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ALGO GENERAL DE LA HISTORIA


Enviado por   •  8 de Febrero de 2013  •  Tesis  •  4.220 Palabras (17 Páginas)  •  404 Visitas

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ALGO GENERAL DE LA HISTORIA

Es necesario iniciar esta reflexión ubicando como punto de partida la comprensión amplia del campo de conocimiento del espíritu emprendedor. Para ello se construye una imagen a partir de los análisis de publicaciones sobre el tema, bajo el supuesto de que estos espacios de socialización del conocimiento son un claro indicador del desarrollo de este campo de conocimiento. Una apreciación general en que concuerdan todos los autores es el estado preteórico (Dery y Toulouse, 1994), su etapa de adolescencia (Gregoire, Déry y Béchard, 2001), su limitado progreso hacia su consolidación como disciplina de conocimiento (Romano y Ratnatunga, 1996; Busenitz et al., 2003). Esta situación puede observarse como una dificultad o como una oportunidad para contribuir a su desarrollo. Para que el campo de conocimiento del espíritu emprendedor sea legitimado en medio de otros campos existentes, se requiere que posea una base ontológica y epistemológica propia, diferenciada y reconocida. Para ello tuvo que partir de discusiones teóricas basadas en modelos conceptuales prestados de otras disciplinas (Bygrave, 1989) y en estudios empíricos que prueban y validan los nuevos modelos teóricos explicativos.

Este proceso debe lograr una nueva teoría articulada, que integre todos los elementos propios del fenómeno emprendedor y sea reconocida por colegas de otros campos de investigación. Un indicador del logro de esta identidad es el contar con preguntas, conceptos y relaciones propuestas, diferentes a las planteadas por otros campos del conocimiento y que se haga explícito que el problema propio del campo no puede entenderse completamente con las “lentes” conceptuales de otros campos. En ese momento se podrá reconocer la existencia de un nuevo campo de conocimiento, el del espíritu emprendedor.

SITUACIÓN HISTÓRICO-ECONÓMICA DEL ESPÍRITU EMPRESARIAL EN COLOMBIA

El beneficio de utilizar una perspectiva histórico-económica al evaluar al empresario colombiano radica en que se utiliza la lógica inductiva para explicar el proceso emprendedor. Esta aproximación inductiva permite obtener una mejor comprensión del problema que la ofrecida por la lógica deductiva, propia de la teoría económica. El estudio del fenómeno emprendedor dentro de la teoría económica se enmarca en una concepción determinista y estructuralista, en la cual el entorno es el que determina el comportamiento del emprendedor y no concibe que el emprendedor pueda modificar el curso de la historia (Braudel, 1985). Por tanto, dado que la perspectiva deductiva sólo permitiría estudiar el impacto de las condiciones del entorno en las características del emprendedor (y no el estudio del emprendedor mismo), se escogió la perspectiva de la historia económica para profundizar la comprensión del empresario y su proceso emprendedor.

Según Dávila Ladrón de Guevara (1997), fue característico del empresario colombiano, durante el periodo 1820 a 1990, contar con una alta diversificación de las inversiones para enfrentar el alto riesgo de la economía colombiana, esto dio como resultado una baja especialización del empresario. Esta situación era común a los empresarios antioqueños mineros, comerciantes, banqueros, cafeteros, colonizadores y luego industriales; igualmente a los pioneros de ingenios azucareros vallecaucanos; a empresarios extranjeros radicados en la costa norte del país; y a familias empresariales de Santander.

De igual manera es importante la presencia de la familia como unidad empresarial que no se limita a las etapas previas a la industrialización. Es característico encontrar fuertes vínculos entre la actividad empresarial y la vida política porque los empresarios asumieron altos cargos en el Estado o sirvieron como banqueros del Estado, como fue el caso en el siglo XIX. La inestabilidad política obligó al empresario a articular sus intereses con los del Estado, siendo, por tanto, tan valiosa la capacidad política como la capacidad empresarial de poder amortiguar los vaivenes del comercio exterior.

En este estudio, Dávila resalta que las diferencias entre las diversas regiones colombianas (en términos económicos, sociales y culturales), hacen importante que se precisen las características de los empresarios regionales. La temprana industrialización en Antioquia condujo a un mayor interés por el estudio del espíritu emprendedor paisa. El primer autor importante que trató el tema fue Parsons, quien, desde una perspectiva geográfico-histórica, publicó una reseña sobre el espíritu independiente de los colonizadores antioqueños de la región del Viejo Caldas colombiano. Afirmaba Parsons, que se constituyó una sociedad democrática de pequeños empresarios cuyo concepto de riqueza no estaba asociado a su origen étnico ni al suelo sino más bien al duro trabajo y la iniciativa.

Este hecho llamó la atención de varios investigadores que observaban un comportamiento emprendedor atípico en un país que se caracterizaba presuntamente por otorgar poco aprecio social al trabajo manual y a la iniciativa empresarial.

Es así como Hagen, citado por Dávila (1997), aventuró una explicación psicológica de este hecho, explicando este espíritu emprendedor como una respuesta por medio del éxito económico a la discriminación social, fruto de la pérdida de estatus de la sociedad antioqueña frente a la clase dirigente del resto del país. Esta discriminación se explicaba por el hecho de que los antioqueños asumieron el trabajo manual porque no contaron con esclavos que realizaran esta labor.

Los estudios posteriores de Safford y Twinam, citados por Dávila (1997), refutaron la explicación dada por Hagen por falta de sustentación en hechos históricos. Específicamente, Safford, afirmaba que el desarrollo paisa estuvo jalonado por la gran cantidad de oro con que contaba, fruto de la labor minera, que fue muy bien recibido en las demás regiones del país donde ellos invertían.

Twinam explicó que los orígenes de la actividad empresarial antioqueña se dieron alrededor del oro, al igual que Brew, citado por Dávila (1997), quien, además, afirmó que los patrones de conducta de la minería condujeron a la industrialización, donde el desarrollo caficultor acentuó el desarrollo industrial ya iniciado. Retomando las ideas de Twinam plantea lo siguiente:

Los altos riesgos, la alta liquidez y el carácter esporádico de los retornos en la minería y el comercio fueron determinantes de una conducta empresarial caracterizada por la continua reinversión y muy alta diversificación que llevó a los paisas a destacarse como mineros, comerciantes, colonizadores, banqueros, cultivadores de tabaco, constructores de ferrocarriles, productores de café, y finalmente como industriales. Minería y comercio, y no la posesión de la tierra, fueron las bases de estatus y poder que se reflejaron en una élite en que los más ricos mineros y comerciantes dominaban el cabildo de Medellín a fines de la Colonia.

Para complementar la discusión sobre la diversidad regional, es interesante observar algunas características de los líderes regionales representativos. Recientemente se publicó una reseña periodística sobre seis líderes regionales. En el artículo “Los cacaos regionales” (Casa Editorial El

Tiempo 2000), cinco de los seis líderes son grandes empresarios y el sexto un sacerdote con amplia influencia en una región caracterizada por el civismo: Monseñor Corredor Chaparro. El líder regional antioqueño, Gilberto Echeverri Mejía, gerente del actual Plan Estratégico de Antioquia (PLANEA), se caracteriza por la discusión de temas como la tecnología, el desarrollo económico y la seguridad, al tiempo que insiste en la necesidad de mantener los valores del hogar.

En el caso del Valle del Cauca, Ernesto de Lima, se caracteriza por querer ser el puente entre el sector público y el sector privado, propugnando siempre por la transparencia en la política y los negocios. Este líder fue uno de los fundadores del Comité Empresarial Permanente del Valle del Cauca que representa los intereses de la región en el ámbito nacional y plantea directivas para el desarrollo empresarial regional desde el sector privado a través de la Cámara de Comercio de Cali. Los otros tres líderes se caracterizan igualmente por su vinculación a organismos no gubernamentales que interactúan con el Estado para mantener su presencia influyente en el nivel regional y nacional.

Es posible identificar dos aspectos sociales que influyen en las características del empresario colombiano: la movilidad social, fruto de una sociedad individualista sin conciencia social del bien común, planteado por Gómez Buendía (1999) y la aculturación rentística propuesta por Garay (1999).

La movilidad social está basada en las posibilidades con que cuenta todo individuo de ascender en una sociedad que aplaude a la persona exitosa. Esta es una condición favorable para el desarrollo del empresariado colombiano. El problema surge al encontrar que los caminos para ascender socialmente no están sólo basados en el trabajo, el ahorro y la reinversión, sino en prácticas no productivas. Tal es el caso del ascenso social fruto del acceso a puestos del Estado por clientelismo o a través del enriquecimiento por cuenta de la participación en actividades de narcotráfico.

Estas prácticas son posibles en una sociedad donde hay un acuerdo tácito para maximizar el bienestar individual a costa del bienestar colectivo. En estas circunstancias es claro que predomine la ética del rebusque definida como

“no dar papaya”, es decir: no dar opción alguna para que otro saque provecho de uno. La lealtad es local cuando no hay instituciones impersonales que funcionen correctamente, es decir, hay que tener “amigos” o personas complacientes con los actos corruptos (ninguna de las dos partes deseará que sea público el hecho, lo cual genera fidelidad mutua) para influir las decisiones de las instituciones del Estado en beneficio personal.

Garay (1999) retoma el planteamiento del problema anterior expresándolo como una aculturación de la ilegalidad. El autor entiende por aculturación “... el proceso de formación práctica de un conjunto de valores, principios y fundamentos que rigen conductas y comportamientos de los ciudadanos en una sociedad” (Garay 1999, 35). Entre las causas identificadas, por este autor, de este proceso de “destrucción social” se encuentran:

• La subordinación de lo público en favor de intereses privados privilegiados, adquiridos legal o ilegalmente, que han brindado un poder político, económico, cultural y social a estos actores.

• La falta de legitimidad e institucionalidad del Estado cuando le quitan la función de árbitro de las relaciones políticas, económicas, culturales y sociales; y ésta es asumida por grupos particulares.

• La presencia creciente de la violencia en la convivencia ciudadana como camino para imponer soluciones que respondan a los intereses particulares de una de las partes en conflicto.

Esta aculturación de la ilegalidad se reafirma en una sociedad en la que desde la época de la Colonia Española existía una aculturación rentística. Esta disposición a buscar el usufructo de la renta se originó en las prácticas sociales de la época, que se basaban en la posesión de la tierra, el dominio territorial, la explotación de riquezas naturales sin la debida redistribución de esos beneficios entre la sociedad (sabiendo que son recursos de carácter público), y la utilización de prácticas clientelistas en el ejercicio político para obtener el poder político y económico directamente.

De modo general, esta situación se traduce en que los emprendedores tratan de conseguir el control de algunos recursos que les permitan disfrutar de rentas seguras procurando a toda costa mantener las condiciones estáticas que les faciliten la prolongación de los beneficios rentísticos en el tiempo. Estas condiciones se crearon durante la etapa de desarrollo industrial colombiano, que se basó en el modelo de sustitución de importaciones, el cual protegía al industrial local de la competencia externa mientras aseguraba el suministro constante de productos. La falta de presión competitiva le permitió fijar los precios como reflejo del incremento de los costos de producción. Este modelo de desarrollo económico cambió a partir de 1991 cuando se realizó la apertura económica al comercio exterior, que incentivó las exportaciones y redujo los aranceles a valores entre 9% y 15% luego de estar cerca de 50%. Este cambio reciente en el entorno ha obligado a los empresarios a modificar su comportamiento, obligándoles a inscribirse en el mercado globalizado donde no existe este tipo de posiciones rentísticas.

Resumiendo, es posible afirmar que el empresario colombiano se caracteriza por contar con una alta diversificación de las inversiones para enfrentar el alto riesgo de la economía colombiana, lo que da como resultado una baja especialización del empresario. Son claros los ejemplos que muestran su interés por la participación en las decisiones del Estado, sea vinculado como empleado público durante cierto tiempo, o a través de organismos representativos de los intereses empresariales para influir en las decisiones del Estado. El modelo de sociedad que subordina los intereses públicos a los privados ofrece entre sus beneficios una movilidad social que favorece el desarrollo del espíritu emprendedor. Pero al mismo tiempo genera resultados negativos como la aculturación de la ilegalidad, lo que afecta el desarrollo de la actividad emprendedora que a la postre desemboca en una crisis social.

R E F L E X I Ó N S O B R E A L G U N A S C A R A C T E R Í S T I C A S D E L E S P Í R I T U E M P R E N D E D O R C O L O M B I A N O

La innovación se puede entender a partir del modelo de Schumpeter (1965) quien resalta esta característica como la función del emprendedor, quien adiciona la ganancia emprendedora a una combinación novedosa de factores de producción existentes.

La diferencia en el rol de administración no es suficiente para diferenciar entre el emprendedor y el administrador, según Kets de Vries (1977). Esta posición no es compartida por Casson

(1982), Baumol (1968) y Kirzner (1973) quienes consideran al administrador como un tomador de decisiones pasivo y calculador, que reacciona mecánicamente ante los cambios del entorno. Según Baumol (1968), el emprendedor es más que un organizador, tal como lo concibe Casson (1982), y que un innovador, como lo plantea Schumpeter

(1965), pues el emprendedor debe conseguir nuevas fuentes de recursos y métodos de mercadeo, además de estructurar la nueva organización.

Para completar la concepción de emprendedor propuesta por Kets de Vries

(1977) es necesario adicionar la dimensión de la toma de riesgo: el emprendedor no sólo arriesga su capital económico sino también su imagen social y los costos psicológicos asociados con el fracaso.

En el caso colombiano, la variable innovación está profundamente influida por la creatividad que caracteriza al empresario, necesaria para sobrevivir en una sociedad donde un exceso de individualismo sin conciencia colectiva impide el establecimiento de acuerdos colectivos.

Por tanto, el acuerdo social es lograr el máximo bienestar individual a costa del bien colectivo (Gómez Buendía, 1999).

En otras palabras, en Colombia se cuenta con una notable creatividad individual unida a una igualmente sobresaliente indisciplina social. Esta forma de organización social brinda varias ventajas tales como la creatividad individual y una gran movilidad social, lo que permite la coexistencia de una enorme diversidad regional y una pluralidad que han impedido la aparición de una dictadura. Las desventajas que trae consigo son la dificultad de lograr objetivos colectivos, la aparición del clientelismo, la corrupción y el narcotráfico, entre otros.

En cuanto a la dimensión administrativa del emprendedor, es posible afirmar que el emprendedor colombiano está marcado por el individualismo excesivo, lo que influye en su eficiencia para el trabajo colectivo.

Por otro lado, el desarrollo limitado de un mercado de factores de producción y de productos finales ha obligado al emprendedor a ser creativo y recursivo en la gestión. La discontinuidad en la productividad de industrias conexas y el limitado desarrollo de los mercados de insumos y de productos, en cuanto a comercialización, traen consigo grandes ineficiencias tal como lo plantea Leibenstein (1966). Esto hace que los emprendedores colombianos deban dedicar gran parte de sus esfuerzos a la función de completar los insumos para la función de producción, pero al mismo tiempo abren espacios para nuevas empresas que atiendan estas deficiencias del mercado.

La toma de riesgo como un factor que caracteriza al emprendedor se concreta en el caso colombiano (debido a la complejidad de su entorno) en la forma como el empresario está obligado a asumir constantemente riesgos difícilmente calculables. En una sociedad donde el Estado es permeable a la corrupción, es imposible predecir su comportamiento, pues las decisiones estatales estarán supeditadas a las cambiantes condiciones locales de las relaciones del emprendedor con el empleado público. Por ello es explicable, tal como se verá más adelante en la reseña de los líderes regionales, que los grandes empresarios se involucren en la gestión del Estado asumiendo cargos públicos para lograr (entre otros beneficios) influir en el momento de la toma de decisiones estatales. Otra característica de la toma de riesgo del empresario colombiano es la diversificación de sus inversiones para protegerse de un entorno inestable. Esta diversificación se estudia igualmente al analizar los procesos históricos económicos más adelante.

En conclusión, es posible afirmar que el empresario colombiano es creativo como consecuencia de la necesidad de desarrollarse en una sociedad donde el beneficio individual está por encima del colectivo, en el que la ética del “rebusque” tiene gran influencia. Para lograr un cierto grado de control de la situación es necesario establecer lazos con el Estado o alguno de sus representantes que permitan influir en las decisiones para favorecer intereses particulares. La diversidad regional del entorno y la movilidad social ofrecida por la estructura imperante influyen en las características del empresario. Sus capacidades administrativas (que se equiparan al promedio de capacidades de los ejecutivos latinoamericanos) están influidas por un alto grado de individualismo que se antepone a la conciencia social.

En cuanto a la toma de riesgo, la diversificación de las empresas es una respuesta a la incertidumbre del entorno.

Esta reflexión deja varias inquietudes que pueden dar origen a futuras investigaciones tales como estudios interculturales del espíritu emprendedor entre diferentes países latinoamericanos y el impacto de la influencia cultural de las regiones del país en el desarrollo emprendedor.

MODELO PROPUESTO PARA ENTENDER ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPÍRITU EMPRENDEDOR COLOMBIANO

En la búsqueda de los factores que explican las variaciones en los resultados del fenómeno emprendedor, las primeras preocupaciones se concentraron inicialmente en las características personales que diferencian a los emprendedores de los no emprendedores. Pero dada la diversidad y complejidad de la realidad emprendedora, los resultados de los estudios no fueron productivos. Gartner (1985) plantea que la complejidad y variedad de los emprendedores hizo imposible lograr caracterizar un emprendedor promedio y por ende la construcción de una base teó-rica común a este campo del conocimiento (Bygrave, 1989).

En respuesta a esta situación, Bygrave y Hofer (1991) proponen que la delimitación del campo de conocimiento del espíritu emprendedor se amplíe, y que además del estudio de las características personales y las funciones del emprendedor incluya el estudio del proceso emprendedor y sus características. Es decir, pasar de una concepción estática del espíritu emprendedor, entendida como una lista de características que permitirán obtener buenos resultados emprendedores, a una concepción dinámica del problema desde el punto de vista de proceso del evento emprendedor y del emprendedor mismo. Estos autores proponen considerar el proceso emprendedor como el conjunto de las funciones, actividades y acciones asociadas con la percepción de la oportunidad y la creación de la organización para explotarla.

Esta concepción procesal es bastante más amplia que la idea de evento emprendedor, entendido como la creación de una nueva organización que persigue una oportunidad.

En este orden de ideas, el emprendedor es quien percibe la oportunidad y crea la organización para aprovecharla. Como punto de partida, se toman los elementos propuestos por Gartner (1985) para el estudio del espíritu emprendedor para desarrollar esta reflexión sobre el caso colombiano, los que se presentan a continuación:

 El entorno

 Las características del individuo

 El proceso

 La organización creada

Dado que el objeto de estudio tiene un nivel nacional (la población colombiana de emprendedores y sus empresas), el último elemento no será explorado con profundidad, debido a que el intento por caracterizar las organizaciones creadas por medio de la presentación de unas características de la empresa

“promedio” estaría en contradicción con la concepción teórica del problema. Los otros tres componentes (la presentación de elementos característicos del individuo, del entorno y del proceso) no tratan de presentar un modelo de empresario colombiano promedio sino de proponer aspectos que ayuden a comprender la realidad del espíritu emprendedor en el país.

Entre los autores más influyentes que han estudiado esta dimensión del emprendedor se encuentra Kets de Vries

(1977), quien identifica al emprendedor a partir de los roles que cumple al concebir e implementar la idea:

 Innovación

 Administración o coordinación

 Toma de riesgos

EMPRESARIO Y EMPRENDEDOR

Esta diferencia se acentuó con el valioso aporte de Schumpeter (1961 y 1965), quien identificó al emprendedor como el “destructor creativo”, que rompe los ciclos ajustados del mercado –la competencia ha llevado a reducir los precios de los productos hasta el punto de permitir obtener un pequeño margen suficiente para recuperar los costos y lograr un rendimiento financiero sobre el capital invertido--, mediante la introducción de una innovación que le brinda una ventana de la evolución del espíritu empresarial como campo del conocimiento. Hacia una visión sistémica y humanista tiempo monopolística que le permite fijar un precio muy superior al costo de los recursos utilizados para la producción. La diferencia entre estos dos valores es el rendimiento del emprendedor, que con el tiempo se reduce cuando es copiado por sus competidores.

Esto lleva los precios a niveles bajos, ajustados en el mercado. De este modo se restablece el ciclo que el emprendedor volverá a romper con otra innovación. Por lo tanto, lo que realmente diferencia al emprendedor es un proceso de desarrollo caracterizado por la innovación constante.

En otras palabras, para diferenciar el concepto de emprendedor de otros, es necesario centrarse en el proceso de desarrollo y no en los resultados de la acción. Lo que permite caracterizarlo como tal no es el resultado de la acción del emprendedor, concretada en la creación de una empresa o en una gran acumulación de capital. El real aspecto diferenciador del emprendedor es la innovación constante.

Por otra parte, el concepto de empresario se define en el Diccionario de la Real Academia

Española como: “Empresario, ria: El que toma a su cargo alguna empresa o negociación en que intervienen otras personas, poniendo los fondos necesarios para ella, y recayendo en él las pérdidas ó las ganancias que resulten” (1837, p. 790)

Es claro que el concepto de empresario hace énfasis en la empresa que este toma a su cargo y más específicamente en el resultado de sus acciones. Es interesante pensar si sería válido seguir llamando empresario o empresaria a la persona en cuestión, en el caso en que la empresa desapareciera, sea por quiebra o porque otra empresa la absorbiera.

Si la esencia del objeto que lo caracteriza (la empresa) desaparece, no tendría sentido seguir llamándolo empresario. Caso distinto para el concepto de emprendedor, porque lo que le da sentido a su nombre es el continuo proceso innovador.

El punto más importante en esta discusión de responder a la posición de algunos expertos que cuestionan la validez del concepto de emprendedor, al reconocer que el término empresario es adecuado y suficiente; argumentan que el primer término es obsoleto.

Sin embargo, la bondad de la palabra emprendedor surge al constatar la limitación del concepto de empresario en lo referente a la variable innovación. Si bien es posible que el empresario sea innovador al momento de iniciar su empresa, no es requisito que lo siga siendo para asegurar la existencia de la empresa.

Es posible que el empresario asuma la posición de un inversionista preocupado por maximizar el retorno sobre la inversión inicial hecha en la empresa. En ese momento, el empresario pierde la característica de emprendedor y hace necesario revisar la validez del término emprendedor. Por lo tanto, un empresario puede ser emprendedor en algún momento de su vida, pero que sea empresario no es garantía que siempre sea innovador.

Esto se ajusta al reclamo que hizo McClelland (1976) en el prefacio del libro The Achieving Society, quien aclaró que el rol de emprendedor lo puede asumir cualquier persona durante un período y luego dejarlo de lado. Por ello es necesario valorar el concepto de emprendedor, que se refiere a la persona que vive un proceso de innovaciones continuas. En el momento en que deja de realizarlas, deja de ser emprendedor.

En resumen, es posible afirmar que los conceptos de emprendedor y empresario no son equivalentes, dadas las diferencias discutidas. Por ello es equivocado utilizar indistintamente las expresiones espíritu emprendedor y espíritu empresarial. Este último se entiende a partir de la existencia de una empresa y cuyo fomento ha sido entendido como el fomento de modelos de formación empresarial, tal como lo afirman Rusque, Ramírez, Guzmán, Gatica y Torres (1998). El desarrollo del espíritu emprendedor está centrado en el individuo y en estudiar sus dimensiones psicológicas, culturales y económicas, desde una perspectiva sistémica y evidentemente humanista.

ASPECTOS HISTORICOS DEL ESPÍRITU EMPRESARIAL EN COLOMBIA Y EL EMPRENDEDOR

LUIS ALBERTO BARRIOS BORRÉ

JESUS DAVID ROJAS BARRAZA

ESPIRITU EMPRESARIAL

ELIECER MAYORCA CAPATAZ

UNIVERSIDAD DE CARTAGENA

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS

PROGRAMA DE ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS

CARTAGENA DE INDIAS, D. T. y C., 6 DE FEBRERO DEL 2013

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

LIBROS ONLINE

Recuperados de: http://books.google.com.co/bkshp?hl=es-419&tab=wp

 (Dery y Toulouse, 1994) :La evolución del espíritu empresarial como campo del conocimiento. Hacia una visión sistémica y humanista. Ed,Complutence, Madrid, España.

 Braudel , F. (1985). Les dynamiques du capitalisme. Paris: Arthaud.

 Dávila Ladrón de Guevara, C. (1997). Historia empresarial de Colombia: estudios, problemas y perspectivas. Monografía No. 20, Serie Historia Empresarial, segunda reimpresión, febrero 1997. Bogotá: Universidad de los Andes, Facultad de Administración.

 Kirzner, I. (1973). Competition and Entrepreneurship. Chicago: University Press of Chicago.

 McClelland, D. (1976). The Achieving Society. Princeton: Van Norstrand.

 Gartner, W. (1985). “A Conceptual Framework for Describing the Phenomena of Venture Creation”. Academy of Management Review. Vol. 10, No 4, pp. 696-706.

 Schumpeter, J.A. (1965). “Economic Theory and Entrepreneurial History” en H.C. Aitken, Explorations in enterprise. Cambridge: Harvard University Press, pp. 45-64.

 Leibenstein, H. (1966). “Allocative Efficiency vs. X. Efficiency”. American Economic Review, No 56, June, pp. 392-415.

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