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EDUCACIÓN LIBERADORA O BANCARIA DE PALACIOS “CUESTIÓN ESCOLAR”; FREIRE “EL GRITO MANSO”


Enviado por   •  16 de Diciembre de 2017  •  Apuntes  •  2.594 Palabras (11 Páginas)  •  459 Visitas

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ESCUELA NORMAL SUPERIOR

“Domingo Faustino Sarmiento”

INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACIÓN DOCENTE Nº112.

Carrera Profesorado de Educación Primaria.

2do parcial de TSOPE.

Profesora: Saulesleja, Sofía.

Alumnas:

  • Aiello, Micaela.
  • Chiple Mayra.
  • Fernández Tamara.
  • Pérez, Julieta.

Año: 2do B  /    2017

En base a los textos leídos: EDUCACIÓN LIBERADORA O BANCARIA DE PALACIOS “CUESTIÓN ESCOLAR”; FREIRE “EL GRITO MANSO”. La problemática elegida para nuestro análisis es la “Crisis Educativa”, tal como hemos mencionado antes, la Educación ha sufrido diferentes transformaciones y perspectivas a lo largo del tiempo, como dice Jesús Palacios en su apartado, la educación denominada por un lado “Educación Bancaria” se lo concebía al hombre como a un banco en el que se depositaban los valores educativos. El educador y sólo él era quien tenía el saber y el alumno era el ignorante. El educador transmitía su saber, y el alumno no tenía opción más que asimilarlo en forma pasiva. Este tipo de concepción era mecánica y estática de la conciencia y transformaba a los alumnos en objetos y no en sujetos.

Por otro lado, otras de las concepciones que nos presenta es el de la “Educación Liberadora”, totalmente opuesta a la Bancaria, respondiendo a la esencia del ser de la conciencia. Esta partía de la fe en la capacidad de pensar en los hombres, de dialogar entre ellos, de la actividad y la criticidad. En ayudar a los oprimidos a pasar de su conciencia ingenua a una transitiva y crítica de responsabilidad y participación política.

Basándonos en todo esto, partimos una relación desde nuestras Observaciones en el Campo de la Práctica, en las cuales pudimos ser testigos cómo de cierto modo dentro de las escuelas, los docentes cumplían con estos dos tipos de concepciones sobre la educación del alumno, sobre el cómo educar al alumno. Desde el docente provisto como tradicionalista “bancario” en donde mostraba que su único propósito era el depositar conocimientos en el niño, de mostrarse como la autoridad, el único que tiene el saber y debe transmitirlo sin mera posibilidad de la reflexión; y, por otra parte, los docentes que de cierta manera tenían una visión más “liberadora” cuya finalidad es al llevar una clase  permitirle al alumno la participación, el reflexionar propios de una educación ideal para el niño para incentivarlo a ser un sujeto crítico y reflexivo, para concientizarlo sobre lo que ocurre a su alrededor para que  se pueda sentir capacitado para poder transformar aquellos situaciones o problemas que lo corrompen.

Como plantea Freire en su texto “Grito Manso” una de las tareas más gratificantes como en nuestro caso, futuros docentes, es ayudar a los educandos a Aprender a comprender y a comunicar esa comprensión a los otros. No se trata de hacer un discurso que será incomprensible para ellos, no es hacer simplismo porque es una falta de respeto para ellos. La práctica docente parte de la curiosidad de ser críticos, de asumirse como sujetos de la historia, con esperanzas y ganas de luchar para mejorar o transformar el mundo. Se trata de no sólo enseñar o aprender leyendo un libro, sino de leer en los ojos, en los movimientos de ser capaces de percibir si los niños entendieron lo que se dijo o no, la necesidad de aprender a escuchar, ya que es escuchando que se aprende a hablar, de inventar situaciones creadoras de saberes. Se trata de una tarea seria y compleja, teniendo la responsabilidad de no intentar amoldar a los alumnos sino de desafiarlos para que ellos participen como sujetos de su propia formación, de acompañarlos teniendo uno como formador la convicción de lo que hace, no se puede dar una clase sin tener la convicción de lo que uno hace.

Tal vez, parte de la crisis que se ve en la educación hoy en día también parte del contexto social del cual provienen los chicos, en la Escuela que nos tocó observar en Santa Brígida se veían chicos que venían de familias precarias, con un bagaje de conocimientos muy escaso. La Escuela por este lado además de brindarle a los chicos, en este caso contando con esta posibilidad, un desayuno y un plato de comida para el almuerzo, se encuentra en una constante lucha de las dificultades que traen consigo los niños para aprender.

Nosotras que observábamos a Segundo Ciclo, ya que la Escuela que observábamos tenía la peculiaridad de estar dividida en Primer y Segundo ciclo por turnos (1er ciclo a la tarde y 2do ciclo a la mañana), cómo los niños estando en esta segunda etapa de la escolaridad, principalmente en 5to grado, contaba con serias dificultades en la escritura en la lectura, somos conscientes de que al ser educadores tenemos la obligación de acompañar, guiar y formar a los alumnos, y también somos conscientes de que a veces la sociedad dificulta ese labor.

 Con respecto al texto Pedagogía de la esperanza y escuela pública, en una era de desencanto de Pablo Gentili. El autor plantea una pedagogía de la esperanza en tiempos de desencanto debe edificarse en los desafíos que educadores y educadoras precisan asumir y, de hecho, muchos de ellos asumen, en la cotidianeidad del trabajo escolar.

La pedagogía de la esperanza es, por definición, una pedagogía de la igualdad y por la igualdad. La igualdad que la pedagogía de la esperanza pretende construir no puede ser una igualdad meramente formal o que se reconozca, simplemente, en los principios jurídicos que la establecen ("somos todos iguales ante la ley", "todos tenemos igual derecho a la educación"). Sin desconsiderar la importancia que, en una sociedad democrática, posee la igualdad formal, -esta pedagogía pretende ir más allá de ella, construyendo valores, sentidos y derechos donde la igualdad se estructure como práctica efectiva en la vida cotidiana de nuestras comunidades. Se sustenta en los principios de una ética solidaria y militante, debe fundarse en prácticas solidarias y acciones militantes que reconozcan que el propio sentido de la solidaridad es hoy objeto de disputa. De tal forma, el solidarismo que fundamenta nuestra esperanza radical se sustenta en el carácter liberador de la educación. Se trata, de reconocer el imperativo ético de luchar contra las injusticias que produce y reproduce un sistema excluyente y discriminador. De pensar la solidaridad como compromiso de lucha por una sociedad más justa, de una lucha que no.es "para" los excluidos, sino "con" los excluidos.

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