Angel Viso Identidad Y Ruptura
DanielaCamacho23 de Octubre de 2011
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Introducción
La manera en que nos presentan la historia de un país es a través del estudio de los acontecimientos o hechos ocurridos, conectándolos con los comportamientos sociales actuales de sus habitantes, pero, a algunos historiadores y políticos, le dan un vuelco acomodándolo a las realidades y necesidades políticas/sociales del momento. Esto da una visión muy sesgada de la identidad de una nación, dejando fuera lo interior de cada individuo, lo que sintió en su momento, lo que quedó marcado en su psiquis y que se quiera o no, va pasando de generación en generación.
En Venezuela, por ejemplo, se ha querido imponer una visión heroica de los indígenas, junto a una degradación de la figura española, durante la época de la colonia, olvidando que fue la integración de todos lo que le dio al venezolano su identidad. Poco sabemos de nuestros antecesores indígenas o de los africanos esclavos, y aun cuando la gran mayoría provenimos del mestizaje de los colonos con las indias (los denominados pardos) éstos fueron desviándose cada vez más de sus raíces, a tal punto que fueron los mismos descendientes directos de españoles los que contribuyen a la liberación de Venezuela.
El estudio de los episodios de conquista, tanto en América como en Europa, nos permite evaluar sus contrastes con los hechos políticos que sucedieron a lo largo del período de independencia, y poder entender por qué el venezolano no posee una identidad más parecida a sus antiguos colonizadores, como es el caso europeo, sino más bien una mezcla de resentimiento hacia ellos y una admiración forzada a los antepasados indígenas y africanos.
El presente ensayo hace un recorrido por estos episodios de manera de esclarecer un poco, el enigma de identidad que posee el venezolano.
El pasado no es necesariamente lo que los libros de historia enseña, va más allá de eso, tiene que ver con esa “vivencia colectiva”, para usar el término que emplea el autor Angel Bermardo Viso en su libro “Venezuela: identidad y ruptura”, son más bien las huellas que han dejado las experiencias de las generaciones anteriores que de alguna manera se acumulan en nosotros. Más aun, las historias que narran los libros, por lo general son inventadas o amoldadas para justificar una necesidad más que nada política.
La experiencia de las generaciones anteriores acumulándose en nosotros, nos condiciona por las formas culturales que crea y hace brotar en nuestro interior, los prejuicios que nos inculca y por la visión del pasado nacida de esa experiencia, es decir, el pasado no se limita a permanecer estático sino que influye sobre nuestra conducta y va transformándose y transformándonos. Podríamos decir, que los hechos históricos solo tienen importancia en la medida que condicionan nuestra conciencia y la modelan en el transcurso de nuestra vida
A lo largo de la historia han ocurrido innumerables eventos de conquista donde el conquistador termina ocupando, no solo el territorio invadido, no solo mezclándose con el pueblo conquistado y dejando su descendencia, sino impregnando su versión histórica de los hechos ocurridos en su proceso de conquista. Es por ello que, por lo general, se termina careciendo de una identidad propia, para pasar a tener una especie de “mentalidad colonial” como lo señala Rafael Caldera en su ensayo “La mentalidad colonial”
No podemos negar que nuestros antepasados fueron indios, españoles y negros. En el mundo precolombino los nativos son nuestros antepasados por la carne, pero no habitan en nosotros ni nos han contado su historia, salvo la que historiadores y políticos nos han dicho, y a veces, tenemos la sospecha que detrás de la epopeya oficial de nuestros caciques solo se oculta una serie de nombres sin contenido concreto y la carencia absoluta de intuición sobre sus seres verdaderos, que tuvieron una historia imposible de conocer y ante quienes nos inclinamos en silencio renunciando a profanar su memoria. El indio debió sentir un odio natural al invasor, un estremecimiento ante lo desconocido, terror ante la cólera divina, abatimiento e impotencia ante la desigualdad de medios de dominio.
Los venezolanos por su parte son descendientes en gran mayoría del mestizaje entre los colonizadores españoles y mujeres indias, a quienes violaron en épocas de la conquista. Esto seguramente indujo a una especie de resentimiento, el cual se fue acrecentado aún más por la masiva importación de negros africanos, lo cual fue complicando la identidad del venezolano. Este resentimiento étnico fue dando lugar a un resentimiento social, como lo menciona la autora Ana Teresa Torres en el capítulo de “La degradación de héroes” de su libro “La herencia de la Tribu”
Se puede apreciar también cómo autores españoles de la época, utilizan subterfugios para poder esconder cualquier concepto de fuerza o dominio sobre los indígenas en sus escritos, Bartolomé de las Casas, por ejemplo, emplea la palabra “poblamiento” en vez de “conquista”. Autores más recientes, sin embargo, hacen ver una historia mucho más cruda de la época, así por ejemplo, el psiquiatra y escritor Francisco Herrera Luque en su libro “Los Viajeros de Indias” explica, con gran detalle por cierto, las atrocidades cometidas por estos conquistadores e incluso los califica como verdaderos psicópatas.
¿Qué aporto el negro a nuestra sociedad? Sin duda se trataba de una cultura primitiva en un estadio de evolución inferior, arrancada de su ambiente original e implantado a la fuerza en otro medio, su proceso de transculturación debió ser todavía mas intenso que el del indio con la diferencia que su mayor fortaleza y dinamismo han hecho pervivir muchas de sus formas culturales en nosotros.
La diferencia de color y de caracteres somáticos entre amos y esclavos hace indeleble la mancha de la esclavitud en las generaciones siguientes, y acentúa el resentimiento
Entre otros autores de la actualidad vale la pena destacar también la opinión de Mario Briceño Iragorri, quien hace reflexionar sobre el hecho que el período independentista no hizo desaparecer la mentalidad colonial, sino más bien la hizo continuar hasta nuestros días. Explica Rafael Caldera en su ensayo sobre la mentalidad colonial: “¿Qué significa decir que tenemos una mentalidad colonial? Que seguimos pensando como si fuéramos una colonia, es decir, un territorio de ocupación donde hay unas personas intentando trasladar la cultura de su lugar de procedencia. Desarrollamos nuestra vida, pero como un reflejo pálido de la verdadera vida, que tiene lugar en la metrópoli, sea cual fuere en el caso la metrópoli efectiva o soñada.”
La identidad entre el yo español y el yo americano se rompió hace más o menos 170 años, es decir, que muchos venezolanos ni si quiera percibimos que en gran medida descendemos de españoles y aún aceptando que el único móvil de la conquista por parte de España era el oro americano, deberíamos reconocer que cuando llegaron querían hacer suya para siempre esta tierra formando una sociedad semejante a la Peninsular y por eso más que con el descubrimiento de América ésta fue creada por la conquista y la colonia, formando un pueblo de buenas costumbres, sobrio, sumiso y obediente a las leyes pero con una economía basada en la esclavitud, la encomienda, las diferencias y todos los rasgos considerados negativos hoy en día aun cuando éstos, no es seguro, no hubiesen sido percibidos por los distintos integrantes de la sociedad puesto que la clase dominante no tenía conciencia de cometer injusticia y la clase dominada (indio y negro) tampoco tenía conciencia de una injusticia global por que no tenían previamente la concepción de una sociedad que predicara la igualdad absoluta.
Fueron los descendientes de los conquistadores quienes sintiéndose relegados, desarrollaron un sentimiento colectivo contra el español, culpable de todos los males lo que hizo que se hiciera indispensable la independencia para sacudirnos su yugo insoportable, los criollos habían perdido la mayor parte de los recuerdos comunes con los peninsulares y sus hazañas era parte de la mitología. Esta falta de la tradición fue lo que permitió mirar el gobierno español como algo extranjero y opresivo, a pesar de que si hiciéramos un estudio racial, encontraríamos el predominio del elemento blanco de raíz española y deberíamos sentirnos descendientes y no como “quienes estaban sometidos a otros”, todo esto ha llevado a un rechazo del pasado de forma radical y a la pérdida del recuerdo, si la farsa del antirracismo no existiera y empezáramos por reconocer nuestra desigualdad racial, diríamos como Simón Bolívar: “Nacidos todos del seno de la misma madre, nuestros padres, diferentes en origen y en sangre son extranjeros y todos difieren visiblemente en la epidermis: esta desemejanza trae un reato de la mayor trascendencia”. Inculcaríamos la creencia de la verdadera fuerza del hombre y dejaríamos de adoptar oficialmente el credo de los desheredados, que es el mayor obstáculo para la superación efectiva.
El cataclismo en nuestra historia
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