1984

1984, más que una novela, una advertencia que no hemos sabido escuchar.

Hablar de 1984 es hablar de un libro que revolucionó el modo de ver el mundo, no por nada a partir de la publicación y la popularidad del libro, se empezó a difundir la palabra “orwelliano” para referirse a una actitud totalitaria, represiva, cruda o poco alentadora ante el futuro o ante alguna otra situación. Y es que toda la obra está impregnada de ese velo de desolación y de esa vigilancia de un sistema que se encarga de mantener a todos bajo su tenaz dominio, hagas lo que hagas, busques las salidas por dónde las busques, nunca podrás burlar al sistema, nunca podrás ser un hombre libre, y no digamos libre en las acciones, ni siquiera libertad de pensamiento.

A más de sesenta años de su publicación (en 1949) las máximas que sostiene Orwell en esta grandiosa novela, son cada vez más cercanas a nuestra realidad y muchas de las peculiaridades planteadas son cumplidas casi al pie de la letra por un gobierno y una sociedad que, desgraciadamente, parecen muy a gusto con las mismas; en fin sin divagar más acerca de las generalidades de la obra y las claras relaciones con la vida moderna, adentrémonos a analizar más detenidamente cada uno de los aspectos clave en una narración de una grandiosa crudeza y predictibilidad.

Empecemos por el principio, todo el mundo creado por Orwell se rige a partir de un ser omnipresente que tiene acceso a todo lo que sucede en su territorio, hablamos, claro, de El Gran Hermano, figura retomada en años recientes por televisoras para realizar un reality show en el que se mira como un juego a un personaje de esta naturaleza, El Gran Hermano está en todas partes, a través de las vigilantes Telepantallas, se controlan las actividades de los ciudadanos que cuidan cada movimiento para no infringir en algún delito en contra del sistema, y cuidan además sus pensamientos, pues la Policía del Pensamiento, compuesta de los observadores niños, podría descubrirlos teniendo reflexiones poco convenientes para el Partido.

El mundo orwelliano además, ofrece una nueva forma de comunicación, la Neolengua, factor también determinante para entender toda la obra, ya que este nuevo idioma se basa en la contradicción, encaja perfectamente con los intereses del partido, pues lo que es no es y así es como debe de ser; pongamos un ejemplo: Negroblanco, usada para decir que algo es negro y no es blanco, pero cuando el Partido/Sistema indique que es blanco, será blanco, sin que pueda cuestionarse tal afirmación. Otro ejemplo de las maneras en que el Partido garantiza la obediencia de sus gobernados es el 2+2=5, afirmación que indica que cuando el sistema diga que dos más dos es igual a cinco, se trata de la verdad, y no puede si quiera pensarse en el hecho de que el verdadero resultado se a 4, si el sistema dice que es 5, pues es cinco y no se le puede cuestionar nada al partido.

Retomando la mención que se hizo de la Policía del Pensamiento, ésta se sostiene en base al trabajo continuo que desempeñan

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