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La Cultura Chupícuaro En Salvatierra


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2013  •  3.778 Palabras (16 Páginas)  •  532 Visitas

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ANTECEDENTES

En el municipio de Salvatierra, Guanajuato existieron asentamientos indígenas, los nombres de algunas comunidades que lo atestiguan son: Eménguaro, Maravatío y Urireo. Se ha probado que varias culturas se asentaron en diversas partes de nuestro municipio, como son la Chupícuaro, la Tolteca-Chichimeca y la Purépecha o Tarasca, siendo los sitios arqueológicos más importantes los que circundan el cerro de Culiacán (por ejemplo La Quemada), por ser éste el legendario Aztlán de donde salieron algunas de las culturas más importantes en todo Mesoamérica.

La Cultura Chupícuaro: corresponde al periodo Preclásico y floreció entre los años 400 a.C. al 200 a.C., se desarrolló en la ribera del río Lerma, cerca de la ciudad de Acámbaro, desafortunadamente muchos de los restos materiales de ésta cultura quedaron bajo las aguas de la presa "Solís". Se dedicaban a la caza, pesca, recolección de frutos y cultivos del maíz, así como a la elaboración de cerámica de barro característica con colores rojo, negro y blanco y de figurillas de barro que representan principalmente a mujeres, que están relacionadas con la fertilidad. También fabricaron puntas de lanzas con obsidiana y joyería con huesos y conchas. (Zavala & Corona, 2009)

La cultura Chupícuaro se estableció alrededor del 650 a.C., sobre las riveras aledañas a la confluencia de los ríos Lerma y Coroneo en la región sur del actual estado de Guanajuato, constituyéndose como un pueblo agrícola cuyo desarrollo tuvo una influencia notable en las culturas teotihuacanas, toltecas y centro occidente.

La toponimia “Chupícuaro” se integra por dos vocablos de origen tarasco: “Chupicua” cuyo significado es “Color azul” y “Ro”, que quiere decir “Lugar”, por lo que el significado bien puede establecerse como “En el lugar azul”, de especial relevancia si se atiende a la importancia del color azul en el pensamiento cosmogónico indígena, asociándolo al concepto de lejanía en tiempo y espacio.

La cultura Chupícuaro es ampliamente conocida por la riqueza de su repertorio cerámico; sus colores brillantes, su iconografía, la variedad de sus formas y sus evidentes cualidades estéticas le infirieron gran personalidad. Su decoración se basa principalmente en un estilo de carácter geométrico donde una sola línea puede parecer demasiado simple como motivo decorativo, más no si entra en combinación con otras cuya única diferencia es el color, lo que deriva en la afortunada composición y combinación cromática tan característica en su decoración.

Ejemplos extraordinarios de la cultura Chupícuaro son las vasijas, objetos y figurillas antropomorfas que representan partes del cuerpo humano, cabezas, caras, piernas y pies, combinando técnicas como el modelado y el pastillaje.

El rojo que fue uno de los colores más usados entre los antiguos alfareros, se combinó con otros colores, como el crema y el negro, los cuales, con el engobe y bruñido respectivo, dotaron a su producción alfarera de notable brillantez y gran firmeza tonal.

Una de las características más interesantes de la cerámica de Chupícuaro radica en la belleza de sus elegantes formas, cuya técnica de factura repercutió en el quehacer alfarero de las culturas ubicadas en la frontera septentrional de Mesoamérica, y hasta más allá de su propio tiempo.

“Chupícuaro, esplendor de una cultura”, es una muestra que testimonia el alto nivel de desarrollo alcanzado por esta cultura, más allá de las grandes construcciones, donde su refinamiento y enorme capacidad creadora quedo perfectamente plasmada en la innegable riqueza de su quehacer alfarero. (Morado, 2009)

Ejemplos extraordinarios de la cultura Chupícuaro son las vasijas antropomorfas que representan partes del cuerpo humano, cabezas, caras, piernas y pies, combinando técnicas como el modelado y la pintura para dar un efecto realista. En el arte funerario de esta época temprana se observa la predilección por las imágenes de aves y peces, ya que idealizaron los animales de los cuales se servían para su supervivencia y por la importancia de estos en la dieta, además en el caso de las aves por el papel que ocupan en la cosmología como mensajeros divinos, portando las semillas en los ritos agrícolas.

En cuanto a las representaciones humanas modeladas en barro, las hay huecas que siguen la misma decoración de las vasijas, así como sólidas que son las más notables por la calidad y complejidad. Las figuritas de Chupícuaro son pequeñas obras de arte hechas con delicadeza y simplicidad. Este tipo está realizado a base de patillaje que consiste en añadir tiras de barro a la superficie, la decoración se centra en la cabeza, se caracterizan por tener los ojos alargados y la nariz extendida hacia la barbilla, dejando el resto del cuerpo sin ornamentación; los cuerpos son pequeños en proporción a la cabeza, la cual puede medir la mitad de la altura total de la figurilla que

va de 7 a 13 centímetros, un reducido número de ellas tiene sólo indicadas las manos y los pies. La mayoría de las figurillas están de pie, cuando aparecen sentadas, las piernas son cortas y los brazos descansan en el pecho o abdomen. (Villatoro, 1997)

Los muertos eran enterrados en tumbas simples, cavadas entre 1,5 y 2 m de profundidad. Los cuerpos se encuentran extendidos, de espaldas, sin seguir una orientación fija, aunque muchos están alrededor de tecuiles o fogones. Otros están delimitados por bolas de piedra, figurando tumbas incipientes. Junto a los cuerpos se encuentran abundantes ofrendas de cerámica, figurillas, adornos de jade, entre otros. Incluso algunos de los muertos eran acompañados por sus perros, enterrados cuidadosamente, posiblemente con el fin de que los guiara en el más allá. También hay entierros en urnas y casos en que se presentan cráneos aislados y cortados, lo que ha sido interpretado como posibles cabezas trofeo. (Museo local de Acámbaro, 2013)

Además de las figurillas y recipientes, esta cultura ha proporcionado otras variedades de objetos cerámicos, entre ellos cabe mencionar, vasijas miniatura, orejeras, tepalcates re trabajados que probablemente sirvieron de pesas para las redes de pesca, collares, estatuillas femeninas y de animales, instrumentos musicales bien elaborados, tales como, ocarinas, silbatos, flautas y sonajas.

Otros objetos son de concha, de huesos y de piedra, que inducen a pensar que ya practicaban un comercio con pueblos lejanos. Entre estos objetos, fue encontrado, en el cerro del Conejo, cerca de San José del Carmen, un collar de conchas y caracoles intactos, y algunas boleadoras o bolas de piedra que seguramente servían para cazar o jugar.

La influencia teotihuacana se

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