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UNA NUEVA ÉTICA


Enviado por   •  24 de Mayo de 2015  •  3.039 Palabras (13 Páginas)  •  155 Visitas

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La naturaleza del trabajo que ahora terminamos, eminentemente propositivo, no acepta conclusiones porque abre perspectivas al análisis de aplicaciones inspiradas en una concepción de la ética que se encuentra más en el permanente devenir, que en definir el contenido de la obligación que habría de imponerse al ser humano cuando éste actúa.

Nuestra oposición original frente a una ética estática ocupada en descubrir la norma universal a la que debería ajustarse el actuar humano se basa en la visión ontológica que privilegia el proceso y la interacción orgánica de todo lo que existe. Hemos propuesto una ética que considera al sujeto actuante y a su entorno como resultado de su pasado que siendo pasado, sin embargo está presente como una ruta ya recorrida sin la cual sería incomprensible, porque inexistente, dicha realidad. De forma paralela, en un contexto dominado por la historia, el futuro cobra realidad e importancia determinante porque se le ve también como un dato en la acción-intención que expresa el bien para el sujeto actuante. En tal sentido, hemos interpretado al sujeto moral como resultado y origen de la historia: normas, valores, instituciones, sujetos, ciencia, fenómenos naturales, costumbres, etc. También hemos postulado una visión del tiempo en que transcurre la historia como la extensión o potencialidad de cada entidad para entrar en la relación con otras entidades.

Dimos paso a considerar al actuar humano como fuente única de normatividad, concebido como el mismo devenir porque el hombre, siendo sujeto moral, es pura actividad permanente, conscientemente realizada. Su ser es actuar como entidad consciente, las más de las veces y permanente como organismo biológico, como entidad física. Aristóteles postuló que la tendencia natural hacia su propio bien que está contenido en los seres que lo rodean constituye el origen del actuar humano. De manera semejante, para la ética del devenir el hombre actúa porque al igual que todas las entidades que conforman al universo, persigue su propia permanencia en el ser, a la que encuentra en el actuar. Su bien primordial consiste en mantenerse en el ser. De aquí desprendimos la norma fundamental según la cual existe la realidad, y el hombre como parte de ella: todo ser tiende necesariamente a permanecer en el ser. Esta norma de la acción humana no le viene impuesta de fuera, sino que es su propia forma de existir.

Nos propusimos a explicar al ser humano como causa de sí mismo (causa final) en la medida en que por su acción tiende a mantenerse en el ser, pero también como causa eficiente en la medida en que modifica a otras entidades de su entorno. En esta doble causalidad se origina la responsabilidad que tiene también una doble dirección: hacia el sujeto actuante, y hacia el entorno viendo en éste la ocasión para obtener su propio bien, pero también su participación para favorecer su bien, puesto que de él -del entorno- depende el bien del hombre. Vimos que esta vinculación del hombre con su entorno es una relación orgánica donde todo depende de todo, y donde cada entidad requiere de las demás para subsistir; es decir, donde el que actúa persiguiendo su propio bien (causa final de si mismo) depende de la entidad que recibe su acción (causa eficiente). Con esto pretendemos superar cualquier relación que privilegie al centro sobre la periferia, o viceversa, porque no existe una relación de superioridad/inferioridad, ya que ambos términos de la relación se requieren. En consecuencia, vemos que la acción del ser humano integra la idea de bien para sí mismo, integra a la Razón porque percibe conceptualmente el futuro al que aspira a través de su acción; integra también a la "satisfacción" propia que percibe primero como posibilidad, y luego como actualidad, es decir, como realización, pero sobre todo integra al futuro como posibilidad absoluta donde se propone desarrollar su propia existencia y la de su entorno.

La ética del futuro propone ver al sujeto racional como el valor absoluto en la armonía del universo, y en consecuencia centrar su reflexión en él, toda vez que al actuar deviene no solamente sujeto moral, en la medida en que se hace responsable el resultado de su acción, sino que ésta conforma su misma existencia. El sujeto es por tanto resultado de sus acciones, que son relación; es consecuencia constante de su actuar, es en realidad un "superjeto" para dejar de lado las teorías filosóficas que presentan al sujeto como el subtstrato de sus accidentes, en lo que incluyen a la acción misma. De esa forma concebimos que la moralidad se origina en, y por y para el sujeto porque éste deviene gracias a su acción previamente determinada por él mismo.

En consecuencia, el sujeto racional actuante constituye la norma única de su acción porque la norma o ley que rige la acción del ser humano se constituye por la acción misma que se da en la relación con su entorno en el que desde luego existen sus semejantes, pero también lo viviente y lo material o físico. Ciertamente la ley puede ser abstraída y vista como lo rige la acción, pero sólo existe en dicha acción, como fusionada en ella, aunque seamos capaces de verla como resultado de la misma. Es la relación la que impone tanto la existencia concreta de las otras entidades, como la forma propia de la entidad que actúa. La norma es por tanto expresión del a interacción en la que existen, y por la que devienen las entidades del universo. No que obligadamente deba ajustarse la acción humana; tampoco es algo externo que se le imponga al sujeto. Esta concepción de la norma es semejante a la costumbre en tanto que es expresión de la existencia permanente de los seres, y se aplica tanto a la norma o ley en la naturaleza irracional, como al ser humano. No es, sin embargo, el resultado de ensayo y error que con criterio utilitario fuera discerniendo lo que es más conveniente para los seres, porque eso nos llevaría a ver la realidad como estática, de la que habría que desentrañar su esencia, aunque ésta fuera concebida como un fin último a alcanzar. En la ética del devenir proponemos que la norma de la acción humana es también dinámica porque se origina y se funde con el actuar mismo del hombre y anteriormente con el de todas las demás entidades bajo la premisa que la permanencia en ser propio depende de la misma permanencia en otras entidades.

Para ampliar el significado del sujeto racional como norma única de su acción proponemos que la acción del hombre es guiada por sus propios "sentimientos". Son éstos los que determinan su devenir. En el "sentimiento" se da el acceso a lo que es la otra cosa percibida, y al mismo tiempo lo que el hombre pretende con su acción. Es un impulso interior que cada entidad racional tiene de sí misma. Los "sentimientos" presentes en toda acción

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