteo” con grupos disidentes en el marco de la iglesia adventista. Este asunto no es nuevo, pero es más que necesario recordarlo.

A través del surgimiento profético del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento, Israel, la presente tiene el objetivo de presentar breves argumentos del surgimiento profético del pueblo de Dios en los últimos tiempos, a decir, la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Dios siempre tuvo un pueblo

Es evidente a la luz de la Biblia que Dios siempre tuvo un pueblo escogido. Desde el Génesis mosaico, al apocalipsis juanino, esa idea es más que notable.

En el principio, la promesa hecha a Adán y Eva, después del pecado, conocida como el protoevangelio (Gn. 3:15), muestra claramente la “simiente escogida” para ser el pueblo de Dios. Por donde vendría el Salvador Jesús.

En tiempos de Noé, el “arca” simbolizaba a la iglesia de Dios. Los que abandonan el mundo corrupto, para ingresar a la “iglesia de Dios” y encontrar la seguridad y salvación (Gn.6:18).[1]

Pero la promesa más clara de un pueblo para bendición, es la que Dios hizo a Abraham, en palabras de Dios, “Y haré de ti una gran nación. Te bendeciré, engrandeceré tu nombre, y serás una bendición. […] Y por medio de ti serán benditas todas las familias de la tierra” (Gn. 12:2,3).

Sin embargo, también le profetizó con detalles el destino de ese pueblo, “Ten por cierto que tus descendientes serán peregrinos en tierra ajena, y serán esclavos y oprimidos durante 400 años. Pero yo castigaré a la nación a quien servirán. Después saldrán con gran riqueza” (Gn. 15:13,14).

Es de esta manera que el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento fue profetizado con anterioridad, para su origen y su caminata rumbo a Canaán.

SURGIMIENTO PROFÉTICO DEL PUEBLO DE DIOS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO: ISRAEL

Dos históricos libros se encuentran, el Génesis y el Éxodo, el principio y la salida, para mostrar el origen del primer pueblo de Dios, como indicaba la “agenda divina”.

Génesis registra, “Ten por cierto que tus descendientes serán peregrinos en tierra ajena, y serán esclavos y oprimidos durante 400 años. Pero yo castigaré a la nación a quien servirán. Después saldrán con gran riqueza” (Gn. 15:13,14).

Éxodo hace alusión a Génesis diciendo, “Pasados los 430 años, en el mismo día, salieron de Egipto todos los ejércitos del Señor” (Ex. 12:41). En expreso, la “agenda Divina”, presenta la primera profecía con fecha exacta para el origen del pueblo de Dios.

En la fecha exacta

El texto menciona claramente, “Pasados los 430 años. Ese mismo día”, salieron de Egipto para enrumbarse a Canaán, la tierra prometida. Para algunos estudiosos existe una contradicción cronológica entre los dos textos (Gn. 15:13 y Ex. 12:41), pues en una menciona 400 años y en el otro 430 años.

Sin embargo se debe tener en cuenta las palabras de Pablo, “Esto, pues, digo: La Ley que vino 430 años después, no abroga el pacto previamente confirmado por Dios, para invalidar la promesa” (Gal. 3:17). Mostrando que La Ley (los 10 Mandamientos en el Sinaí) no anula o abroga el pacto hecho con Abraham cuando lo llamó a salir de Ur de los Caldeos (Gn. 12).

Por lo tanto, Moisés considera los 430 años desde que Abraham salió de Ur hasta el día del Éxodo (215 años desde el llamamiento de Abraham hasta cuando realmente descendió Jacob a Egipto, y 215 años más tarde hasta el mismo éxodo), pues desde que Abraham dejó su terruño fue un peregrino.[2]

Conclusión

En consecuencia, Dios había profetizado siglos antes, el surgimiento de su pueblo, el cual sería oprimida, esclavizada, humillada (Ex. 1:13), pero al final sería libertada, no por mano humana sino por mano divina (Ex.14:30,31).

Sin lugar a dudas, el pueblo de Israel tiene un origen profético. Es por ello que a través de la historia, el pueblo israelita, se sentía segura y orgullosa de ser el pueblo de Dios. No por fábulas, ni historietas, sino por su origen profético en la Biblia, la Palabra de Dios. Y aunque esclavos se atrevieron a increparle incluso a Jesús, “Descendientes de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos” (Jn.8:33), poseedores de una identidad profética sin igual.

SURGIMIENTO PROFÉTICO DEL PUEBLO DE DIOS EN EL TIEMPO DEL FIN: IGLESIA ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA

Dos libros proféticos se encuentran, Daniel y Apocalipsis, la profecía y la revelación, para mostrar el último pueblo de Dios tal como indicaba la “agenda divina”.

Daniel, el varón muy amado de Dios, dice “Pero tú Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia aumentará” (Dn. 12:4).

Juan, el discípulo amado, dice “La voz que oí del cielo me habló otra vez, y me dijo: “Ve toma el librito abierto de la mano del ángel que está en pie sobre el mar y la tierra” (Ap. 10:8).

Es interesante notar que en Daniel encontramos un libro cerrado hasta el tiempo del fin, y en Apocalipsis encontramos un libro que está abierto en el tiempo del fin. Pero surge una pregunta importante, ¿Cuándo es el tiempo del fin? Daniel menciona la respuesta, “Y él respondió: Hasta 2300 días de tardes y mañanas. Entonces el Santuario será purificado. Mientras yo contemplaba la visión, y trataba de entenderla […] Pero él me dijo: “Hijo de

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