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¿Ser pobre de verdad influye a ser un criminal?


Enviado por   •  13 de Marzo de 2017  •  Tareas  •  2.344 Palabras (10 Páginas)  •  207 Visitas

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Colegio Tabasco [pic 1][pic 2]

¡Fieles al deber!

Proyecto de sociología

Grado y grupo: Humanidades, 5to semestre

Materia: Sociología

Alumno: Rodolfo Castañares Armenta

Fecha: 5/oct/2016

Maestra: Inés Hernández

Misión:
          “Anunciar el Reino de Dios y colaborar con los padres de familia en la formación integral de los alumnos, a la luz del Evangelio, teniendo como centro a Jesús Sacramentado, a fin de lograr auténticos hijos de Dios y ciudadanos de la Patria.

Visión:
"El Colegio Tabasco se esfuerza por innovarse continuamente a fin de seguir trascendiendo en la formación y desarrollo de líderes religiosos y sociales capaces de transformar la realidad que les acontezca."


Antecedentes

Todos los humanos tienen tendencias criminales pero hay algunos factores que influyen en el desarrollo del comportamiento, ya sean causados genética o socialmente, definiendo el crecimiento y la personalidad de un individuo.

Cuando hablamos de una persona  desestabilizada mentalmente, podemos observar que la mayoría de los casos se han desarrollado por hechos traumáticos durante su infancia y adolescencia. Existen varias ramas especializadas en este tipo de  comportamientos humanos; como son: psicología, psicología forense, psiquiatría, sociología, etc.

Pero la rama del crimen que se abordara en específico es sobre los factores económicos y cómo influyen en el crimen.

¿Ser pobre de verdad influye a ser un criminal?

Para entender esto lo primero es saber la definición de crimen y criminal:

Crimen: es la acción voluntaria de herir gravemente o asesinar a alguien. La persona que lleva a cabo este tipo de acción se conoce como criminal. Se entiende por crimen a toda aquella acción o actividad que se realice sin respetar la ley tanto escrita como consuetudinaria. Consisten en delitos graves como el asesinato o el daño contra la integridad física de una persona.

Una vez abordado esto, se puede hacer la pregunta de nuevo, ¿De verdad el ser pobre influye en ingresar a la vida criminal o  este te facilita el ingreso a este tipo de vida?

En este tema hay diversos puntos de vista desde estudiosos que dicen que esto influye totalmente como Aristóteles que dijo y escribió que la pobreza es el padre de la revolución y el crimen, pero a la vez hay mucha gente que opina que el crimen no tiene nada que ver o que no es totalmente influido por la posición económica que una persona tenga.

En verdad, el factor económico en la criminalidad es de extrema complejidad, baste saber que, por ejemplo, tanto la pobreza como la riqueza pueden influir en su producción.

a.- En relación con la pobreza, es un hecho que la carencia de los medios indispensables para la satisfacción misma de las necesidades individuales y familiares (falta de trabajo, de vivienda adecuada, de servicios elementales, etc.), puede crear en los individuos un estado emocional susceptible de transformarse en sentimiento de inferioridad y de frustración que, así mismo, puede convertirse en odio o resentimiento hacia toda la sociedad, considerada como responsable de tales penurias. También puede generar rebeldía constante que suele traducirse en frecuente violación a las leyes, consideradas como instrumento de opresión y explotación; pudiendo además, generar irrespeto hacia las autoridades; actitudes todas ellas que pueden desencadenar en perpetración de delitos, igual puede influir el desempleo y la falta de trabajo por lo cual vea la única opción en el crimen o que sea un joven de bajos recursos sin estudios con poco criterio y se influya fácil por lo que que  escucha como como que los narcos y los capos del crimen son lo mejor y tienen un estilo de vida genial por lo cual este entre en esta vida de esta forma.

b.- En cuanto a la riqueza, no es menos cierto que las situaciones de bonanza y de extrema facilidad para la obtención de los bienes en la sociedad de consumo (lo cual conlleva a la perdida de la conciencia del valor de los objetos) se constituye, en gran medida, en fuente de la más moderna criminalidad: la criminalidad no convencional (económica, de cuello blanco, de los poderosos) El siempre querer más que se genera al ser ambicioso en las personas ricas los hace influir o entrar igual en la vida criminal, por el hecho de querer siempre más y de la forma más fácil como el lavado de dinero, desvío de fondos .etc.

Marginación socioeconómica:

 Unas condiciones de vida pobre hacen que la paternidad sea más difícil, la educación de los hijos más defectuosa y el control y supervisión de los mismos más deficientes, además de generar situaciones de estrés en los padres lo que puede, a su vez, influir en carencias afectivas y ausencia de muestras de cariño. Las situaciones de pobreza, marginalidad, hacinamiento (ausencia de espacio para dormir o para estudiar, no tener intimidad, etc.), falta de recursos y oportunidades, se consideran factores influyentes en el desarrollo de la violencia en la familia. Como ya hemos mencionado la familia desarrolla un papel relevante en el proceso de socialización de los niños y adolescentes, y aunque no sea el único factor explicativo de la delincuencia juvenil, si es cierto que su influencia en el desarrollo psicosocial, emocional y personal de los menores es indudable. Por eso, parece difícil objetar que una familia que viva en armonía, en la que los padres eduquen a sus hijos con verdaderas demostraciones de amor y cariño; en la que exista una buena comunicación padres – hijos, para conocer sus inquietudes y solucionar sus problemas; en la que los padres sean un espejo en el que se miren los hijos; supervisen correctamente lo que hacen sus hijos en su tiempo libre fuera de casa (con quién se relacionan, que lugares frecuentan, que actividades realizan, etc.); en la que la disciplina se utilice en su justa medida, potenciando los premios y gratificaciones ante conductas positivas más que los castigos ante conductas negativas; en la que se inculcan a los hijos valores humanos como la solidaridad, generosidad, tolerancia, etc., influirá decisivamente en el desarrollo personal de los jóvenes, actuando de contrapeso en aquellas situaciones en las que se presente la tentación de llevar a cabo alguna conducta antisocial o delictiva. Ahora bien, la gran pregunta que debemos hacernos es si esta familia “idílica” es posible que subsista en una sociedad como la que tenemos en la actualidad, en la que los valores familiares tradicionales se van perdiendo, parece que irremediablemente. En estos momentos, en sociedades como la nuestra, en la que por imperativos económicos, tanto el padre como la madre tienen la necesidad de trabajar fuera de casa, la familia se constituye en una estructura nuclear en la que los hijos adquieren cada vez más autonomía e independencia frente a los padres y las funciones tradicionales de cariño y educación se transfieren en gran medida a otras instituciones, produciéndose lo que se ha llamado doble socialización47 —incapacitadas para sustituir a la familia—, como los colegios y universidades, y, sobre todo, a los propios grupos adolescentes. Esta cultura adolescente, mayormente grupal, en la que el contacto, la amistad y la aceptación por sus compañeros, se convierte casi en el único motivo que da sentido a sus vidas, provoca con facilidad situaciones conflictivas favorecedoras de la delincuencia juvenil.

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