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Ciencia y tecnología Romana


Enviado por   •  4 de Mayo de 2013  •  Tutoriales  •  1.663 Palabras (7 Páginas)  •  278 Visitas

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CIENCIA Y TECNOLOGÍA ROMANA

El Imperio romano fue una etapa de la civilización romana en la Antigüedad clásica, posterior a la República romana y caracterizada por una forma de gobierno autocrática (Designa al sistema de gobierno cuya autoridad recae sobre una sola persona sin ningún límite: el autócrata (el que gobierna por sí mismo)). El nacimiento del Imperio viene precedido por la expansión de su capital, Roma, que extendió su control en torno al mar Mediterráneo. Bajo la etapa imperial los dominios de Roma siguieron aumentando hasta llegar a su máxima extensión durante el reinado de Trajano, momento en que abarcaba desde el océano Atlántico al oeste hasta las orillas del mar Caspio, el mar Rojo y el golfo Pérsico al este, y desde el desierto del Sahara al sur hasta las tierras boscosas a orillas de los ríos Rin y Danubio y la frontera con Caledonia al norte.

El Imperio Romano dominó Europa durante más de 500 años, desde el año 31 a.C. hasta su caída en el 476 d.C. pero para que Roma y su imperio sobrevivieran los romanos debieron de resolver muchos de los problemas que hoy afronta cualquier ciudad moderna; fue así como pusieron los cimientos del futuro.

El Coliseo romano era un elegante edificio de cuatro pisos. Los romanos no hacían nada a medias; en sus 487 metros de largo por 155 de ancho podrían aparcarse cuatro aviones Jumbo. Su capacidad era de 50.000 espectadores y es el más grande de los anfiteatros romanos. Si se construía otro mayor, se corría el riesgo de que los espectadores de la última fila no tuviesen una visión perfecta del espectáculo, así que el Coliseo es tan grande como lo permite la vista. Incluso para los estándares actuales se trata de un gran proyecto arquitectónico. En él se emplearon alrededor de nueve años, miles de trabajadores, cien mil toneladas de piedra caliza y trescientas toneladas de hierro para sostenerlo todo. Los muros interiores y exteriores están hechos a base de roca. Buena parte de su fortaleza estructural se debe a lo moderno y avanzado del hormigón utilizado. Los romanos no inventaron el hormigón; tomaron prestada la idea, al igual que muchas otras, de civilizaciones a las que conquistaron, como los etruscos, quienes mezclaban cal, agua, arena y pequeñas piedras para hacer mortero de cal, aunque no era muy duradero, con el tiempo acababa derrumbándose. Los romanos solucionaron esto añadiendo un nuevo ingrediente que hacía su hormigón más consistente; un ingrediente forjado en el corazón de un volcán: la puzolana, una ceniza volcánica que se encuentra en las laderas del Vesubio, al sur de Italia. Al añadir puzolana al mortero de cal las moléculas de calcio quedan perfectamente ligadas. La prodigiosa técnica romana creó una mezcla tan versátil que incluso solidificaba bajo el agua. Los romanos llamaron a su milagroso compuesto caementum, es decir, cemento. Incluso si se le añadía un conglomerado de piedra a la mezcla se podía fabricar un hormigón más resistente y adaptable. Los cimientos que sostienen el Coliseo, hechos de cemento y piedra tienen una profundidad de 12 metros. Los espectadores accedían al anfiteatro por una de sus 76 entradas, un sistema bastante parecido al de los estadios actuales. El laberinto de túneles y jaulas bajo el suelo de madera del estadio permitía albergar miles de fieras y gladiadores que aguardaban para entregarse a una lucha a vida o muerte. El perfeccionamiento del hormigón es uno de los avances tecnológicos más significativos que los romanos legaron al mundo. Sin embargo, la ingeniería romana llegó a superarse a sí misma y alcanzó su mayor logro con el Panteón. Algunos expertos consideran que esta es una de las edificaciones más trascendentales de la historia. Construido en el año 118 d.C. como templo dedicado a dioses que hoy nadie venera, pero que todavía nos sobrecoge y sorprende. Cuando los arquitectos del emperador Adriano comenzaron a diseñar un nuevo templo dedicado a los doce dioses más importantes del culto romano, tuvieron que idear una estructura imponente. Se decidieron por una vasta cúpula de 43 metros de diámetro, que en el siglo II debió suponer una tarea ingente. Una cúpula maciza hecha de hormigón uniforme podría resultar demasiado pesada para sostenerse por sí misma; se necesitaba un material lo suficientemente ligero y resistente como para cubrir ese enorme hueco. Para construirla, un equipo de carpinteros elaboró un armazón de madera. A continuación los albañiles lo cubrieron con hormigón que ellos mismos alzaban en moldes circulares desde la base. Una vez retirado el armazón de madera se corría el riesgo de que la estructura se derrumbase, sobre todo si se utilizaba hormigón normal. Gracias a su pericia, los albañiles romanos llegaron a una ingeniosa solución: añadir al hormigón piedras cada vez más ligeras a medida que la cúpula ascendía, reduciendo así el peso de la carga. En la parte más alta se añadió piedra pómez, una roca volcánica capaz de flotar en el agua. En el vértice se

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