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Trabajo Lu Xun


Enviado por   •  14 de Abril de 2016  •  Reseñas  •  1.496 Palabras (6 Páginas)  •  351 Visitas

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De Lu Xun se dice que es el escritor que más estatuas tiene en el mundo. Sin embargo en España, y en Occidente en general, es un perfecto desconocido. Sergio Pitol fue portavoz de una antología de relatos de este escritor, ‘Diario de un loco’, que es prácticamente lo único que se puede encontrar en España. Ahora Bartleby, en su colección de poesía, acaba de editar ‘La mala hierba’, un compendio de poemas en prosa, extraño, sugerente, intenso, con ese sentido de la duplicidad que caracteriza a sus relatos. La edición, bilingüe, ha estado a cargo, al igual que la traducción, de Blas Piñeiro Martínez. Las notas a pie de página constituyen la mejor introducción a Lu Xun que he leído hasta ahora.

 

Confieso que el libro me ha dejado un tanto trastocado al comenzar a leerlo: su prosa bellísima, impactante, de enorme brochazo expresionista, con alusiones continuas a lo contradictorio, incluso en las imágenes y las metáforas, me sorprendieron. Luego, recordando los cuentos leídos en traducciones nefastas del Instituto de Lenguas Extranjeras de Pekín, caí en la cuenta de que estos poemas eran el correlato transmutado en cierto lirismo de lo que ya conocíamos de la prosa de Lu Xun, pues si algo caracteriza a este escritor es su profunda coherencia hasta el punto de llegar a la implacabilidad.

Lo que sucede es que esa coherencia en Lu Xun está marcada por una ferviente tendencia a la duplicidad, no en vano tradujo ‘Almas muertas’ de Gogol, algo que no le abandonó en toda su vida. Así, el paso que le supuso abominar de una espléndida tradición cultural a la que rendía el debido homenaje pero, sabía, tenía que desaparecer para dar paso a la modernización del país; así, la ruptura con el habla clásica, ‘wenyan’, y el uso del habla coloquial, ‘baihua’; así, su matrimonio, según la más estricta ortodoxia confuciana, con una mujer a la que la familia le había encomendado, una mujer que odiaba porque le parecía feísima y el abandono forzoso hacia otra mujer a la que quería pero que la familia rechazó porque su horóscopo no coincidía con el del escritor; su adscripción, sobre todo en el libro de Mao, ‘Intervenciones en el foro de Yenán’, como el padre de la literatura proletaria y a quien había que imitar, aunque bien es cierto que limitando su capacidad satírica, nos advierte el Gran Timonel, cuando su literatura, en realidad, es producto de un expresionismo feroz; así, su destino como ensayista e historiador de la literatura china, escribió un manual clarificador sobre la misma, cuando lo que adoraba era la literatura europea, en especial, los rusos y los alemanes…

‘Mala hierba’ es un conjunto de poemas en prosa cuyo aire puede resumirse en el dicho del escritor húngaro Petöfi, de quién Lu Xun gustaba: “La desesperación, como la esperanza, es una ilusión”. Producto notable de los presupuestos estéticos del Movimiento 4 de Mayo, que propugnaba la implantación del ‘baihua’, los poemas gozan de una libertad formal insólita en la literatura china y con uso de metáforas arriesgadas y enloquecidas que hacen del libro un compendio de prosas líricas de una intensidad, de un espíritu inquietante, de una implantación de respiración onírica, única en su época y a tenor de lo poco leído de la literatura china actual, insólita asimismo al día de hoy.

Los autores chinos de ahora abominan de la figura de Lu Xun. Algo comprensible si nos atenemos al hecho de que el Gran Timonel le nombró canon de la literatura china moderna, cosa que en un país tan nacionalista, puede llegar a ser no sólo empalagoso sino abrumador. Ya dije antes, no era broma, que es el escritor con más estatuas del mundo, pero en realidad la impronta de Lu Xun en la cultura china es tan grande, a veces tan imperceptible, que podemos compararlo con la figura que supuso Don Quijote para los hombres del 98. No sabían de qué manera quitárselo de encima y tuvieron que reinterpretarlo. Así, Unamuno…

Este libro reúne, pues, lo mejor del estilo inconfundible de Lu Xun: lo inquietante, onírico y desmesurado de un relato como ‘Diario de un loco’, que debe mucho a Gogol, donde se cuenta la historia de un hombre que piensa que todo el mundo quiere comérselo, y ‘La verdadera historia de AQ’, una ‘nouvelle’ que posee un influencia enorme de los dibujos de George Grosz, que Lu Xun admiraba, junto a la tradición del cartelismo expresionista chino, de largo alcance popular, un texto enorme, goliárdico, lleno de un simbolismo tan exacto sobre la historia de su país, que en cierta manera es una guía de trascendencia similar al de la novela cervantina para nosotros: creemos que ese texto nos define.

Hay poemas de extremada dualidad, característica que, junto con el recitativo de, a veces, significados contrapuestos, define muy bien su estilo. Valga como ejemplo de lo dicho el titulado ‘La Venganza. Segunda parte’, donde se nos describe la crucifixión de Cristo. Nada más lejos que Lu Xun de poseer una mentalidad cristológica. Por ello mismo el poema posee una inquietud que se nos hace insoportable pues pensamos, los de tradición occidental porque así sentimos, que Cristo era consciente de que la tortura que se le infligía era porque había adoptado la figura de Hijo del Hombre. Lu Xun va más lejos e introduce una dualidad de corte brutal: cuando es torturado, por un lado es Hijo de Dios, y lo desea, y, por el otro, es Hijo del Hombre. Finalmente, prevalece el segundo estado, y Lu Xun nos dice que ello se nota porque hay más sangre en el lugar donde mataron al Hijo de los Hombres que aquel donde mataron al Hijo de Dios. Todo ello al mismo tiempo. Es este un ejemplo de la dualidad típica de Lu Xun y resume a la perfección el estado de inquietud en que nos sumergen los poemas

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