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DIFERENTES APORTES TEÓRICO METODOLÓGICOS DE LA CIENCIA SOCIAL LATINOAMERICANA

DayanaHilo20 de Mayo de 2014

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ENSAYO DE LOS TEMAS:

2.2 DIFERENTES APORTES TEÓRICO METODOLÓGICOS DE LA CIENCIA SOCIAL LATINOAMERICANA

2.3 LOS REFERENTES DE ANÁLISIS SOCIALES

2.4 IMPACTO DEL PENSAMIENTO EUROPEO EN LA REFLEXIÓN LATINOAMERICANA

FECHA DE ENTREGA: 29/04/2014

INTRODUCCIÓN

Para poder entender las ideas de los pensadores acerca de cómo transcendió la relación europea y América latina es necesario saber la base de su origen, desde Hegel hasta Theotonio Dos Santos, Simón Bolívar entre otros.

Hegel desde la universidad de 1931 de Berlín da un espacio para enfocarse al que él denominaba mundo nuevo (América Latina), el observaba que había una inmadurez geográfica y no tenía muchas posibilidades de desarrollo, estos territorios deben ser colonizados por Europa para entrar a la historia universal todo lo que es tomado por Europa es tomado por el espíritu la racionalidad y la historia.

En base a su pensamiento (dialéctica) que es una herramienta movimiento interno de la historia avanza de negación en negación y finalmente llega a la afirmación del saber absoluto. Su discípulo Karl Marx y su pensamiento manifiesto comunista desarrolla una admiración por el poder burguesista hasta el punto que comienzan a decir que Marx a de enterrar a la burguesía o limpiarla, el cree que una burguesía se tiene que expandirse y de ahí que el crecer en sus relaciones de producción capitalista que surge un proletariado industrial que es el que va hacer finalmente realizar una revolución.

Se desarrolla la lucha entre clases y la destrucción hombre naturaleza con fines de tecno capitalismo a beneficio del capitalismo.

DESARROLLO

Entre 1830 y 1831, Federico Hegel expuso en su cátedra de la Universidad de Berlín la Filosofía de la Historia. Carlos, su hijo, al publicar la segunda edición de esas lecciones, cuenta cómo logró el profesor Gans reunir los materiales que, convertidos en un texto universal, han venido a ser una de las obras más influyentes en la política europea. Toda esa filosofía, leída por un latinoamericano, desconcierta.

Tenemos dos puntos de referencia para ver cómo se aproximaban a nuestra realidad el primer filósofo del siglo, Hegel, y el primer naturalista, Humboldt. Hegel tenía muy presentes a los hermanos Humboldt, y así su Filosofía de la Historia trae en la primera página un epígrafe de Guillermo, con cierto sabor imperial: "La historia del Mundo no es inteligible fuera de un gobierno del mundo". El otro, Alejandro, que anduvo por estos mundos desde Filadelfia hasta México, La Habana, Santa Fe, Caracas y Quito, hubiera podido suministrar una divisa muy diferente, sacada de unas experiencias muy distintas: la América española estaba madura para independizarse como [la inglesa. Al hacer a Bolívar esta reflexión, le decía: "Lo único que ocurre es que no veo quién la acaudille..." Alejandro, pues, veía dos mundos independientes. Su punto de vista era distinto al de su hermano.

El hecho histórico está en la fecha de las lecciones de Hegel. En 1830 se habían ya independizado de cuatro imperios europeos Estados Unidos, Haití, los países hispanoamericanos menos Cuba y Puerto Rico, y Brasil. Lo que estos desligamientos, después de trescientos años de coloniaje, pudieran significar para el mundo europeo es cosa que deben juzgar, más que nosotros, los iniciadores de los imperios, que están todos en el Viejo Mundo. Lo notable es verificar en Hegel una ignorancia extensísima sobre el hecho americano, que coloca a la América que él ve en un plano no muy distinto del precolombino.

Cuando él proclama que lo americano no forma parte de la historia universal corta de un tajo las relaciones que han podido existir entre los dos hemisferios a partir de la penetración europea que comienza en cuanto Colón abre el camino. Y así se siente autorizado para hacer estas afirmaciones: "De América y su grado de civilización, especialmente en México y Perú, tenemos informaciones, pero que no importan sino como cosa enteramente nacional, que muere en cuanto se aproxima el español. América ha demostrado siempre en ella misma ser impotente física y psíquicamente, y así ha permanecido hasta hoy.

En cuanto los europeos llegaron a América, los aborígenes fueron evaporándose al solo aliento de la actividad europea. En los Estados Unidos de Norteamérica todos los ciudadanos descienden de europeos, que no pudieron fundirse con los aborígenes: los fueron echando atrás. Los aborígenes ciertamente han adoptado algunos usos y costumbres europeos, entre otros el beber brandy, que les han traído consecuencias mortales. En el sur los nativos fueron tratados con violencia mucho más grande, y empleados en trabajos tan pesados que exigían una fortaleza para la cual no estaban capacitados. Una disposición débil y desapacible, la falta de carácter y una sumisión pasiva frente a los criollos, y mayor frente a los europeos, son las características principales de los aborígenes americanos que están muy lejos de que logren los europeos hacer que nazca en ellos el espíritu de independencia.

La inferioridad de estos individuos en todo sentido, hasta en su propia estatura, es notoria; sólo cabe descontar una raza aislada como la de los de Patagonia, en el sur, de naturaleza más vigorosa pero que todavía se mueven dentro de una condición de rudeza y barbarie. Cuando los jesuitas y el clero católico se propusieron iniciar a los indios en la cultura y costumbres europeas (como es bien sabido fundaron en el Paraguay un Estado, y conventos en México y California) comenzaron a tener con ellos una intimidad más cerrada y les prescribieron las obligaciones de la vida diaria que, a pesar de su propia disposición, cumplían bajo el comando de los frailes.

A medianoche se tocaba una campana para que cumplieran sus deberes matrimoniales. Ante todo se quería, sabiamente, despertar la formación de deseos, despertar de modo general la actividad humana...", etcétera.

Hegel se mueve dentro de un mundo cerrado a estas consideraciones. En 1830 América ya tiene un pasado que para nosotros es más historia que la Revolución Francesa, discutida y estudiada por él. Más aún: como revolución, la nuestra es más radical y multitudinaria. Fue una consecuencia de la emigración de los europeos que vinieron a construir en el otro lado del Atlántico un Nuevo Mundo. Éxodo único en la historia de Occidente.

En la revolución de la Bastilla, el pueblo de París se moviliza para imitar un proceso americano: el de la República. Entonces, lo que se consideraba en Francia como Revolución, con mayúsculas, lo que publicaba la prensa de París, era la revuelta de Filadelfia. Este movimiento de los emigrados ingleses anunciaba un cambio profundo en las ideas filosóficas de Europa... Hegel no vio la raíz americana, como no vio en la proclamación de los derechos del hombre por la Asamblea Nacional, una copia de la Constitución de Virginia. No detectó el hecho del fracaso mismo de la República en Francia que duró apenas de 1789 a 1795, cuando vino el Directorio, que rápidamente cedió el paso al Imperio.

En América, no digamos la república de Estados Unidos, proclamada trece años antes que la de Francia, pero hasta la chiquitita de Colombia, proclamada como las del resto de la América española en 1810, lleva por el momento 178 años de existencia sin interrupción, cosa que para un prusiano como el profesor Hegel algo debería contar.

La discrepancia que tendríamos con el libro de Hegel llega al origen mismo de las palabras, empezando por la expresión Nuevo Mundo, que en nuestra lengua americana tiene un significado radicalmente opuesto a estas palabras del profesor de Berlín: "El espíritu alemán es el espíritu del Nuevo Mundo". El Nuevo Mundo, como protesta, se construye en América, y es la rebelión más a fondo que se haya expresado para buscar un nuevo espíritu de las leyes. La filosofía se escribe apoyándola en hechos, y los hechos toman una proyección inesperada cuando los hombres se sienten libres en América. Está en lo justo el profesor alemán cuando dice que "la historia del Mundo no es otra cosa sino el desarrollo de la idea de libertad", palabras de indiscutible belleza y hermosura que podrían complementarse con éstas de Simón Bolívar: ' 'La libertad de América es la esperanza del Nuevo Mundo".

Del término "marxismo" nos obliga a fijar, desde el primer momento, las coordenadas en que habremos de movernos. Primera: la de atenernos a una situación de hecho: la diversidad de corrientes marxistas en América Latina.

Segunda: la de considerar marxistas a todas las corrientes que se remiten a Marx, independientemente de cómo hayan sido rotuladas: socialdemocracia, leninismo, maoísmo, castrismo-guevarismo, reformismo o foquismo. Por marxismo en América Latina entenderemos, pues, la teoría y la práctica que se ha elaborado en ella tratando de revisar, aplicar, desarrollar o enriquecer el marxismo clásico.

Puesto que todo marxismo se remite a Marx, cabe empezar preguntándonos: ¿cuál es el Marx que llega a América Latina? Es el Marx de los textos que primeramente circulan en el continente, el del Manifiesto comunista, primer tomo de El capital y Prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política, textos leídos desde la década del 80 del siglo XIX, con clave socialdemócrata

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