ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Para Un Balance De La Izquierda Venezolana

Orlandozabaleta26 de Agosto de 2012

6.260 Palabras (26 Páginas)495 Visitas

Página 1 de 26

Para un balance de la Izquierda venezolana

Orlando Zabaleta

1. Derecha e Izquierda

Sartre dijo una vez que la diferencia entre la Derecha y la Izquierda era que la Derecha administra lo que existe y la Izquierda administra lo que no existe. A primera vista pareciera como una diferenciación más poética que eficaz. Pero no lo es.

Porque, en efecto, la Derecha existe para mantener el “estatus quo”, mientras la Izquierda está obligada a soñar un mundo que no existe, el futuro, y “administrarlo” significa procurar que ese mundo del porvenir sea posible y llegue a existir. En la medida en que se olvida de su papel y acaba administrando lo existente, en lo cual por supuesto está envuelta, olvidándose del futuro, deja de ser Izquierda.

En ese sentido, siempre hubo y siempre habrá Derecha e Izquierda, porque siempre se necesitarán nuevos mundos para sustituir al viejo, mundos nuevos que, a su vez, irrevocablemente envejecerán.

Cuando la Derecha, a partir de su gran y exitosa ofensiva de los noventa, lanzó la idea de que ya no había Derecha e Izquierda, no sólo pretendía borrar a la Izquierda, dar por sentado que el orden establecido era y sería para siempre el único orden posible. Pretendía más: al negarse también a sí misma, al negar su propia existencia como Derecha, procuraba ocultarse, hacerse invisible, así le sería más fácil controlar el mundo.

Hacía como los integrantes de la Fundación, en la famosa saga de ciencia ficción de Asimov, cuando a través de una meditada combinación convencen a toda la Galaxia de que ellos son un mito, de que la Fundación no existe, porque en la medida en que los hombres ignoraran su existencia, ellos, los hombres de la Fundación, seguirían, ocultos, asegurándose de que el Plan Seldon, que regía el desarrollo de toda la galaxia, se cumpliera.

Hasta se puso de moda en los noventa, recordar que los nombres de esa división política obedecían al hecho, evidentemente casual, de que en la Asamblea Nacional francesa que surgió a raíz de la revolución, allá al final del siglo XVIII, a la derecha se sentaban los conservadores, mientras los radicales se sentaban a la izquierda. Era ridículo, por supuesto, utilizar un argumento etimológico para imponer la idea de la desaparición de la distinción. Algo así como criticar a los liceos a partir de que la palabra “liceo” viene de “lobo”.

-

En Venezuela, la palabra “izquierda” adquirió sentido nacional al regreso de los exiliados políticos a la muerte de Gómez en 1936.

El término más usado hasta entonces era el de “revolucionario”, pero este término no tenía en aquella época la carga social que le reconocemos ahora. Durante las guerras civiles, nombre un tanto pomposo con el cual los historiadores se refieren a esas disputas caudillistas que dominaron las últimas décadas del siglo XIX venezolano, “revolucionario” era simplemente quien se alzaba contra el gobierno. Y eran muy habituales estos alzamientos, porque, como dijo Guzmán Blanco, “Venezuela es un cuero seco, que se pisa por un lado y se levanta por el otro”.

En la época del Benemérito, bastaba con que algún general, o gobernador de estado del régimen, se alzara contra el gobierno para que pasara al campo “revolucionario”. No importaba si el personaje, ahora alzado, hubiese incluso sido de los que acompañaron a Gómez cuando el golpe contra Castro, y hubiese sido leal servidor del Benemérito durante décadas.

El eje político fundamental no era económico ni social ni ideológico. Era el gobierno. De allí el dicho de “un tiro para el gobierno y un tiro para la revolución”.

Muchos de los estudiantes del 28, al principio ingenuos, participaron antes de salir al destierro en una oscura intentona de sublevación, en la que seguramente estarían comprometidos funcionarios del gobierno. Ya en el exilio, el contacto con los viejos exiliados fue inmediato, entre los “revolucionarios” del exterior estaban también los ex gomecistas, los viejos caudillos desplazados, los representantes de alguna de las partes del viejo “liberalismo” decimonónico.

Los muchachos evolucionaron hacia la izquierda, pronto se separaron de las viejas figuras meramente antigomecistas, atraídos por la idea de que Gómez no era la explicación de sí mismo, Gómez era la expresión de un atraso estructural del país. El marxismo era en aquel entonces la teoría social dominante entre los sectores avanzados que emergían en los países de la periferia. El nacionalismo de derecha no era fuerte en Venezuela, por su atraso económico-social y porque la integración nacional, en gran parte obra del petróleo, estaba muy reciente. Así, los muchachos exiliados que regresaron en el año 36, apenas muerto Gómez, estaban influidos por el marxismo.

Muy pobremente influidos, hay que agregar. En esa época la literatura marxista no era muy fácil de conseguir ni en el Caribe ni en Colombia, que fueron sus lugares de exilio. Además, ya la Tercera Internacional, cuyo análisis nos englobaba con la etiqueta de “países neocoloniales”, había producido esa burda simplificación del marxismo, más o menos escolástica, que se llamó estalinismo. Así que tuvieron que conformarse con unos pocos libros y algunos folletos.

Llamarse de izquierda, pues, era más significativo que llamarse “revolucionario”. Así que todos se proclamaban de izquierda. Desde Rómulo, por supuesto, hasta Jóvito, y los que más tarde formarían el PCV. Un poco revueltos y transitoriamente, conformarían los primeros partidos modernos que aparecieron en Venezuela: ORVE (Organización Venezuela), ARDI (Agrupación Revolucionaria de Izquierda). Hasta que los antiguos dirigentes juveniles se descantan en los partidos que serían históricos en Venezuela durante la segunda mitad del siglo XX: Acción Democrática, PCV y URD.

En el clima de movilización popular que siguió a la muerte de Gómez, la Izquierda era la Oposición y la Derecha el gobierno post-gomecista.

López Contreras supo moverse políticamente. Por un lado utilizó el movimiento popular como justificación para deshacerse del atrasado gomenato tradicional. Frente a los requerimientos populares al arrancar el año 36 prometió apertura democrática y el establecimiento y respeto de muchos derechos. Pero cuando el movimiento popular perdió impulso, se olvidó de sus promesas iniciales y arrancó la represión contra los líderes políticos de Izquierda, que tuvieron que volver al exilio.

Hubo un movimiento, que luego se convertiría en partido, que sí se situó explícitamente en la Derecha. Fueron un sector de jóvenes estudiantes liderizado por Caldera que divide a la combativa y opositora Federación de Estudiantes de Venezuela, la FEV. La división la realizan explícitamente bajo la bandera del anticomunismo, era admiradores del falangismo español, y para apoyar al gobierno de López. El mismo día en que montan tienda aparte los estudiantes de la derecha, el joven Caldera visita en Palacio al presidente.

López Contreras sabe que el país está despierto. Los tiempos son otros, muy distintos a aquellos en los cuales Gómez gobernaba al país como una hacienda. Al final, el gobierno se ve obligado a hacer un partido.

En el sector cercano a Medina, se desarrolla una corriente que pretende ir más adelante que López. En verdad, el país no podía quedarse a medio camino. Es la llamada “ala luminosa” del medinismo, cuyo más connotado representante sería Arturo Uslar Pietri.

A nadie se le ocurrirá acusar a Uslar de izquierdista. En efecto, es una derecha moderna la que allí emergió. O con más precisión: una derecha modernizante. Tiene un programa que podríamos llamar genéricamente desarrollista con ciertos elementos nacionalistas.

El PCV, entrampado en la lógica del etapismo que impuso el estalinismo no dudó en creer haber encontrado a la “burguesía nacional” en esta ala medinista. Se estaría, siguiendo esa lógica del etapismo, en la etapa de la revolución burguesa, la burguesía nacional adelantaría así la democratización política, la lucha contra el latifundio, la industrialización y el rescate de los derechos soberanos sobre las riquezas naturales del país. Desde esta óptica, al PCV sólo le quedaba apoyar a la burguesía nacional en su lucha contra los terratenientes feudales, los autócratas y los intereses extranjeros.

Por ello ayudan a Medina a conformar su partido. Y hasta hubo el comunista que quiere ir más allá, o es más consecuente con la teoría de las etapas, y propone entrar a formar parte del partido medinista. Sus camaradas no le apreciaron su consecuencia y lo llamaron “liquidacionista”, porque el partido sí había aprendido perfectamente que las diferencias se resuelven con etiquetas.

Era la época de la Segunda Guerra Mundial, y tras la invasión nazi a la URSS, la guerra toma un carácter de lucha contra el fascismo. Y, Medina, al apoyar a los Aliados (Los Estados Unidos, Inglaterra y la URSS), estaba, pues, luchando contra el fascismo. La situación internacional alimentó aún más la postura pro gobierno del PCV.

Y los adecos supieron aprovecharla. Al contrario del PCV, hacían fuerte oposición a Medina. Y no dejaron de plantear las reivindicaciones populares de las nacientes organizaciones obreras y campesinas. Cierto, también utilizaron trampas indignas, como cuando sapean a los dirigentes sindicales comunistas y el gobierno se vio obligado a disolver los sindicatos con dirigentes comunistas. Aun estaba en vigor el inciso V de la Constitución, un legado del lopecismo, que prohibía expresamente la ideología comunista. Y ante el sapeo público de los adecos, el gobierno tuvo que intervenir.

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (40 Kb)
Leer 25 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com