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TEORÍAS FILOSÓFICAS Y CONCEPTO DE DERECHOS HUMANOS


Enviado por   •  8 de Diciembre de 2014  •  1.080 Palabras (5 Páginas)  •  202 Visitas

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Se pueden distinguir dos ramas diferenciadas dentro de las teorías filosóficas que fundamentan los Derechos Humanos:

1) Las que se ocupan del bien moral.

2) Las que defienden una fundamentación individualista.

Las teorías filosóficas que defienden una fundamentación individualista, se puede dividir en dos a su vez también:

1) El Libertarismo afirma la vigencia suprema de la libertad humana. Por lo que lo único importante en ella es el ser humano y la protección de su libre voluntad. (En este caso los únicos derechos existentes serían los derechos civiles y políticos).

2) El liberalismo igualitario garantiza la libertad individual. Digamos que es como una ampliación de derechos del libertarismo. Y con ésta también aparecen los que aseguran la igualdad de oportunidades como son los derechos económicos, sociales y culturales.

En las teorías morales se encuentran:

1) El utilitarismo que posee un principio convincente y sencillo que dice que es bueno lo que maximiza el placer y malo lo contrario. En este caso se excluye de beneficiarios de los derechos a aquellos que no pudieran sentir dolor y/o placer.

2) El comunitarismo defiende el bien moral que resulta del carácter narrativo de la existencia humana. Es decir, nacemos y nos desarrollamos en comunidades que son las que nos configuran gran parte de nuestra identidad, nos da sentido a nuestra existencia y nos descubre el bien que tenemos que seguir en cada una de ellas. En ésta se reconoce que junto a los derechos de los individuos se dan también aquellos concebidos como derechos colectivos, derechos del individuo en cuanto pertenecemos a una determinada comunidad.

3) El derecho natural o iusnaturalismo. Aquí los iusnaturalistas defienden el término dignidad. Para ellos la vida humana debe ser respetada porque cada ser humano es sagrado; ya que tiene dignidad. Para ellos lo absoluto no es la libertad individual, ni la maximización del placer, ni las narraciones de las comunidades. Para ellos lo principalmente absoluto es el ser humano; es decir, todo ser humano.

La filosofía siempre ha cambiado a lo largo de la historia. Unas veces ha acentuado más el valor del individuo frente a la sociedad. Otras veces se ha declinado por la responsabilidad social. En ocasiones ha reclamado al hombre como individuo, una libertad económica y política. En ciertos periodos ha buscado la protección a los sectores más desfavorecidos de la sociedad y ha promovido el reconocimiento de sus derechos. Pero al fin y al cabo, puedo decir que la base para defender los derechos humanos siempre ha sido la cualidad intrínseca de la dignidad del hombre.

Por otra parte, me gustaría reflejar que hablar sobre los derechos humanos es un imperativo de todos los tiempos. Tratar de ellos, ahondar en su fundamentación filosófica y adecuada protección jurídica es un tema que pese a la gran literatura jurídica y filosófica escrita y de los múltiples debates a nivel nacional e internacional, siguen siendo desconocidos por muchos y violados por muchos Estados contemporáneos. Estos siguen presentando incongruencia entre lo que se piensa y lo que se declara; sobre todo, en lo que se realiza en fin de lograr una cultura democrática que sostenga la igualdad de derechos. De pronto, la expresión de una vida inauténtica (producto del posmodernismo) es la que contribuye a desconocer y evitar aproximarse a los Derechos Humanos de manera genuina.

Según Karl Kraus, los Derechos Humanos son el frágil juguete de los adultos, uno con el cual todos quieren jugar y que por eso no dejan que les quiten. Para él, la delimitación entre lo privado y lo público presenta una difícil demarcación en estos días. Kierkegaarg también lo apoya comentando que la distinción entre lo público y privado es relevada por una verborrea que es pública-privada. Lo que percibe este último autor es que tan falsa la totalidad como la singularidad, aunque ambas estén irremediablemente ligadas. A la par que Freud, no agrega lo social a la estructura de la interioridad, pues está contenida en ella. De esta manera, Freud introduce al super-yo como el conjunto de instituciones y moral internalizadas como parte fundamental de la entidad tripartita de la personalidad del individuo.

Nietzchel desarrolló que los Derechos Humanos son grados de poder reconocidos y garantizados. Por lo tanto, desde su perspectiva, nuestros derechos cambian y varían. Por ello çel considera que no hay Derechos Humanos, sólo relaciones de poder, justicia y derecho.

Heidegger en “Ser y tiempo” debata sobre la necesidad de sostener un discurso comprensiblemente afectivo para estar en el mundo, para alejarnos de esa imagen desintegrada de un mundo en el que habitan autómatas que se distancian una del otro a través de prodigiosos avances de la ciencia y técnica, pero que determinan grandes retrocesos en el cuidado y práctica de los valores morales. Así mismo, la noción hegeliana del Estado como realización de la idea moral, parece seguir manteniéndose viva y proyectándose en el horizonte político contemporáneo.

Por ello, los Derecho Humanos necesitan una enérgica defensa de los mismos frente a amenazas del totalitarismo estatal, que continúa hasta nuestros días (debilitándose pero manteniéndose) con el fin de rescatar la dignidad y la libertad, es necesario crear conciencia educando, luchar por la efectiva vigencia de los derechos en todos los momentos y circunstancias de la vida, no sólo en la actividad política, sino en las escuelas, familias, comunidad profesional, empresa económica. Es decir, cualquier que hacer del ser humano colectivo y privado.

Bajo mi punto de vista, es vital reconocer que los fundamentos filosóficos de los Derechos Humanos radican en la naturaleza del hombre: ser racional y ser libre. No vienen del Estado, ni de la sociedad, ni de las legislaciones. Sin embargo, tras catástrofes inhumanitarias, se ha tenido que remembrar y fortalecer su existencia. Las legislaciones deben declararlos y señalar garantías jurídicas; sin embargo, su existencia es anterior a todo, son inherente a todo ser humano.

Así lo han reconocido todos los pueblos civilizados (desde la antigüedad hasta nuestros días). Si introducimos la cultura greco-romana, podemos encontrar en las obras de Platón y Aristóteles menciones de la necesidad que las leyes positivas se ajusten a las exigencias espirituales y morales del hombre como criterio de justicia. Platón enuncia que los hombres prefieren soportar con paciencia las mayores calamidades antes que pertenecer a un Estado cuyas instituciones signifiquen una degradación moral de su ser. A pesar que la polis era una instancia de perfeccionamiento de la naturaleza humana y que el fin de la ciudad era el mismo que el fin de los ciudadanos, invocaban un derecho que subyacía al de la polis, un derecho óntico, que les pertenecía sine qua non.

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