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Salvador Villanueva Medina


Enviado por   •  2 de Diciembre de 2014  •  Informes  •  2.777 Palabras (12 Páginas)  •  299 Visitas

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Algo debía haber cambiado dentro de mi ser, pues el miedo o recelo que hasta entonces había sentido, se trocó en audacia. Empecé a imaginarme que lo que tenía enfrente no era ninguna nave, y hasta le encontré cierto parecido con una casa de exploradores de tipo convencional.

“Cuando el hombre repitió su invitación, decididamente avancé y empecé a subir tras él.

“Salimos por una especie de claraboya o agujero redondo de poco más o menos medio metro de circunferencia, a una plataforma horizontal…”

Salvador Villanueva Medina en la década de los sesentas.

Así comenzaba el supuesto viaje a Venus del taxista mexicano Salvador Villanueva Medina, tal como lo relataba en el capítulo II de su libro Yo estuve en el planeta Venus. Así, con una simple invitación del venusino, Villanueva iba a hacer el viaje de su vida.

Pero la historia no comenzaba ahí. Ni Salvador fue el primer personaje que apareció en escena.

Donald E. Keyhoe por la época en que se publicó el relato de Salvador Villanueva.

En 1950 el Mayor retirado Donald Edwards Keyhoe publica su famoso artículo Flying Saucers Are Real, en la True Magazine de enero de 1950. Artículo, que crearía los cimientos teóricos del mito de los platos voladores, y que fue traducido al español. En febrero y marzo los diarios de toda la República, día con día, publicaban uno o varios artículos sobre platos voladores. Para marzo se dio la primera gran oleada en México. Ese artículo de Keyhoe fue el catalizador de avistamientos en diversas partes del globo.

Interiores del libro de Adamski y Leslie, con la famosa fotografía del plato volador en forma de campana.

Enero de 1953 fue el año de la publicación del libro de George Adamski y Desmond Leslie, Flying Saucers Have Landed, que sería comentado en la prensa mexicana. En 1954 se presentaría la oleada francesa y muchos otros casos que luego se harían clásicos de la ufología, como el del ovni de Coniston, fotografiado por los hermanos Derbishire (un fraude), el marcianito de Cedric Allingham(otro fraude) y otros más.

Cedric Allingham en una fotografía publicada en el libro Flying Saucer From Mars.

En ese mismo año, 1954, se publicó el librito de Salvador Calvillo Madrigal, Plativología: ensayo nesciente, edición del autor, de 21 páginas con varias ilustraciones (como su título lo indicaba). También fue el año en que el periodista Manuel Gutiérrez Balcázar, del diario Novedades, comenzaría a publicar una serie de artículos sobre los platos voladores, bajo el pseudónimo de M. Gebé. Y, finalmente, sería el año en que llegaron a México dos entusiastas de los platos voladores, los esposos Bryant Reeve y Helen Reeve. Estos tres últimos personajes jugarían un importante papel en la historia del contactado mexicano y de la ufología en México.

Manuel Gutiérrez Balcázar en una expedición realizada para tratar de localizar el lugar en donde aterrizó el plato volador reportado por Salvador Villanueva.

Este trabajo sobre el primer contactado mexicano, Salvador Villanueva Medina, está basado en una investigación hemerográfica y bibliográfica y algunas breves entrevistas con personajes que estuvieron involucrados en este asunto, realizadas por quien escribe y por Óscar García. La intención es organizar la información disponible y mostrar algunas conclusiones. Se presentan las fuentes originales, primordialmente las dos principales ediciones del libro de Villanueva, el folleto y los artículos de M. Gebé, así como el libro de los esposos Reeve y otras fuentes consultadas. Se da especial interés a las voces de los protagonistas y sólo se intercalan algunos breves comentarios de este autor.

TURISTAS GRINGOS BUSCANDO PLATOS VOLADORES EN MÉXICO

En octubre de 1954 los dos jubilados norteamericanos deciden viajar a México. Consiguen un permiso de turistas de seis meses, se suben a su auto y no paran hasta llegar a la Ciudad de México, a 1,300 kilómetros de distancia de su casa en Detroit, ingresando al país por la Autopista No. 85, “The Laredo Road”, como era conocida por los norteamericanos.

El matrimonio Reeve, Helen y Bryant. Él era un ingeniero graduado de Yale y del Massachusetts Institute of Technology.

Lo que iba a ser un viaje de recreo y descanso se convirtió en una búsqueda de platos voladores. Los Reeve dicen en su libro, Flying Saucer Pilgrimage, que eran dos “turistas gringos” que de pronto se encontraron con los artículos sobre platos voladores de un tal M. Gebé y decidieron entrar en contacto con el periodista mexicano.

Los Reeve ya tenían experiencia en el mundillo de los platos voladores. Habían conocido, entrevistado y eran amigos de George Adamski, Desmond Leslie, George Hunt Williamson y Truman Bethurum. Habían grabado varias de las conferencias de esos contactados. Todo ese material lo pusieron a disposición de M. Gebé y eso mantuvo ocupada su columna durante semanas. Los Reeve relatan así esa historia:

George Hunt Williamson.

“Los artículos semanales de M. Gebé sobre platos crearon considerable interés en la Ciudad de México, y otros periódicos comenzaron a escribir sobre el tema. Antes de salir del país, seis meses más tarde, prácticamente todos los diarios metropolitanos tenían artículos sobre platillos, y luego de nuestra partida una carta de nuestro pequeño amigo Joey nos dijo que una nueva canción popular -un mambo- se convirtió en todo un éxito titulado Los marcianos llegaron ya. Cuando llegamos por primera vez en la capital no pudimos encontrar un sólo libro sobre platillos en español, y el libro de Leslie-Adamski en inglés era difícil de obtener. Sin embargo, esta situación cambió poco a poco. Durante nuestra estancia se publicó una edición en español de este libro, y muchos libros sobre platillos en inglés comenzaron a aparecer en las librerías.

Truman Bethurum

“Pero déjenos contarles lo que pasó en nuestro apartamento en México, DF. Poco a poco se convirtió en una sede no oficial de los interesados en los platillos en la capital. Por primera vez tocamos las grabaciones de conferencias sobre platillos y entonces nos pidieron dar conferencias nosotros mismos. Estas conferencias fueron dadas en inglés, pero siempre se traducían en beneficio de aquellos en la audiencia que sólo entendían español. Nuestra biblioteca de libros sobre platillos era ávidamente buscada por muchas personas que estaban realmente deseosas de aprender más acerca de este gran tema, y teníamos una lista de espera de libros. Nuestra fama creció a pasos agigantados. Apenas podíamos mantener el ritmo con los compromisos sociales y los compromisos que se desarrollaron por este interés en las naves espaciales y los seres del espacio. Hablar de “Café Society” en la capital mexicana, era uno-dos-tres en comparación con la nueva y excitante ‘Temporada social de los platillos volantes’, que fue cobrando impulso en todo momento. No era nada para nosotros tener una reunión de platillos con veinte o treinta personas en el apartamento durante el día, y luego ser invitados a una encantadora residencia mexicana para una noche de discusión sobre el mismo tema. Muchas personas estaban sinceramente interesadas en estos objetos que visitaban nuestros cielos.

Escena de la película “Ensayo de un crimen”, de Luis Buñuel, interpretada por Enrique Alonso y Miroslava, que aparecen en primer plano. El hombre, a la derecha de la foto, con camisa blanca y sin corbata, de pelo canoso, es Bryant Reeve.

“Podemos decir que las personas con las que nos reuníamos eran maravillosas. Había un gran contingente mexicano, que incluía a personas tales como médicos, abogados, periodistas, ingenieros, científicos, artistas, autores y militares -Sí, incluso un General. Creemos que también hay que mencionar nuestro buen amigo el Coronel ‘B’ de la Fuerza Aérea Mexicana, que era la autoridad mexicana en el fenómeno de los platillos volantes. Agudo, ingenioso, agradable, siempre alerta por nueva información, que era uno de los visitantes más bienvenidos. Hemos sido capaces de intercambiar información sobre platillos con él en numerosas ocasiones, y todavía tenemos correspondencia directa con muchos líderes platillistas. Cuando el Coronel B no podía venir él mismo, a menudo enviaba a un representante. Tenga en cuenta que estos funcionarios no estaban burlándose de los platillos voladores ni estaban amordazados. Lejos de ello. Eran plenamente conscientes de la existencia de naves espaciales y no dejaban ninguna piedra sin mover para aprender todo lo que pudieran sobre ellos. Mucha gente buena, muy educada y distinguida venía a nuestras reuniones sobre platillos o nos invitaban a asistir a sus propias reuniones. Luego hubo un importante contingente de habla inglesa y también un grupo de estudiantes norteamericanos, en su mayoría del México City College, donde muchas clases se daban en inglés. México es una especie de cruce de caminos que conducen a Norte y Sudamérica. Era, pues, una actividad apasionante y cosmopolita -este fue el asunto de los platos voladores al sur de la frontera”.

El matrimonio apareció en los periódicos, en la televisión y en el cine. Interpretaron a unos “típicos turistas gringos” en “Ensayo de un crimen” de Luis Buñuel. En su libro comentan al respecto:

Otra escena de la misma película. La mujer a la derecha, de chal o reboso blanco, es Helen Reeve.

“Antes de salir de México tuvimos la oportunidad de ver una vista previa, y lo que nos llevó tres días de arduo trabajo y veintinueve repeticiones en el estudio tuvieron alrededor de 120 segundos en la pantalla”.

En cuanto a las entrevistas en periódicos y televisión:

“Nuestra presencia en los periódicos a veces fue el resultado directo de nuestras actividades platillistas. Esto también se aplica a la televisión. Fuimos invitados a aparecer en la televisión en un programa llamado ‘Mesa de Celebridades’, que se transmitía en el restaurante en la cima del Hotel Continental en el centro de la ciudad de México. Era algo así como los programas en USA en los que los invitados del club son entrevistados de manera informal y televisados justo en sus mesas”.

Como una curiosidad para la historia de la ufología mexicana, el matrimonio Reeve fue el fundador de los primeros clubes platillistas de México y también fueron, junto con M. Gebé, de los primeros investigadores de campo en este país. Ellos mismos nos lo cuentan así:

Portada del libro de Ismael Diego Pérez.

“Fuimos elegidos miembros fundadores de la recién formada Sociedad Mexicana de Investigación Interplanetaria y éramos miembros del recientemente formado English Speaking Saucer Club. A pesar de todo esto, hacíamos viajes y explorábamos el hermoso país en cada oportunidad”.

YO HICE CONTACTO CON LOS TRIPULANTES

A instancias de Manuel Gutiérrez Balcázar, los Reeve prepararon una conferencia sobre platos voladores. Para ese entonces Villanueva ya se había puesto en contacto con M. Gebé y le había contado parte de su supuesta experiencia.

“Por aquellos días un periodista que bajo el seudónimo de M. Ge Be escribía una serie de artículos sobre el tema llamó ni atención. Por la seriedad con que actuaba, decidí interesarlo mandándole una parte del relato, pues no podía desterrar de mí la incertidumbre que provocara el amigo chofer y por lo tanto juzgo que de nuevo cometí un error, no contándole a este hombre la experiencia con lujo de detalles.

“Por esos días estaba en México de vacaciones un matrimonio norteamericano, que había tenido oportunidad de ver una nave espacial a poca altura y les entusiasmó tanto que decidieron documentarse debidamente y dictar algunas conferencias.

“En México se pusieron en contacto con el señor M. Ge Be, quien tuvo la gentileza de invitarme a la primera conferencia dictada por ellos en la capital.

Portada del libro de Héctor Enrique Espinosa y Cossio.

“Concurrieron a ésta unas trescientas entusiastas personas, la mayoría documentadas y algunas con experiencias personales.

“También los periodistas hicieron acto de presencia, por lo que resultó interesante el nuevo incidente que iba a aumentar mi acervo personal.

“En compañía de mi hijo mayor, ocupamos un rincón del salón, dejando que transcurriera el acto. Los ánimos se caldearon. Varias personas subieron al estrado a relatar su experiencia, aumentando el interés de los concurrentes.

Los Reeve relatan este incidente de una manera muy parecida:

“Eran las 7 p.m. del 7 de enero de 1955. Nosotros estábamos reunidos en la antigua Colonia San Pedro de la Ciudad de México en la Calle Cinco N º 10. “Nosotros” incluye a una audiencia de más de doscientos mexicanos y amigos -nos reunimos a la espera de escuchar una conferencia sobre los platillos volantes. El conferencista, mi marido Bryant, estaba sentado en el estrado con una pizarra detrás de él, que había solicitado. El señor “Gebe”, el editor de un periódico había patrocinado la reunión, y había presente una serie de distinguidos invitados. Fue una ocasión de gala -el primer esfuerzo en la Ciudad de México hacia la formación de una Organización de Platillos Voladores.

“El señor “Gebe” comenzó la reunión presentando una serie de invitados que contaron sus interesantes avistamientos de platillos en los alrededores de la ciudad de México. A continuación presentó a Bryant, quien inició su conferencia diciendo frases en inglés, que luego eran traducidas en forma instantánea al español por un excelente intérprete. Luego seguía otra frase de inglés y otra relampagueante traducción. Iba muy bien, y el público escuchaba con gran atención.

Portada del libro Platillos voladores realidad y fantasía, de William Jones.

“Luego de algunas presentaciones Bryant llegó a una pausa, y con todo el mundo alerta, preguntó a la audiencia de manera dramática, ‘¿Alguien presente ha visto alguna vez un hombre del espacio? ¡Por favor, levanten la mano!’

“Hoy se que Bryant intentó esto simplemente como una especie de pregunta retórica y que esperaba seguir adelante y decir algo como: ‘Bueno, mire a su prójimo –todos somos personas del espacio, nosotros mismos vivimos en una nave espacial llamada Tierra’. Luego desarrollaría el tema de que la Tierra misma es un tipo de nave espacial.

“Uno de los periódicos de México informó del incidente al día siguiente, afirmando que, ‘Un impactante silencio -absoluto silencio- siguió a esta parte de la conferencia’.

“Seguramente lo hubo, y Bryant parecía estar disfrutando del efecto. La pausa fue muy larga. Estaba a punto de continuar cuando, créanlo o no, una figura humana en la fila de atrás, cerca de la puerta, se puso de pie y ¡alzó la mano!

“Bryant estaba petrificado, congelado. Su rostro registró una mezcla de sorpresa, shock, incredulidad, y la idea de que ¡cualquier cosa puede pasar en México!

“El público veía la mano levantada y la reunión inmediatamente se convirtió en una verdadera casa de locos.

“Bryant miró al señor ‘Gebe’ que sacudió la cabeza con asombro. Estuvieron de acuerdo y decidieron que era peligroso dejar que el hombre hablara -si su pretensión de haber visto a un hombre del espacio pudiera ser sólo una broma. Era una situación muy difícil.

“En ese momento, sin embargo, los miembros de la audiencia se pusieron de pie sobre las sillas, demandando a gritos que el hombre fuera escuchado. El hombre fue impulsado al estrado, y el señor ‘Gebe’ le dio un asiento y le indicó a Bryant que siguiera la conferencia. Bryant lo intentó, pero era imposible porque era irresistible el clamor por que el otro hombre hablara. Por último, el señor ‘Gebe’ hizo lo único posible en esas circunstancias para calmar a la audiencia. Permitió hablar a la audiencia a este hombre de la tierra, que había declarado que había visto a un hombre del espacio.

“Eso, amigos míos, fue nuestra presentación poco convencional y emocionante con un mexicano notable que más tarde sería conocido por muchos como el ‘Adamski mexicano’. Era un taxista llamado Salvador Villanueva Medina, y contó una historia sorprendente de su reunión, de más de una noche, con dos hombres del espacio ultraterrestre, en un automóvil descompuesto, a unas trescientos millas al norte de la ciudad de México, en la carretera a Laredo, en agosto de 1953. Pudimos ver que su relato causó una profunda impresión en el público. Todo fue en español, y el intérprete estaba tan interesado que no nos dijo mucho en inglés. Por último, el hombre terminó y fue aplaudido.

“Bryant cerró la conferencia -el punto más alto, sin embargo, fue el relato dado por el chofer de México.

Ahora regresemos a la parte de atrás del teatro. Vayamos con Salvador Villanueva y escuchemos lo que nos dice al respecto.

“De repente, la persona que dictaba la conferencia, en un recurso de oratoria, preguntó si alguno de los presentes había establecido contacto con los tripulantes de las naves espaciales.

“La pregunta hizo un efecto fulminante en mí que, sin saber con certeza el alcance de mi repentina decisión y sintiendo que una fuerza extraordinaria me obligaba a ello, levanté la mano, siendo invitado al estrado ante la expectativa general.

Uno de los objetos que vio Luis Struck durante la oleada de platos voladores de 1950. No cabe duda de que se trataba de un globo.

“Solo había caminado unos pasos, cuando ya estaba arrepentido; pero seguí adelante. Afortunadamente me trataron con cortesía, y hasta hubo un gran escritor, don Francisco Struk, allí presente, que salió en mi defensa, dando crédito a mis palabras, en lo que se calmó la efervescencia que había provocado”.

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