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Enviado por   •  3 de Febrero de 2013  •  1.434 Palabras (6 Páginas)  •  297 Visitas

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TEORÍAS DE MOTIVACIÓN

Mucho se ha escrito hasta el día de hoy sobre motivación, es extensa la literatura y las teorías que se han planteado al respecto. Esto da cuenta del interés que suscita el tema y la importancia que tiene para el ser humano. Junto con esto, también se pueden apreciar distintas miradas y formas de entender el fenómeno de la motivación, según sea el dominio de acción en el que se mueve cada autor.

Sin embargo, se aprecia una marcada tendencia a entender y explicar el fenómeno de la motivación, asumiéndolo como una entidad que tiene lugar con independencia de lo que observador hace o conoce, dejando afuera la participación del observador en la constitución de lo que él mismo acepta como explicación. Esto es lo que Maturana llama la objetividad sin paréntesis u objetividad trascendental (Maturana 1993).

Otro aspecto interesante de hacer notar, es que la motivación es explicada no desde la experiencia del observador, sino más bien poniendo énfasis en los agentes – tanto externos como internos – que generan el proceso de motivación, es decir, qué produce la motivación y no cómo es el fenómeno de la motivación.

Teorías Motivacionales Primitivas

Las teorías motivacionales primitivas descritas por Palmero (2002), corroboran muy bien esta situación antes descrita. La teoría del instinto, cuyo iniciador fue William James y luego continuó con McDougall como principal exponente, otorgaba una explicación de la conducta a partir de los instintos innatos del ser humano, por ejemplo alimentación, sexo y miedo. Cada instinto incluye un componente cognitivo, un componente conativo y un componente afectivo, es decir, cada uno implica una receptividad a determinados estímulos y una disposición a comportarse de determinada forma y, cada instinto tiene un componente emocional que constituye el núcleo del instinto. Sin embargo, la principal debilidad de esta teoría es que se basa en una lógica circular muy simplista, en donde la causa explica el efecto y el efecto justifica la causa. Por ejemplo, para explicar que las personas luchan por un instinto heredado, la única prueba de que un instinto de lucha existe está en la conducta de lucha que supuestamente explica, esto es, el instinto explica la lucha y la lucha justifica el instinto. A su vez, la teoría del impulso propuesta por Hull, planteaba que los impulsos biológicos proporcionaban la motivación para llevar a cabo la conducta aprendida en una situación dada. La conducta es función de la motivación y del aprendizaje. La motivación es definida como impulso y el aprendizaje es definido como hábito o fuerza asociativa entre estímulo y respuesta. Los impulsos tienen como función aportar intensidad a la conducta, mientras que los hábitos cumplen una función directiva. Esta teoría consideraba que ambos determinantes de la conducta se relacionaban multiplicativamente, esto es, para que la conducta se lleve a cabo, es necesario que tanto hábito como impulso tengan un valor mayor que cero. Se observa acá una explicación lineal del fenómeno, reduciéndolo a una ecuación, una fórmula matemática. La teoría motivacional de Hull, concibe la raíz de la conducta motivada, esto es, la necesidad, como una perturbación del equilibrio homeostático que desencadenaba las conductas capaces de reestablecerlo. El sentido de la conducta no es otro que reducir las necesidades organísmicas, sin embargo, no explica coherentemente las motivaciones que no se reducen a ninguna necesidad orgánica o aquellas que buscan incrementar el impulso en vez de reducirlo. Finalmente, la teoría de la voluntad, cuyo exponente más destacado fue Ach, se apoyaba en la influencia que ejercía en la conducta la determinación o intención de hacer algo. El concepto clave era el de determinación o tendencia determinante, este concepto hacía referencia a la influencia que puede ejercer sobre nuestros pensamientos y acciones la representación de una meta, es decir, la determinación o intención de hacer algo. La propositividad y búsqueda de metas era lo que mejor caracterizaba la conducta humana, y la intensidad del estímulo definía en gran parte el nivel de motivación. Tanto la teoría del instinto, como la teoría del impulso y teoría de la voluntad son ejemplos de cómo la motivación era reducida a un determinismo conductual. Sin embargo, estas teorías por si solas no eran suficientes para explicar por qué la conducta está energizada y dirigida. Un aspecto importante de hacer

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