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Calos Fuentes


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2013  •  2.912 Palabras (12 Páginas)  •  410 Visitas

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La obra de Carlos Fuentes es un mapa del complejo imaginario mexicano que incluye mitología, ontología, identificación y búsqueda. La escritura de Fuentes es un amplio mosaico cuyo diseño dibuja el movimiento de un deseo que pasa por lo cognoscitivo histórico, lo teológico, lo mágico, lo enciclopédico, lo filosófico. Una escritura que transfigura la realidad, una literatura con vocación visionaria. Cada uno de sus libros forma parte de una serie capaz de sugerir infinitas aproximaciones al mundo. Acróbata que reúne en su ejercicio inteligencia e imaginación.

Carlos Fuentes se propuso la tarea soberbia de abarcar «La Edad del Tiempo». Su obra se reúne con aquellas que, de algún modo, han intentado clasificar lo inclasificable, medir lo inconmensurable e historiar lo inaprehensible: Balzac figuró su «Comedia Humana», Borges escribió la Historia de la eternidad y la Historia universal de la infamia; Paolo Zellini aventuró una Breve storia dell’infinito. Fuentes rebasa los límites de lo imaginable y construye «La Edad del Tiempo» en diferentes capítulos-libros, que forman parte de un gran proyecto literario que, con afán totalizador, quiso agotar la historia —cuya materia es el tiempo. Este proyecto de escritura de Fuentes se explicitó por vez primera en 1987, en las primeras páginas de Cristóbal Nonato, y se ha visto enriquecido con el paso de los años.

Carlos Fuentes es un escritor mexicano, y lo que acabo de decir es una obviedad, una banalidad: pero quiero aclarar que es mexicano no sólo por su pertenencia geográfica (aunque nació en Panamá); afirmo que es mexicano porque es uno de los pensadores que más conoció nuestro país, que más lo estudió y verbalizó. México estuvo siempre en el centro de sus preocupaciones y exploraciones.

Fuentes, tal como lo señala él mismo en su ensayo Valiente mundo nuevo (1990) a propósito de otros escritores, ha dado Nombre y Voz a México, por medio de la Memoria y el Deseo. Cada uno de sus libros, de ficción o de ensayo, explora alguna zona de la amplísima panoplia que constituye el Ser mexicano, le ha dado nombre y voz a toda la escala que compone la sinfonía mexicana.

El acto de la nominación es una de las principales vocaciones de la literatura. Para hacer que las cosas vivan, para volverlas presentes, es imprescindible nombrarlas. Mediante técnicas literarias antiguas y modernas, Fuentes da fuerza y consistencia, con pasión, a una tradición cultural en el México contemporáneo donde cohabitan indios herederos de culturas prehispánicas, ejecutivos de consorcios internacionales, mestizos de tantas razas, universitarios, analfabetas, narcotraficantes y desheredados, entre otros múltiples personajes. México en un mosaico, un calidoscopio de mitos y figuras. La historia de nuestro país dio a este escritor los principales elementos para desarrollar, con imaginación y audacia, textos que se han convertido en clásicos de la literatura mundial.

La región más transparente (1958) fue un acontecimiento en las letras de México, puso en escena a la ciudad más poblada del mundo, el Distrito Federal, una ciudad convulsiva con sus personajes míticos, arquetípicos y caricaturescos de los años cincuenta; es una novela que conjunta tradición con inventiva y renovación de estilos y formas de narrar.

Una novela que, a mi juicio, mostró a la perfección la maestría y la capacidad de síntesis de Fuentes es La muerte de Artemio Cruz (1962). El personaje, Artemio Cruz, tiene sangre india, negra y europea, y ojos verdes: resume en sí mismo la historia de México en su periodo más complejo, el episodio de los cambios radicales, la fundación del México nuevo. Artemio nace bajo el régimen de Porfirio Díaz, es un joven en las trincheras de la Revolución Mexicana, su madurez transcurre en el vértigo posrevolucionario, cuando las riquezas del país fueron repartidas entre los sobrevivientes, dispuestos a obedecer los mandatos de los presidentes en turno. Artemio deviene hombre poderoso apoyado en la corrupción y la podredumbre de la nueva nación que no sabe muy bien —ni quiere aprender— cómo gobernarse y se vende con facilidad a los extranjeros; no le importa ejercer la democracia que tanto había buscado desde la Independencia de la corona española, cien años antes, en 1810.

Fuentes ha opinado que la Revolución de 1910 es el suceso clave de la historia mexicana moderna. Una conmoción económica, política, social y cultural, la afirmación de México como un país diversificado, que significó, también, el final de los disfraces y del afán de imitación de países como Francia y Estados Unidos. La Revolución reveló lo que era México: enfrentó a los mexicanos consigo mismos; transformó la imagen que el país tenía de sí mismo, y eso se manifestó no sólo en los sitios en que hubo lucha armada, también en la imaginación de los artistas, en la pintura, la poesía, la novela, el cine, la arquitectura...

La muerte de Artemio Cruz es una lección de historia, una narración que al tiempo que divierte por su estilo vertiginoso, complicado, enseña cómo fue el pasado para tratar de entender el presente.

La muerte de Artemio Cruz es probablemente la novela de Carlos Fuentes que ha recibido mayor atención de los lectores. Miles de páginas se han escrito, pero recuerdo una afirmación del crítico chileno Fernando Alegría, quien refirió: «En La muerte de Artemio Cruz hay páginas que, por su fuerza poética, no tienen igual en la literatura mexicana contemporánea». Es una narración compleja, cifrada, que sólo se entrega al lector después de cierto ejercicio de coparticipación con el autor, con el narrador. José Emilio Pacheco, dos meses después de la aparición de la novela, afirmó, en el suplemento La Cultura en México:

Obra en sí valiosa e importante, no lo es menos por la renovación que significa, por los caminos que abre a la narrativa mexicana. Como, además, el libro manifiesta en todo momento la actitud política que Fuentes ha sostenido en un buen número de artículos, nadie pecaría de inteligente si dijese que tales razones explican por qué una novela bastante más que considerable como ésta ha tenido, salvando como siempre las excepciones, un recibimiento hostil e incomprensivo por parte de la crítica. [...] Creo que en el caso de Artemio Cruz, nuevamente, la sorpresa se ha transformado en indignación. Novela densa, compleja, en no pocos pasajes difícil de leer; novela que utiliza todos los registros de las últimas técnicas; novela, en fin, que a mayor abundamiento se arriesga a ser enjuiciada no por sus méritos literarios sino por sus ideas políticas, La muerte de Artemio Cruz merece, en todo caso, un intento —por humilde que sea— de comprensión.

Cuando revisamos la crítica que ha generado

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