Teoría Del Conocimiento
01Alexman2 de Junio de 2014
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JOHANNES HESSEN
TEORÍA DEL CONOCIMIENTO
TRADUCCIÓN DE JOSÉ GAOS
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ÍNDICE
Noticia preliminar, Francisco Romero, 3
Prólogo, 4
Introducción, 5
PRIMERA PARTE
TEORÍA GENERAL DEL CONOCIMIENTO.
INVESTIGACIÓN FENOMENOLÓGICA PRELIMINAR
I. La posibilidad del conocimiento, 18
II. El origen del conocimiento, 26
III. La esencia del conocimiento, 36
IV. Las especies del conocimiento, 49
V. El criterio de la verdad, 59
SEGUNDA PARTE
TEORÍA ESPECIAL DEL CONOCIMIENTO, 64
CONCLUSIÓN
La fe y el saber, 79
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NOTICIA PRELIMINAR
a primera edición en español de este libro se publicó hace años en la colección de la Revista de
Occidente y está agotada desde hace tiempo; el público lector advirtió desde bien pronto la calidad
de la obra, su mérito excepcional, su aptitud para iniciar en los difíciles problemas de la
gnoseología. La reedición viene a llenar un claro que probablemente no hubiera podido ser colmado por
ningún otro libro.
La colección alemana1 a que la obra en su edición original pertenece se inició en 1925 con la
Introducción a la filosofía de Aloys Müller, en redacción que fue luego considerablemente extendida;
siguió este volumen y a continuación otro de Müller, la Psicología; de los dos excelentes libros de Müller
hay traducción castellana. Los propósitos de la serie eran proporcionar obras de costo menos elevado
que los grandes tratados, pero completas en lo posible y rigurosas; salir al paso, mediante exposiciones
estrictas, a la apreciación superficial y confusa de las cuestiones filosóficas, e incorporar los resultados
más recientes de la indagación. El éxito de la colección alemana, duplicado en la acogida dispensada a los
volúmenes traducidos al español, atestigua que la realización siguió de cerca a las intenciones.
Debe declararse que el presente libro, más que una teoría del conocimiento, es una introducción
a los problemas que el conocimiento plantea. El vasto panorama de tales cuestiones, los diferentes
puntos de vista y las varias soluciones propuestas, se recogen en él con precisión y fidelidad, con una
seguridad y una eficacia didáctica que revelan tanto la hondura y versación del filósofo como la destreza
y la vocación del maestro. Quien sólo desee una visión de conjunto, la hallará aquí desarrollada en
manera perfecta. Al lector que intente afrontar textos que exponen y profundizan el tema según una
dirección determinada ‐la Crítica de la razón pura, por ejemplo‐ las páginas de Hessen le allanarán el
camino mostrándole los principales planteos del asunto en sus puntos capitales, con lo que dispondrá de
una noción previa y orientadora de la actitud que aspira a comprender en sus detalles y desarrollos, y al
mismo tiempo podrá tener presentes, para el contraste y la crítica, las restantes actitudes posibles sobre
los mismos problemas.
Hessen nació en 1889; su Teoría del conocimiento es fruto de sus lecciones en la Universidad de
Colonia. Figura entre los pensadores católicos de Alemania. Ha publicado: La fundamentación del
conocimiento según San Agustín (1916); La filosofía de Dios según San Agustín (1919); El conocimiento
inmediato de Dios según San Agustín (1919); La filosofía de la religión del neokantismo (1919); La prueba
agustiniana de la existencia de Dios (1920); Teoría del conocimiento agustiniana y tomista (1921);
Doctrina de la trinidad de Hegel (1921); Filosofía patrística y escolástica (1922); Corrientes filosóficas
contemporáneas (1922); San Agustín y su significación actual (1924); La teoría de las categorías de
Eduard von Hartmann y su significación para la filosofía actual (1924); La concepción del mundo de Santo
Tomás (1925); Teoría del conocimiento (1926); El principio de causalidad (1928); El método de la
metafísica (1932); El problema de la substancia en la filosofía moderna (1932); Los valores de santidad
(1938), etcétera.
Francisco Romero
1 Leitfäden ser Philosophie, herausgegeben von Dozenten der Hochschulen von Bonn und Köln.
L
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PRÓLOGO
a exposición que ofrecemos de la teoría del conocimiento ha surgido de las lecciones dadas por el
autor en la Universidad de Colonia. Esto explica su forma elemental. El esfuerzo del autor se ha
enderezado no tanto a ofrecer llanas soluciones como a exponer clara y razonadamente el sentido
de los problemas y las distintas posibilidades de resolverlos, sin renunciar naturalmente a desarrollar un
examen crítico y a adoptar una posición. El autor comparte con Nicolai Hartmann la convicción de que
"el último sentido del conocimiento filosófico no es tanto resolver enigmas como descubrir portentos".
La presente exposición de la teoría del conocimiento se distingue de las usuales desde tres
puntos de vista. En primer término, porque pone el método fenomenológico al servicio de la teoría del
conocimiento. En segundo lugar, porque plantea una discusión detenida del problema de la intuición,
que no suelen tratar las más de las exposiciones. Finalmente, porque desenvuelve la teoría especial del
conocimiento, además de la general.
Ojalá el presente trabajo contribuya a fomentar el interés, hoy redivivo, por las cuestiones
filosóficas.
Colonia, octubre de 1925
L
INTRODUCCIÓN
1. La esencia de la filosofía
a teoría del conocimiento es una disciplina filosófica. Para definir su posición en el todo que es la
filosofía, necesitamos partir de una definición esencial de ésta. Pero ¿cómo llegar a esta definición?
¿Qué método debemos emplear para definir la esencia de la filosofía?
Se podría intentar, ante todo, obtener una definición esencial de la filosofía, partiendo de la
significación de la palabra. La palabra filosofía procede de la lengua griega y vale tanto como amor a la
sabiduría, o, lo que quiere decir lo mismo, deseo de saber, de conocimiento. Es palmario que esta
significación etimológica de la palabra filosofía es demasiado general para extraer de ella una definición
esencial. Es menester evidentemente elegir otro método.
Podría pensarse en recoger las distintas definiciones esenciales que los filósofos han dado de la
filosofía, en el curso de la historia, y comparándolas unas con otras, obtener una definición exhaustiva.
Pero tampoco este procedimiento conduce al fin buscado. Las definiciones esenciales que encontramos
en la historia de la filosofía discrepan tanto, muchas veces, unas de otras, que parece completamente
imposible extraer de ellas una definición esencial unitaria de la filosofía. Compárese, por ejemplo, la
definición de la filosofía que dan Platón y Aristóteles ‐que definen la filosofía como la ciencia, pura y
simplemente‐ con la definición de los estoicos y de los epicúreos, para quienes la filosofía es una
aspiración a la virtud o a la felicidad, respectivamente. O compárese la definición que en la Edad
Moderna da de la filosofía Cristian Wolff que la define como scientia possibilium, quatenus esse possunt‐,
con la definición que da Friedrich Überweg en su conocido Tratado de historia de la filosofía, según la
cual la filosofía es "la ciencia de los principios". Tales divergencias hacen vano el intento de encontrar por
este camino una definición esencial de la filosofía. A tal definición sólo se llega, pues, prescindiendo de
dichas definiciones y encarándose con el contenido histórico de la filosofía misma. Este contenido nos da
el material de que podemos sacar el concepto esencial de la filosofía. Ha sido Wilhelm Dilthey el que ha
empleado por primera vez este método, en su ensayo sobre La esencia de la filosofía. Aquí le
seguiremos, con cierta libertad, intentando, sin embargo, a la vez desarrollar sus pensamientos.
Pero el procedimiento que acabamos de señalar parece destinado al fracaso, porque tropieza
con una dificultad de principio. Se trata de extraer del contenido histórico de la filosofía el concepto de
su esencia. Mas para poder hablar de un contenido histórico de la filosofía necesitamos ‐parece‐ poseer
ya un concepto de la filosofía. Necesitamos saber lo que es la filosofía, para sacar su concepto de los
hechos. En la definición esencial de la filosofía, dada la forma en que queremos obtenerla, parece haber,
pues, un círculo; este procedimiento parece, pues, por esta dificultad, condenado al fracaso.
Sin embargo, no es así. La dificultad señalada desaparece, si se piensa que no partimos de un
concepto definido de la filosofía, sino de la representación general que toda persona culta tiene de ella.
Como indica Dilthey: "Lo primero que debemos intentar es descubrir un contenido objetivo común en
todos aquellos sistemas, a la vista de los cuales se forma la representación general de la filosofía''.
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Estos sistemas existen, en efecto. Acerca de muchos productos del pensamiento cabe dudar de
que deban considerarse como filosofía. Pero toda duda
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