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Calles De Cuautla


Enviado por   •  8 de Marzo de 2015  •  3.384 Palabras (14 Páginas)  •  350 Visitas

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HISTORIA DEL SITIO DE CUAUTLA

MANUSCRITO DE DON FELIPE BENICIO MONTERO, CAPITÁN DEL EJÉRCITO DE MORELOS Y TESTIGO OCULAR DEL SITIO1

[PRESENTACIÓN] Este precioso documento está escrito en papel blanco sin cola, de 33 por 33 centímetros; cosido como expediente judicial. Letra española de primera mitad del siglo XIX; la escritura llena toda la foja, por lo que no hay márgenes. Hay entrerrenglonaduras y enmendaduras de la misma mano y hechas en diferentes épocas, lo que demuestra varias revisiones. La tinta usada es negra y aún conserva grano de marmaja. El manuscrito tiene 94 fojas, principia con la número 5, faltándole las 4 primeras y la carátula, al final faltan fojas, sin que se puedan precisar el número. En algunas se notan huellas de fuego; en efecto, el manuscrito, con otros muchos del mismo autor, era conservado en el Archivo Municipal de Cuautla, que fue dado al fuego por los revolucionarios en la época de la intervención. Una piadosa mano, entre documentos sin importancia, salvó el manuscrito de referencia que de la sucesión de un señor Gómez, obtuvo don Lucio G. Montero, nieto del autor; [en ese] entonces el manuscrito estaba completo. Su autor lo facilitó a don Lucas Alamán cuando escribía su Historia; con posterioridad, don Lucio lo facilitó a don Ignacio M. Altamirano y a don Guillermo Prieto, respectivamente.

1 Morelos, 1927, I, pp. 171-288.

En tanto ir y venir fueron desapareciendo las fojas que faltan al principio y al fin. Llama la atención que ninguno de los maestros que tuvo el original lo aprovechara debidamente. Cierto que su redacción es cansada y confusa, pero los hechos son precisos y narrados con imparcialidad; su lectura recuerda la Historia de Bernal Díaz. El autor fue hombre de excelente memoria y de gran probidad. Don Teodoro Montero, otro de sus nietos, que mucho se le parece por cierto, refiere que ya anciano don Felipe hablaba constantemente del Sitio, con prolijidad de detalles, interesantes algunos y desconocidos hoy. Don Felipe Benicio se filió en las fuerzas insurgentes poco antes del sitio de Cuautla, combatió en todo él prestando servicios que le valieron el grado de capitán, conferido por el gran Morelos. [Antonio López de] Santa Anna reconoció dicho grado, para lo cual tuvo don Felipe que enviar sus despachos, que fueron destruidos así como otros documentos de la secretaría particular de Santa Anna en 1854. Murió el redactor del Sitio de Cuautla en su ciudad natal a los 75 años de edad, en 1853.— Ramón Mena.

Fue copiado este manuscrito por el señor licenciado Ramón Mena, habiéndose publicado por vez primera en la obra, hoy agotada, del señor doctor Antonio Peñafiel, Ciudades coloniales y capitales de la República Mexicana. Estado de Morelos, México, 1909.

HISTORIA DEL SITIO DE CUAUTLA POR FELIPE BENICIO MONTERO

Capitán del ejército del gran general don José María Morelos

PRIMERA PARTE

Las calles de Cuautla2

[Calle de las Trincheras de Ordiera…] se atrevieron a venir a llevárselas, no tanto por el temor de la trinchera de la de la Plaza que clareaba toda la calle, y aun a ellos mismos pudieran haberles sido útiles para refugiarse de los tiros de la misma Plaza, y tomar este punto; pero como en la misma capilla adentro de ella ya estaba posesionado el capitán Larios, y en el coro abiértole un buen boquete a la pared que daba frente al enemigo y colocándole una pieza de a cuatro llamádose el terror de los insurgentes, que había hecho el religioso laico administrador de la hacienda de Cuahuixtla, fray Alonso Montero, español, para contrariar con los realistas los liberales; este cañón o pieza al retirarse de 2 En todo el texto aparece escrito Cuautla como Cuauhtla. Se modificó esto; los demás toponímicos se dejaron tal cual vienen en la edición de 1927. Se pone a 1829 como fecha de elaboración primera del texto, porque parece ser escrita para el concurso de modificación de la nomenclatura de calles realizado en esa fecha, con motivo de habérsele dado el título de ciudad con el nombre de Cuautla, Heroica Ciudad de Morelos. NOTA A LA EDICIÓN ELECTRÓNICA.

estampida los realistas que habían formado aquí una fuerza respetable, a costa de las haciendas y sujetos pendientes de este lugar, espantados de que ya venía el señor Morelos huyeron cobardemente, y dejando el fraile la pieza escondida, al estar aquí ya el señor Morelos se la delataron, y fue la que puso Larios en Santa Bárbara para tener defendido todo aquel costado, y de eso resultó el que no se hubieran atrevido a estrechar más el sitio de lo que estaba ni a llevarse las trincheras; y habiendo entrado en estas consideraciones llamando la atención de reconocimiento, no se pudo menos que denominarle Calle de las Trincheras de Ordiera. Hasta esta segunda calle deja concluida la que va al sur por el costado derecho que como el del norte, aquí se va a continuar. [Calle de los Bravos] 1ª. Calle al norte de la Parroquia.— Ésta, que comienza desde la esquina o barda de la Parroquia, que hace frente con la casa esquina al poniente de don José Ortega, y da fin por el este a la de don Vicente Rosas haciendo contra esquina con la de doña Micaela del Recio, y después de don Joaquín Garcilaso, que en su mediación se halla situada la casa Colecturía, que fue de don Andrés de Yurre, por el costado norponiente; a esta calle se nombró, de los Bravos, en razón a que aunque el alojamiento de estos señores estaba en la casa de la Plaza, en su esquina al poniente, tienda de don Prudencio Cajigal, por don Fernando Hermoso, cuyo sujeto heredó en este suelo a don José Facundo de la Canal, quien fabricó esa casa desde sus cimientos, y por fin, el resultado del alojamiento de los señores Bravos en ella; la atención la tenían ellos hacia el rumbo del norte que declina para México, con el objeto de entorpecer los asaltos de aquel gobierno durante la ausencia del señor Morelos, quien a los tres días de haber tomado la Plaza, salió para el mineral de Taxco a reunirse con don Hermenegildo Galeana, que mandaba en jefe en aquel costado su brigada sobre el obstinado don Mariano García, de

Olinalá, mandando en jefe la fuerza del gobierno por aquellos puntos, y como ya había combatídola completamente, se dirigieron a Tenancingo a atacar las fuerzas de Porlier y Michelena; y durante la [salida] del señor general Morelos, en este suelo se desconfiaba de un albazo o traición, preparada a causa de que todos los pudientes y administradores de las haciendas, siendo españoles, se fueron para México con sus mozos, a quienes daban el nombre de patriotas, y como el amor a los intereses de ellos más que a los de sus amos, se desconfiaba de su venida con algunas fuerzas que a instancias suyas les proporcionara el gobierno; estas meditaciones a que estaban pendientes y reunido a la buena voluntad de los vecinos, les hizo formar una fuerza de más de doscientos de los dichos vecinos al mando en jefe de don Nicolás del Valle, sus primos don Francisco y don Tomás, don Mariano Verio y el que subscribe y salir hasta el pueblo de Ozumba, en donde sólo se encontró la gente de aquel vecindario sin arma alguna, y sólo temiendo la venida de la tropa del gobierno, por los temores que les estaba infundiendo el párroco Arrieta, a quien se encontró encerrado en las casas curales, y a pesar de haberse conducido de ese modo, se le trató decorosamente y con el respeto debido a su clase, sin embargo de que siempre, respirando por el gobierno a que él pertenecía, pretextó y exageró tanto para que nos retiráramos, que aseguró que esa misma noche llegaba la tropa que había en Chalco; y conociendo su ninguna adhesión a nosotros, nos retiramos hasta el pueblo de Atlatlauca a pasar la noche y observar si la decantada tropa de Chalco nos seguía, o mirando que el señor Morelos no se hallaba en Cuautla se atrevía a bajar, para que reuniendo la de la expedición con la que había quedado en la guarnición al mando de don Víctor Bravo, se le daba una escarmentada, pero no hubo nada, y el cura aquel Arrieta, lo que procuró fue que nos fuéramos, lo logró y por fin que habiendo regresado, dando cuenta a la Plaza por las

operaciones de la expedición, quedó siempre la misma gente reunida, acuartelándose en varios puntos de la calle protegida por la tropa de fuera, aguardando si en efecto nos atacaban ínterin la ausencia del señor Morelos; y de resultas de esa atención a la calle sobre la que se halla al principio, se denominase de los Bravos. [Calle Real o Calle de Galeana; Plaza y Fuerte de Galeana] 2ª al norte.—Esta calle que comienza de la esquina de don Manuel del Recio por el costado del poniente y hace frente al de el oriente con la antigua casa de Arenal, botica que fue, y a rematar por el mismo costado con la esquina de la plazuela de San Diego, que fue de la Tránsito, después de don José Muñoz, frontera con la de Garzón o su esposa doña Margarita Muñoz últimamente, y después de don José Moral, junto a la casa de don Anselmo Rivera, aduana que fue en su tiempo y antes de doña Guadalupe la cerera, a esta calle la llamaban la Real; pero como desde el alojamiento del señor Galeana en la casa de Garcilazo que queda ya asentada en la calle de los Bravos se halla inmediato al principio de esta calle junto a la citada botica, y desde estas dos bocacalles, atravesada a los costados de la que va hablando, comenzaron los atrincheramientos hasta cerrar el último, arriba de la plazuela de San Diego. El señor Galeana atrincheró todo lo que pudo a su venida de Tenancingo, con precipitación porque acababa de llegar y el ejército enemigo de Calleja ya se hallaba cerca de estas inmediaciones, en términos que el día 17 de febrero medio concluyó las trincheras enarbolando las banderas de guerra en la torre de San Diego, y el 18 se avistó toda la infantería enemiga, haciendo unas vistas que hermoseaban por una parte y por otra aterrorizaban a los que no estaban aguerridos, pero el entusiasmo borró esas ideas y no temió ya nada, y después de posesionados a pie firme a la orilla de la cerca de la hacienda de Guadalupe que hace mediación con el campo de cañas de San Martín, muy cerca de

nuestras posiciones y sin más embarazo que las cercas de piedra y una zanja de agua a modo de foso que atraviesa aquel campo llevando el agua para la atarjea de la hacienda de Buenavista, y la caballería tomó el rumbo de Bárcenas para el Agua Hedionda, a llegar al rancho de Zacatepec por el arroyo de agua dulce que va a Cuahuixtla, por el lado del poniente, de manera que la infantería desde el punto por el norte que había tomado, estaba en sus observaciones con la atención a la caballería que se aliaba en el mismo grado y en términos que aunque mediando el río y a la larga distancia, se venían unos a otros y cuyas disposiciones se advirtieron por los nuestros desde dentro de trincheras y se conoció que puramente se arrimaron a tomar medidas para dar la acción de ataque con más seguridad, en el entretanto, o mientras estaba la caballería toda la que vino a aquel lugar en sus puestos formados en columnas a pie firme, la tropa nacional que había apostado en Cuahuixtla de caballería el señor Morelos, y a la cabeza de la cual se había mandado al señor don Francisco Ayala, quien había venido cuatro días antes de Izúcar, y como toda esta gente de tropa se componía de la de Tierra Caliente, sin instrucción alguna, su armamento malo y el más de machete del uso de ellos; el señor Ayala a la vez de haberlo avisado de que en el campo de Zacatepec se hallaba la caballería enemiga, sin temor alguno, formó toda esta en columnas y se dirigió de la citada hacienda hacia él, a espaldas o costados sobre la derecha del río, por el lugar que llaman del Gigante y de allí a la joya nombrada de Chávez, con el objeto de observar la mira de la tropa que se hallaba en el punto de Zacatepec, cubriéndose con el espinal para que si se acomodaba entrar en acción, lo que no fue así, sino que no previendo la ocultación de unas guerrillas que el enemigo al advertirlo le destacó, por el costado suyo al sur cuando el señor Ayala avanzaba sobre la media loma, ya las guerrillas al mando de los comandantes Prieto, Bustamante y Lamadrid les estaban cargando a fuego

violento y cerrado, en términos que la sorpresa los puso en precipitada fuga, la que ocasionó el desastre más horroroso de una carnicería a los nuestros por dentro de los espinales, quedando porción de infelices muertos en aquellos lugares, retirándose el señor Ayala para el punto de Cuahuixtla que tenía señalado, con la gente dispersa que pudo reunir, porque la demás, asustada del acaecimiento o suceso desgraciado se fue a deserción y a los lugares de su vecindad o residencia, y las tropas de las guerrillas enemigas se reunieron a la caballería que se hallaba en los campos breñales de Zacatepec, y de ahí tomó el rumbo que había traído y la infantería al observar que la caballería se había retirado de aquel campo por su parte hizo lo mismo en aquellos momentos y horas que serían las doce del día, para donde habían puesto el campo el día anterior, en el llano del pueblo de Tetelcingo, a orillas de la barranca, frente al rancho del Huaje arriba del pueblo de Cuauhtlixco, en distancia como de 18 o 20 cuadras dividiendo en el medio un monte claro de casahuatal y palos de guamúchil y como todas estas operaciones o movimientos los estuvo observando desde la torre de la parroquia que es bien alta y dominante, con un anteojo de larga vista, el que subscribe, lo mismo que procuré hacer el siguiente día 19, en el que fue el memorable ataque que también estuve mirando cómo se fueron arrimando o acercando por el mismo punto del campo de San Martín ya citado, acomodando las piezas de artillería en la calle de la Atarjea por el rumbo de la bóveda nombrada de las Carretas, con la tropa haciendo ala, bien acomodada con sus correspondientes guerrillas para batir a los puntos que los jefes generales los dirigían, y ya se habían aproximado muy cerquita de nuestras posiciones unas piezas de calibre de a 8, se arrimaron a la puerta antigua de Vicente Tejada por el campo de San Martín, en cuya barda de piedra se hallaba enlazada la trinchera principal del señor Galeana, que hacía cerramiento a la calle y auxiliando a la barda de la

huerta de Carballo; contigua a ésta y a las otras de la espalda, ésta al mando de Rul, fue la que rompió el fuego por los enemigos, protegida por la columna de granaderos, y sólo una parte de las fuerzas del señor Galeana fue la que resistió la acción, porque donde estaba posesionada en defensa la de los señores Bravos y Matamoros no tocaron, pues fue muy fuerte la resistencia y menos pudieron avanzar nuestros pretendientes enemigos, sólo a la calle del Encanto, por el costado del oriente en la que pereció el conde Casa Rul, y por el costado del centro por la línea de la barda de San Diego, el callejón que nombraban de los Verdines, pereció Oriedo, y en la espalda del mismo convento en el callejón que nombraban de Tequipano, entre la casa de éste y la de Milán, pereció el conde Alcaraz y de este punto por la Atarjea siguiendo la casa de Estrada por la misma calle de las Carretas hasta la esquina de los Rendones y don Fulgencio Castro que hasta allí llegó Calleja, dejando el coche de su señora con ella arriba, distante a espalda de la fábrica de aguardiente llamada de Tequipano, creyendo entrar a comer ese mismo día dentro al palacio; no fue así por la activa resistencia del señor Galeana, a quien con sus valientes oficiales y la tropa por la calle principal y por el costado del Encanto, a Narciso García Mendoza, con el bota fuego en la trinchera, y el señor Galeana en la otra grande que estaba resistiendo toda la furiosidad enemiga como punto principal de la entrada; este señor con su escopeta, la misma que le recogió a García el de Olinalá en Taxco cuando le rindió, y otros dos oficiales suyos, como así mismo el capitán Mariano Escoto en la trinchera que habían azorado a los que las guarnecían, y por lo mismo ocurrió el señor Galeana con los ya citados a proteger el punto, lleno de valor en términos que cuando el comandante de la columna u oficial que venía a la cabeza refugiándose con la pared de Carballo, dijo: “¡Adentro, que la trinchera es nuestra!”, le tendió la escopeta al señor Galeana y lo dobló diciéndole: “¡Esto es lo tuyo!”, y

como cayó medio cuerpo dentro, al arrastrarlo otros para meterlo adentro, Mariano Escoto, al estarlo despojando de las charreteras o divisas para portarlas él como después lo hizo, avisan desde la torre que por la banda de la espalda al poniente, ya habían tirado un gran pedazo de pared con el cañón o bala rasa del mismo callejón del Tequipano, o más bien sea de la Querequia, y que ya se estaba metiendo la tropa enemiga por allí, a cuyas voces corrió Escoto, portando las charreteras ya dichas y desde la pila o fuente de mampostería que hay en el patio del convento, comenzó a darles fuego lo mismo que hicieron Pioquinto Bermúdez, maestro de azúcar que era de la hacienda del Hospital, y Lucas Fierro (a) Puente, ínterin pudo meterse Escoto por las escaleras interiores de los altos hasta hacerse de un mirador que cae a ese costado y con 8 o 10 hombres a fuego vivísimo de fusilería los hizo retirar tomando los que gobernaban la pieza, la dirección por donde la habían metido hasta allí y el jefe Alcaraz herido gravemente, que tuvieron que sacarlo los suyos y conducirlo a los pretiles de la casa de don Eusebio Ayala, con otros muchos heridos, que con el cañoncito Niño les estaban batiendo desde muy abajo en la casa de Aban en términos que toda la calle se halló regada de sangre en ese mismo momento después de la acción, y aun permanecieron señales en los empedrados algunos días hasta que el temporal de las aguas lo borró todo. Parece que se ha relacionado algo para darle la nomenclatura a la calle Plaza de Galeana, pero parece conveniente hacer alguna reseña de lo que motivó por haber sido necesario citar los particulares remarcables en la historia de ese día del que quisiera pintar muy a lo vivo toda la escena como pasó en esta relación histórica, a relato mal forjado, en que mi objeto no es otro sino dar una mediana idea del memorable día 19 de febrero de 1812, y después durante el sitio hasta el día 1º de mayo siguiente, que se rotó entre diez y media a once de la noche; con esto concluiré que la calle ya mencionada al

principio es la de Galeana, así como que la plazuela de San Diego, Plaza y Fuerte de Galeana.

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