Sartre: Teatro Y Filosofía
elliott8 de Octubre de 2012
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Sartre: Teatro y Filosofía
Cuando se nombra a Sartre, lo primero que se nos viene a la cabeza es su pensamiento existencialista, sin embargo en este artículo trataré de reunir diversas posturas frente a un determinado tipo de literatura como lo son sus obras teatrales, con el fin de poderlas conjugar frente a su pensamiento existencialista claramente marcado. Aunque hay diversas posturas que gustan de su forma de escribir y otras no tanto, simplemente confrontaré lo escrito de sus obras frente el análisis de algunos expertos en el campo teatral, para así determinar diversas líneas de su filosofía entrelazadas con sus obras teatrales.
Es importante especificar que las obras a las cuales me referiré en esta ocasión son La Puta respetuosa y A puerta cerrada, las cuales cumplen la función de dar fuerza a los comentarios que los analizan. En un principio las dos historias tienen varios elementos en común que, lejos de la personalidad de los carácteres, lo importante son las situaciones por las cuales se rigen cada uno de los personajes. Sartre es capaz de crear contextos llenos de negatividad donde se desenvuelven sus personajes con una gran capacidad racional, como lo menciona Gonzalo Hernández en su escrito, ya que también confronta la actitud de los personajes que impiden la imitación del espectador con las actitudes de los personajes. Es sumamente interesante poder ir al fondo de sus obras porque el problema principal gira en torno a la toma de decisiones, las cuales implican libertad y para ello se sirve de situaciones que evidencien el problema, llevando a sus personajes a la lucha con ellos mismos y con los demás.
Para poner de manifiesto esta constante lucha en la toma de decisiones basta con la respuesta de Lizzie (protagonista de su obra La puta respetuosa), cuando un negro le pide por favor que diga la verdad respecto a su inocencia y ella contesta: “[...] si me obligan a declarar, te prometo que diré la verdad”1 y a lo largo de cinco escenas recorre su conciencia frente a un cliente con el cual se prostituye, cabe resaltar que es hijo de un senador quien busca al negro para matarlo por cuestiones de orgullo. Al final de la obra se confronta Fred, su cliente, con Lizzie y encuentra al negro escondido en su cuarto y lo persigue por las escaleras, disparándole pero sin obtener resultados favorables; regresa con Lizzie y simplemente busca su correspondencia al deseo amoroso y carnal que busca saciar, por lo que ella misma responde afirmativamente. Simplemente es una lucha que se desata frente al deber moral y el deseo sexual que mueve a la gente frente a diversas situaciones y Sartre plasma en su obra, ayudándose de una determinada situación.
Por otra parte se dice que “el personaje es el producto de (una) elección, o mejor dicho, es la consolidación de esa elección”2 y ese es el papel de Sartre al escoger la situación conveniente para poner a un personaje y éste quede obligado a responder de determinada manera. Por ejemplo, en su obra A puerta cerrada narra tres vidas, es decir tres existencias concretas, crea personalidades muy distintas y hasta se da el lujo de poderlas conjugar en un mismo escenario; lo que más llama la atención es que su objetivo es que el espectador solo contemple desde afuera, estableciendo una clara distancia entre lo presentado y lo que uno ve, es “como un mundo cerrado sobre sí mismo, inaccesible”3. En dicha obra se presentan como principales personajes a Garcin, Estelle e Inés que se encuentran, en palabras de Sartre, en un salón estilo Segundo Imperio donde se resalta una estatua de bronce sobre lo chimenea4 y tres canapés. Ellos se van encontrando en diversos tiempos en la escena ya descrita, por lo que se van conociendo y pasan del amor al odio en cuestión de palabras y viceversa, ya que su misma personalidad los marca uno frente al otro. Hasta el punto de llegar a concluir que “el infierno son los demás”5 porque
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