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Relacion Del Esrado


Enviado por   •  2 de Noviembre de 2012  •  2.502 Palabras (11 Páginas)  •  375 Visitas

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En México, como en otros países de América Latina, la historia de la relación entre indígenas y el estado se ha formado "desde arriba" con un proyecto nacional excluyente que ha pretendido desaparecer, incorporar, integrar, a culturar a los indígenas para formar un México homogéneo y la igualdad ciudadana. En las últimas décadas la política indigenista sufre cambios hacia la aceptación de la pluralidad al encontrarse el Estado acorralado por presiones internacionales e internas propiciadas por el movimiento indio.

Desde abajo, a lo largo de la historia han surgido movimientos étnicos que buscan espacios públicos de participación en la nación. Que, aunque presentes desde el siglo XIX, toman mayor presencia y fuerza en las últimas décadas del presente siglo.

Las demandas de la lucha india son de carácter agrario, social y cultural relacionados entre si y donde uno de los aspectos centrales es el territorio. Se busca el reconocimiento de las diferencias culturales, el reclamo de derechos colectivos y de mayor participación política, se trata de lo que Guillermo de la Peña (1995) define como ciudadanía étnica, esto es, la redefinición de la participación social y política donde los indígenas sean interlocutores con el Estado, creen nuevas formas de representación, espacios públicos, donde se propicie el poder de decisión sobre los proyectos que les conciernen.

Muchos autores han tratado el tema del movimiento indio, sus demandas y su relación con el Estado-nación pero poco se ha hablado sobre lo que sucede al interior de las propias comunidades indígenas, las consecuencias que traen consigo estos intereses y cómo se van reconstruyendo o perfilando estas demandas desde las bases.

EL presente trabajo además de abordar a grandes rasgos la historia de la relación étnica pretende mostrar la construcción de procesos vinculados con las demandas indígenas al interior de una comunidad huichola a través de una escuela secundaria.

Los indígenas en México a lo largo de la historia

Para los liberales, las comunidades indígenas constituían un lastre para lograr entre otras cosas la igualdad frente a la ley. Incluso en el año 1830 se propuso en el congreso, el destierro de la palabra "indio" del uso público, como si ya no existieran, pero lo más que se logró fue que en ese tiempo se les hiciera referencia como los ‘llamados indios’. Se pretendía lograr una raza nacional por lo que se impulsaba el mestizaje. Sin embargo, como bien sabemos no se lograron los objetivos pretendidos; los indígenas persistieron, por lo que continuaron los obstáculos para la participación política concebida desde lo individual y racial. Algunos indígenas buscaban espacios de participación, pero el discurso racista del porfiriato los difuminó.

Después de la Revolución los indígenas seguían siendo vistos ante la ley sólo individualmente como ciudadanos sin distinciones étnicas. De la misma manera se seguía pensando en conformar una nación homogénea pero ya no tanto en términos raciales sino culturales, habría que conjugar elementos indígenas y no-indígenas y de esta manera ‘forjar’ la patria (Ver Gamio 1916). Fue así como se fue perfilando el indigenismo como una política que lograra el mestizaje cultural y que tomó como principal mecanismo la educación, a través de la cual había que ciudadanizar al indio. Sin embargo, en la práctica esta política parecía más bien pretender, mediante la incorporación del indígena, absorber una cultura por otra, enterrando los valores del grupo incorporado. Se creó el Departamento de Asuntos Indígenas desde donde se organizaron varios congresos indígenas regionales que abrieron un resquicio en la búsqueda de representación política indígena.

Estos intentos encontraron una vieja barrera que de nuevo cobraba fuerza: la idea de la unidad nacional y la modernización para la que los indígenas representaban un obstáculo. Más tarde Alfonso Caso y principalmente Gonzalo Aguirre Beltrán concebían que la barrera para que los indígenas participaran en lo que la nación y la ciudadanía les podían otorgar era las condiciones de poder en regiones de refugio interculturales. La intención del indigenismo era destruir esta estructura de poder y con esto acelerar el proceso de integración nacional, para lo que se crearon los centros coordinadores.

A finales de los sesenta la acción indigenista y su énfasis en la modernización desarrollista enfrentaron fuertes críticas desde diversos frentes. (De la Peña 1996) Dentro de los actores críticos del indigenismo se encuentran intelectuales indígenas que asumen su tarea desde la resistencia cultural. Se va conformando lo que Bertely (1998) llama el paradigma etnicista institucionalizado con la creación de la Dirección de Educación Indígena. Desde este organismo y a través del sistema de educación indígena bilingüe bicultural, se presente lograr la integración sociocultural partiendo de la revalorización de la lengua y culturas de cada grupo étnico para adquirir el conocimiento de la ‘cultura nacional’.

En la política indigenista, la formación de jóvenes indígenas que operaran como maestros y promotores de aculturación era una estrategia importante para lograr el cambio cultural y ‘mexicanizar al indio’, sin embargo, también propició mecanismos para el fortalecimiento de la cultura indígena y de la identidad étnica. Muchos de los indígenas de la nueva categoría de intermediarios culturales políticos, que construyen su indianidad como elemento de resistencia encabezaron organizaciones llamadas ‘indias’. Estos indígenas pretenden reivindicar la posición étnica y al interior de sus comunidades también han motivado transformaciones políticas, sociales y culturales, muchas de ellas encaminadas a enfrentar los retos que plantea el contexto del que forman parte.

Paralelo a este proceso el país, con crisis financieras, opta por el mundo de las transacciones internaciones que lo obligan a cambiar políticas internas. Una serie de acontecimientos como La declaración de los indios dictada por la Organización de las Naciones Unidas, el premio novel de la paz otorgado a Rigoberta Menchú entre otros, y lo focos rojos a nivel internacional como la democracia participativa, los derechos humanos y pluralismo (Gros 1997, Favre 1988, Bastos 1996), pero además las diferentes reuniones indígenas a diferentes niveles (local, estatal y nacional) donde van perfilando más claramente sus demandas y se unen en el reclamo de los derechos que les corresponden, presionan al estado a cambiar no sólo su política indigenista sino su proyecto de nación.

Ha habido cambios de apertura hacia la pluriculturalidad la firma del convenio 169 de la OIT y con esto las modificaciones

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