ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Apuntes Sobre El Mito Y La Tradición Oral

daglibertaria18 de Octubre de 2013

3.552 Palabras (15 Páginas)556 Visitas

Página 1 de 15

Apuntes sobre el mito y la tradición oral

Marc de Civrieux

La sociedad mitológica

El mito es la tradición oral de las sociedades ágrafas naturales o preurbanas de la antigüedad y de las muchas regiones todavía alejadas de las ciudades actuales. Se cuenta y se repite incansablemente cada vez que los miembros de una misma tribu se reúnen para el rito.

Estas sociedades, que aquí llamaremos naturales, tienen con la ecología del ambiente que los rodea contactos numerosos y mucho más estrechos que las sociedades urbanas de diversas épocas y, en particular, las de nuestra sociedad urbana industrial.

Como se ha dicho —y vale recalcarlo— las sociedades naturales típicas son ágrafas, no

utilizan la escritura para comunicarse entre sí, sino tan sólo para pintar pictografías de símbolos en las piedras de su ambiente ecológico. Por ser ágrafo, el mito debe repetirse oralmente con frecuencia durante la vida diaria de cada quien, bien sea informalmente o durante las fiestas colectivas especiales, llamadas ritos.

El mito constituye la raíz cultural natural —es decir, de toda cultura autóctona—, desde

la época arcaica hasta la época actual, ya que sobrevive en las habitaciones humanas no urbanas de la actualidad y nada ha cambiado en su mensaje universal ni en sus episodios anecdóticos desde el tiempo de los babilonios o de los egipcios. Sus héroes son los mismos arquetipos de cuerpo puramente mental, según se entiende de la obra del gran psicólogo moderno Carl Gustav Jung, la del filósofo contemporáneo Alan Watts o la del escritor Hermann Hesse, cuya infancia fue mágica. Estos, entre muchos otros poetas y filósofos de nuestros tiempos.

El mito no usa conceptos para expresarse, sino que relata escenas concretamente vividas y sus personajes son arquetipos que nunca mueren ni envejecen. Comunica enseñanza fuera de los conceptos filosóficos de origen urbano, basadas en hechos objetivos sin juicios de valor. Esos son los símbolos.

Como se ha dicho, el mito ha sido desde la más remota antigüedad del hombre hasta el inicio de la era urbana y, recientemente, de nuestra era industrial, la única guía de la conducta colectiva de las sociedades naturales. En consecuencia, el mito es ancestro directo de lo que serían luego escuelas filosóficas dialécticas. Estas establecen su comunicación social a través de una escritura aprisionada en libros, cerrados y costosos, cuya lectura es el privilegio de minorías cultas, económicamente pudientes.

Con el curso del tiempo, las sociedades urbanas se desarrollaron y perfeccionaron técnicas industriales, al mismo tiempo que grandiosos edificios filosóficos racionalistas. Hoy, el confort de estas sociedades se considera superior al equilibrio natural. Los miembros de estas sociedades modernas se llaman a sí mismos "racionales", queriendo significar, con esta insolente y equivocada palabra, que son racionalistas mientras niegan a las culturas de la naturaleza el uso de razón, llamándolas despectivamente, irracionales. Niegan a la intuición natural y a la maestría en el manejo de los símbolos ancestrales todo derecho a llamarse razón y a ser u n importante componente de la mente humana.

Las sociedades racionalistas urbanas e industriales progresaron como manchas cancerosas de contaminación ambiental y como enemigas del uso de la intuición simbólica de los mitos. Son intolerantes respecto a l ambiente ecológico natural, quieren superar y suprimir a la naturaleza y a los hombres que viven en su seno. Estas quieren remplazar los mitos por teorías y mejorar lo natural con las producciones culturales de la hegemonía del cerebro sobre el corazón.

En nuestra época, las sociedades llamadas razonables se han desarrollado y predomina su gran poder material sobre las sociedades humildes que viven imitando, en muchos casos, la vida de los animales y de las plantas. El desarrollo racionalista de las nuevas formas de la filosofía gana terreno cada día y es intolerante con respecto al modo de vida y a las producciones

literarias de las sociedades ágrafas. Nos referimos a la literatura y al mito. Las pretensiones hegemónicas de la nueva forma de la razón persiguen desterrar la sin-razón de los seres que insisten en pensar con símbolos, en lugar de conceptos. Como se puede

entender de lo ya dicho, este grupo incluye a los artistas modernos, quienes se marginan y conforman grupos marginales retomando el pensamiento en símbolos.

La imposición o destrucción de una cultura por otra tiene su ejemplo más patente en la

Conquista. Los conquistadores y los misioneros de la protoconquista estaban convencidos de su derecho al exterminio y a la esclavitud de los seres "irracionales" que, a su juicio, eran los indígenas precolombinos. Los misioneros creían ingenuamente que podían quitar a los autóctonos su libertad con la excusa de que iban a dar enseñanza religiosa, digna, según su cultura. El mito cumplía las mismas funciones sociales, espirituales e incluso religiosas que las filosofías y la religión de los conquistadores, aun cuando utilizaban un lenguaje muy distinto. Los españoles conquistadores fueron incapaces de admitir esta verdad. Su intolerancia no tenía límite, así como tampoco su sed de poder temporal y espiritual.

El mito fue y es fuente principal de sabiduría arcaica o salvaje. Sin embargo, ha ido perdiendo la raíz de su mensaje, convirtiéndose en leyendas dedicadas a los niños. Esquema que continúa fundándose en el concepto racionalista del mito que lo desvirtúa y margina.

Mito y rito

Ni la lengua común, ni la tradición mítica común, bastan de por sí para cimentar una unidad cultural, espiritual y política entre las sociedades naturales o preurbanas. Para actualizar o lograr dicha unión es necesaria la con junción de una trinidad de factores, no de una dualidad. La trilogía sagrada, base de toda sociedad preurbana, es la siguiente: lengua, mitología y ritual. Esta sociedad activa, unitaria, comprende un determinado número de casas comunales o aldeas vecinas aliadas, consanguíneas, las cuales constituyen la verdadera tribu.

Los antropólogos modernos, basándose en la unidad lingüística, consideran generalmente como una misma tribu a todos los individuos que hablan el mismo lenguaje. Sin embargo, el concepto moderno de tribu fundado en dicho criterio es puramente convencional. Cada casa comunal representa un verdadero estado. Cada grupo lingüístico consta de diversas casas comunales o grupos locales, a veces numerosos. Por su proximidad recíproca, algunas de ellas tienen nexos mutuos

matrimoniales y de consanguinidad inmediata, por eso constituyen una unidad concreta, una alianza. El rito es el modo de transmisión del mito: solemne, colectivo, en lengua profana y sagrada, en cantos o "mitos cantados".

Para sellar la alianza que constituye una tribu y que se establece no sólo con la lengua, sino también con la tradición mítica común, es indispensable compartir la vida ritual y celebrar en ciertas fechas, por ejemplo, la celebración de los ritos familiares relacionados con los matrimonios, la iniciación de los hijos de la

alianza entre las casas que conforman la tribu, y los ritos dedicados a los dioses comunes de las casas aliadas.

Los dioses de la tribu, o sea, de la alianza entre varias casas- estados unidos entre sí por una sangre común, no son los héroes de la mitología. La mitología común es, como lo hemos visto, el patrimonio común de una unidad lingüística, llamada así según el concepto de la moderna etnología.

Los héroes míticos son arquetipos que, por su actuación en el mundo natural donde surgieron al principio de los tiempos, deben servir de modelo a la acción de todos los hombres, pero sus enseñanzas no tienen por qué ser respetadas por los enemigos de la alianza que pueden estar incluidos en el mismo grupo lingüístico.

Los dioses de cada alianza son su propiedad exclusiva, antepasados directos, difuntos, debidamente recordados en los rituales de cada grupo local. Son los abuelos, los ancestros de la casa multifamiliar y de sus vecinos pertenecientes a la alianza. Los ancestros comunes dejaron en la tierra sus espíritus inmortales que siguen residiendo en los mismos sitios donde vivieron. Después de muertos, siguen protegiendo la tribu y enseñando su sabiduría a los miembros supervivientes de la familia en cada casa.

Estos ancestros se honran y se consultan durante las ceremonias rituales que se celebran en cada casa-estado. Participan vecinos de las casas aliadas, portadores de la misma sangre, en cuyas venas sobrevive la sangre de los espíritus protectores del grupo.

La celebración de los rituales es un llamado a los miembros dispersos, vivos y muertos, de la comunidad familiar. Tanto la parte viviente y la parte difunta de la familia, estado

o tribu espiritual, se reúnen y celebran alegremente, con bailes simbólicos, cantos recordatorios, alegría y libertad, inducidos por el consumo ritual de licores y de tabaco.

(…)

Durante dichos rituales, los ancianos vivos son el escalón entre la sabiduría de los abuelos difuntos y los jóvenes que participan en el rito. La fiesta se lleva a cabo de una manera muy alegre, exenta de cohibiciones morales convencionales, es la iniciación formal de los jóvenes en la tradición

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (23 Kb)
Leer 14 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com