Cambiemos De Estrategia

Es preciso escoger en el tiempo un momento para meditar sobre la constitución de nuestra historia, y hoy es el día señalado. Somos producto de un pasado que en el imaginario colectivo se ha tejido sobre hilos de violencia transgeneracional, una violencia que ha desencadenado odios cuyas fuentes en la mayoría de los casos vienen de la mano de dogmatismos y de posiciones intolerantes frente a la diferencia. Es así como las razones para aborrecernos obedecen a argumentos como: que no me gusta el azul o detesto el rojo, y detrás de esas banderas surgen los más destacados titiriteros que aprovechando los beneficios económicos que genera la guerra la han mantenido por años, aduciendo que sus verdades absolutas son el camino de la salvación, y que han contado con un pueblo adormecido que ha estado en el juego como un peón al que se le recarga la peor parte, pues es el pueblo quien pone los muertos, quien sufre los desplazamientos y quien lleva el dolor, sin siquiera tener un reconocimiento que reivindique el peso histórico de su sufrimiento.

Hace 65 años, Bogotá presenció un magnicidio que cambio la vida al país y que fundamento los procesos de violencia posterior. Era un viernes de Abril, en el centro de la ciudad, cuando el candidato presidencial Jorge Eliecer Gaitán jefe del partido liberal salía de su oficina para ir a almorzar y fue abordado por Juan Roa Sierra quien en el acto le propino 3 disparos que acabaron con su vida. Roa como uno más de los peones de esas fuerzas ocultas que mantienen el poder no tuvo el coraje, ni el tiempo para explicar quién o quiénes estaban detrás del hecho. Cuando una masa enfurecida le cayó encima dándole la más brutal de las muertes. El caos reino y en cuestión de minutos todo cambio, se destruyo la arquitectura de la ciudad, los incendios se convirtieron en un marco apocalíptico, se saquearon los comercios y se dice que mal contados hubo entre 3000 y 5000 muertos, se habla de ríos de sangre que bañaban la capital del país y se otorgo un nombre a la tragedia “El Bogotazo”. Pero lo más trágico es que el terror se esparció y se empezó a reflejar en el territorio colombiano bajo la llamada violencia bipartidista, que generó los extremos más crudos de la barbarie humana, la lucha disfrazada de colores trajo consigo la conformación en los llanos orientales de la guerrilla liberal encabezada por Guadalupe Salcedo quien bajo los artilugios del gobierno fue convencido para firmar la paz y quien fue muerto en el momento de su captura. Los años 60 fueron el marco de conformación de las guerrillas socialistas (FARC-ELN) que pretendieron llegar al poder mediante las armas y que propugnaron consignas como la justicia social y la redistribución de la tierra, pero por lo largo y complicado de los mecanismos que contiene este conflicto han entrado en muchas bajezas que permiten hoy en día hablar de una confrontación inhumana en la que aparecieron fuerzas como los paramilitares que dieron un tinte criminal y sádico al asunto. Es tan difícil el conflicto en Colombia que no se puede hablar de blanco y negro como dos extremos ,todos los bandos incluidas las fuerzas regulares se han excedido en sus métodos y con seguridad si la confrontación continua como una lucha violenta podemos decir que no va para ningún Pereira.

Todo este caldo de cultivo ha sido determinante para que estemos cansados de la guerra, pero no de la guerra rosa vista como ausencia de paz, sino como una guerra de la que podemos hablar con conocimiento, porque hemos sido afectados, porque sabemos de alguien que de un lado u otro ha caído: muerto, mutilado, desplazado, amenazado etc.… y porque desafortunadamente como dice la canción de Silvio Rodríguez “lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida”. Es oportuno reconocer nuestras diferencias, pero partiendo de la mismas diferencias debemos construir una sociedad que propicie espacios para madurar y solucionar problemáticas, para aprender de los errores, para establecer el dialogo como un camino de resolución de conflicto Y tomando una frase de nuestro irreverente filósofo Estanislao Zuleta “una sociedad mejor es una sociedad capaz de tener mejores conflictos. De reconocerlos y contenerlos” palabras que son la mejor invitación para que partiendo de un pasado gris reconozcamos un futuro posible donde se hable de la guerra como un evento de destrucción que permitió un renacimiento.

2. Lee la siguiente carta de amor que se constituye como una crónica de los acontecimientos y construye una crónica grupal sobre la conmemoración del 9 de Abril realizada ayer en la ciudad.

Bogotá, abril 18 de 1948

Mi amor: Hoy recibí una cartica tuya. En ella dices que te explicas mi silencio por mi ocupación. A estas horas creo que habrás mudado de parecer, si has sabido algo de Colombia (creo que lo hayas sabido, pues en estos días oí emisoras de todas partes del mundo y siempre las noticias se encabezaban con el asesinato de -el caudillo Jorge Eliécer- Gaitán y la revolución colombiana). Tu carta no tiene fecha, pero en el sobre me parece que dice abril 9.

Ese fue el día fatal en que se inició la hora más trágica de nuestra historia (fíjate: tu carta, puesta el 9, la recibí hoy 18 -a pesar de ser domingo repartieron correo-, o sea con una demora de 9 días, cuando lo normal es 3). No sé si recibirías la última carta que te mandé -no recuerdo cuándo-, en que incluía dos retratos, uno de Washington y otro de Miami. Si no la recibiste, quiere decir que se quemó en el incendio de la Avianca, el 9 de abril, aunque creo que la mandé antes.

No te había escrito por obvios motivos -¡Nunca por exceso de trabajo!- debidos a las circunstancias. Como ya debes saber, el viernes 9 estalló

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