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Venganza Queer: Un Recorrido Virtual (y Selectivo) Por Sitios Pos-porno Y Feminismo Pro-sexo.

azulesturquesa25 de Septiembre de 2013

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Venganza queer: un recorrido virtual (y selectivo) por sitios pos-porno y feminismo pro-sexo.

Introducción

Para un seminario llamado “una teoría crítica de la cultura”, correspondiente al doctorado en estudios de género de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), el profesor requirió un escrito cuyo tema fuera “pornografía”.

Para ello dejó una lista acotada de autorxs que abarcaba dos textos, uno de Beatriz “Beto” Preciado sobre arquitectura y sexualidad en Playboy durante la guerra fría, y otros dos del libro “Placeres disidentes” de lxs brasilerxs Díaz Benitez y Figari.

Sin embargo, mientras toda esta “porno-ciencia” acontecía en el claustro universitario miraba a mis compañerxs y pensaba que nunca nos habíamos juntado a ver “una porno”, como sí lo hacía con mis compañeras del colegio secundario. Pensé en la primera vez que había visto una de “esas” películas y también pensé que como “mujer heterosexual” quizás había visto mucho porno, estando prácticamente segura que ninguna de mis compañeras profesoras conocía a Jenna Jameson, Rocco Siffredi, Nacho Vidal, Dana Fletcher o Briana Banks, estrellas del porno mean-stream y principalmente anglo-parlantes (aunque este dato no suela ser significativo para lxs consumidorxs, sí lo es en cuanto a la industria).

También recordé cómo esos nombres los supe por un ex novio machista que gustaba del porno y que como “señorita heterosexual de cierta clase” tuve que ocultar dichos consumos de la misma manera que luego como “mujer feminista universitaria” los seguí ocultando porque dentro del feminismo militante la pornografía no era más que opresión femenina, y no podía ser menos que “espantoso” excitarse con ella.

Repasando mi relación con el porno descubrí que el trabajo requerido por el profesor implicaba acudir a un instrumento clásico (libros) para el abordaje de un tema como la pornografía. Claro que esto es válido, pero me hizo reflexionar sobre lo siguiente: si durante la adolescencia en los tempranos ´90 recurríamos a los VHS ocultos de algún padre o hermano, ahora ¿adónde va la gente cuando quiere ver pornografía o hacer un trabajo “gonzo” que le permita aprender, meditar, detenerse en ese primerísimo primer plano, en ese macro que por primera vez lo explica todo? Por supuesto que a la Internet, la mejor plataforma para el porno.

Sin embargo, si bien la primera vez que “consumí” porno meinstream fue en soporte VHS (sin ninguna teorización previa), mi primer encuentro con el término posporno fue en un libro, que por supuesto hablaba de la magia de Internet y la necesidad de un buen anti-virus.

Fue Gabriela Wiener con su Sexografías (2008) quien me mostró un escenario posible para quienes habitamos la multiplicidad identitaria y a su vez gustamos de aquello socialmente clasificado como “bajos” consumos.

De las crónicas gonzo de Wiener me llamó la atención una titulada metapornosis. Allí, la autora cuenta de su temprana experiencia con el porno a través de la película Cicciolina en la granja. Recuerda, entre otras cosas, a la actriz manteniendo sexo oral con un caballo y un perro y luego se pregunta ¿por qué una chica de mentalidad plural e ideas pos-feministas, lamentable consumidora de pornografía fascista e incluso anti-ecológica, no puede ser un tipo de queer? (Wiener, 2008, p. 107). Fue a partir de esa genial pregunta (que introduzco en este escrito a modo de ruido) que descubrí la producción de pornografía queer, o pos-porno, o de la pornografía como estética disidente y por qué no pos-feminista.

Si bien se empezó a hablar de pos-porno a principios de los ´80, fue tiempo después que di cuenta de la existencia de dicha producción y su vínculo con los movimientos y festivales queer como el congreso internacional Queeruption , donde por primera vez se incluyó el emprendimiento web de María LLopis www.girlswholikeporno.com, quien en 2010 publicó el libro “El postporno era eso”.

Girlswholikeporno es un nombre altamente convocante, y fue desde ese puerto del que zarpé para comenzar un recorrido por el ciberespacio, buscando otros blogs cuyos redactorxs declararan un sitio para la pos-pornografía. De eso se trata este trabajo; una recopilación o reseña de algunos discursos en español disponibles en el territorio virtual, vinculados a grupos que se auto-denominan militantes de un movimiento pro-sex, porno-feminista, artistas, promotores y divulgadores de pos-porno, una estética disidente y alternativa, que declaran enarbolar la bandera del sexo cansadxs de ser víctimas y desheredadxs del sistema .

Girlswholikeporno.com por María LLopis

Esta página que comenzó como blog se anuncia como feminismo pro-sex, disidencias sexuales y maternidades subversivas. En ciertos medios gráficos (Página 12 de Argentina y Reforma de México ) para los que María ha dado entrevistas, el sitio aparece definido como un “grupo de investigación pornográfica” y su autora como una “pornógrafa”. Lo cierto es que el site contiene de todo, como una lista de “post porn authors” entre las que por supuesto encabeza Annie Sprinkle y cuyo link te redirige hasta anniesprinkle.org (asm) donde además de leer la biografía de la precursora dama del espéculo, se pueden adquirir sus películas. Tampoco faltan nombres como Beatriz Preciado, Bruce LaBruce, Belladonna, Virginia Despentes, Gabriela Wiener, Itziar Ziga, y muchos otros, que van desde clásicos como La Petite Claudine (versión blog), pasando por O.R.G.I.A hasta Zorra Suprema. También ofrece una lista completa de festivales post-porno, entre los que se encuentra Queerruption, rated x Amsterdam y un festival de cine sexual de Argentina que se llevó a cabo el año pasado con el nombre 1ra muestra de cortometrajes de “educación sexual y arte erótico” en la Universidad Nacional de San Martín UNSAM. Se puede leer una lista de publicaciones, de las cuales la mayoría no están disponibles para descarga o lectura online, entre las que se encuentra El posporno era eso de María Llopis (no disponible), el Testo Yonki de Preciado (no disponible), Teoría King Kong de Virginia Despentes (no disponible), Female Masculinity de Judith Halberstam (disponible on-line en inglés), Historia de la vagina de Catherine Blackledge (no disponible), Por el culo. Políticas anales de Sáez y Carrascosa (no disponible), Capitalismo gore de Sayak Valencia Triana (no disponible), Devenir perra de Itziar Ziga (libro no disponible y blog) y un Zulo propio de Itziar Ziga (tampoco disponible), entre otros. También contiene una lista con categorías, entre las que se lee: art Works, caperucitas y lobas, cibersexo, feminismos varios, los medios y yo, masculinidades, maternidades subversivas, menstruación, personal, pornografía mainstream, postporno, queer/transmarikabollo, sex work, transfeminismo y violación, lo cual llama la atención por su similitud con las páginas de porno mainstream, o como María define “hetero-patriarcal y capitalista” y su tendencia a categorizar.

En el universo de María el pos-porno aparece como una lucha política, como un movimiento, como arte, como teoría, como práctica, como alternativo, subversivo, anti-capitalista, punk, terapéutico, reivindicativo del deseo femenino, de las medias tintas, de lo raro, de lo confuso, anti-erótico, desobediente y des-generado. Si bien la autora, al igual que otrxs, reniega de su definición para no convertirlo en una categoría que lo desvincule de su estirpe queer, al igual que otrxs, termina haciéndolo:

“El post-porno es la cristalización de las luchas gay y lesbianas de las últimas décadas, del movimiento queer, de la reivindicación de la prostitución dentro del feminismo, del post-feminismo, y de todos los feminismos políticos transgresores, de la cultura punk anti-capitalista y DYG (hazlo tú misma) Es la apropiación de un género, el de la representación explícita del sexo, que ha sido hasta ahora monopolizado por la industria. El post-porno es una reflexión crítica sobre el discurso pornográfico” (María LLopis. Entrevista suplemento SOY Página12 Argentina, 30/04/2010)

En girlswholikeporno hay una rotunda oposición a la idea de un “porno femenino”, aquel que se asocia con lo softcore, como si lo que gustara y excitara a las mujeres fuera universal, y además estás no pudieran gozar con lo hardcore. Esta cuestión la opone también a lo “erótico”, aquello que ha sido establecido por los circuitos comerciales como “más propicio para las mujeres” por no ser tan rudo y explícito, sino suavecito y de luces bajas, simplificando burdamente nuestra sexualidad. Desde este lugar, el porno para mujeres no puede ser más que un producto comercial, una etiqueta para la venta, ya que lo que se tenga entre las piernas no puede influenciar el gusto por un tipo de sexo u otro. Sin embargo, entre los cortos que realiza María hay poco de harcore o bestial, más allá del nombre de uno de ellos: la bestia; donde la vemos desnuda subiéndose a un árbol, resultan interesantes el striptease de su abuela y el belga, en el cual cuenta con una voz en off sobre su propia imagen como llevó a un mochilero belga de unos 25 años hasta una fábrica en Castellón, en la que debía trabajar esa noche, y lo forzó a tener sexo con ella. Para María la violencia va mucho más allá del género, porque todos podemos estar en posición de víctima o agresor.

Esta cuestión de la violencia y la des-victimización de las mujeres constituyen el discurso post-pornográfico que se declara heredero de Virginia Despentes e inspirado en Tarantino. En este sentido, en la película española Pornobrujas [Gautier, 20 min, 2011] que aparece recomendada

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