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Cañones Y Velas


Enviado por   •  7 de Marzo de 2014  •  2.346 Palabras (10 Páginas)  •  252 Visitas

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Cañones y velas en ultramar

Los musulmanes se familiarizaron con la artillería occidental. Al parecer el primer uso de artillería se realizo en España, en 1331 el rey moro de granada Mohamed IV, atacando Alicante y Orihuela. Más tarde se extendió a Oriente Medio y África.

Los musulmanes eran muy superiores en el campo abierto y los occidentales se defendían con murallas, por lo que los musulmanes encontraron en la artillería la gran solución para derribarlas. Muy rápido aprendieron la nueva técnica de la artillería, pero nunca la usaron como un arma de campaña, debido a su superioridad en campo abierto, porque la artillería primitiva era muy ineficaz y por arraigadas tradiciones, como decía el doctor Ayalon, “la caballería era ele eje alrededor del cual giraba todo el estilo de vida de la clase superior de los mamelucos”. La estructura social del reino era esencialmente feudal por lo que la columna vertebral del ejercito por fuerza tenía que estar representada por los caballeros, dejando la artillería para los esclavos negros, que eran el elemento humano mas despreciado del reino sin posibilidad alguna de ascenso militar.

Los otomanos eran más flexibles y se les equipó prontamente con cañones de mano pese a su tradicional inclinación sobre la mêlée y la caballeria, siendo una de las razones principales de la victoria final sobre los mamelucos, en las primeras décadas del siglo XVI.

El autor nos introduce la historia de la conquista de Constantinopla.

Las murallas de Constantinopla eran el más formidable sistema de defensa de toda Europa, siendo una gran pesadilla para Mohamed. Tras pensar mucho como poder destruirlas, sabía que sin la ayuda de la artillería no sería posible. Por lo que se ayudó de un inteligente fundidor húngaro, Obran, que se marcho al campo turco al no estar satisfecho con el pago que recibía de los bizantinos.

Obran logro crear numerosos cañones con los que se hizo posible la toma de la ciudad, fracasando solamente en un enorme cañón llamado mahometta que necesitaba de 100 bueyes para arrastrarlo, que se resquebrajó al segundo día. El autor introduce esta historia para hacer hincapié en dos puntos. El primero es el origen del fundidor, según los historiadores era húngaro, por lo tanto occidental, por lo que los musulmanes siempre que podían se agenciaban de técnicos occidentales. Demostrando que el Occidente marchó por delante y sobre todo después de mediados del siglo XV, donde se destacó con mayor rapidez.

El segundo punto se basa en la obsesión que tenían los turcos por los cañones gigantescos en los cuales Voltaire siempre expresó mucho escepticismo. Hacia 1867, el sultán Abdul Aziz envió como presente a la reina Victoria de Inglaterra un cañón turco del siglo XV, el cual puede admirarse en la Torre de Londres. Sin embargo, para la fabricación de los enormes cañones se necesitaba gran cantidad de cobre, habiendo serias dificultades para el transporte de estos, por lo que los sultanes recurrieron a fundir las piezas en el mismo campo de operaciones. Nunca admitieron las deficiencias de los cañones monstruosos, ni se dieron cuenta de que habían quedado anticuados, acercándonos un poco mas a esta idea con el humorístico episodio de la guerra ruso-turca relatado por el barón de Tott, llegando a su propia conclusión: “formidable en apariencia, por la enorme boca de su cañón, pero poco terrorífica, una vez hecha la primera descarga, por la lentitud con que han de servirse tales enormes piezas”.

Mientras los turcos utilizaban la Mahometta, con Mohamed II al frente sin darle importancia a las nuevas innovaciones, los técnicos de Occidente cambiaron el ritmo anterior dedicando mayores esfuerzos a la producción de artillería ligera de campaña, quedando los turcos muy atrasados con respecto a Occidente tanto en la producción como en el uso de la artillería.

Después de la aparición de los regementsstycke suecos, el progreso europeo en la fabricación de cañones de campaña se hizo rápido y sustancial, venciendo a los musulmanes en numerosas batallas como la de San Gotardo (agosto 1664), con el general Raimondo Montecuccoli al frente.

En la tierra, la balanza del poder entre turcos y europeos se inclinó definitivamente contra los turcos en el curso del siglo XVII. En el mar hacía más de un siglo que ya se había inclinado contra ellos.

El 7 de octubre de 1571, en Lepanto, una flota cristiana de 208 galeras, libró batalla con la flota turca compuesta por 250 galeras. Quedando hundidas 80 galeras turcas, capturadas 130 y sólo 40 consiguieron escapar, por lo que Occidente se regocijó y todo el mundo cristiano lo celebraba como una gran victoria. En cambio los turcos no parecieron muy turbados. En donde los historiadores evaluaban Lepanto como una batalla anacrónica, en un tiempo en que otros tipos de armas y buques abrían un nuevo período en la guerra marítima y señalaban el camino de una nueva estrategia naval. Considerando que los vencedores no fueron menos anacrónicos que los vencidos: las dos partes eran prisioneras de anticuadas tradiciones y técnicas. Por lo que, en Lepanto pierden ambos contendientes.

Las victorias de los portugueses contra los musulmanes en el Océano Índico, fueron históricamente mucho más importantes, donde los cristianos establecieron su soberanía sobre el océano. Se ha insinuado que el fracaso de los musulmanes se debió primordialmente a la escasez de madera, que aunque fue un problema, la razón principal de su fracaso residió en sus anticuadas técnicas de guerra marítima.

Utilizaron cañones y se sirvieron de barcos de vela, pero tuvieron que depender primordialmente de la energía humana: mantuvieron la anticuada táctica de abordaje y embestida y las galeras constituyeron siempre la espina dorsal de sus fuerzas de combate.

Los portugueses también utilizaban galeras, pero dando mayor importancia a los barcos de vela, ya que las galeras en el océano estaban perdidas por completo al ser fácilmente hundidas por los cañones de los grandes barcos de vela.

Más tarde, los turcos aprendieron a manejar buques de capacidad oceánica, pero nunca fue suficiente para dar el último paso, destacando cada vez más la tecnología naval occidental.

Una vez desbordados los turcos, los europeos se enfrentaron con pueblos de muy distintas tecnologías y civilizaciones: por una parte los muy primitivos de América y África y por otra los altamente desarrollados y sofisticados pueblos de Asia. Los primeros fue mucho más simple combatirles ya que ni siquiera habían soñado con armas de fuego. En cuanto a los segundos, ya en el siglo X de nuestra era habían usado la pólvora, tanto en cuestiones espirituales como en acciones bélicas.

Los cañones

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