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Creación De Las Escuelas Rudimentarias En La República


Enviado por   •  20 de Octubre de 2011  •  2.088 Palabras (9 Páginas)  •  1.602 Visitas

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“Creación de las escuelas rudimentarias en la República”

Durante el movimiento revolucionario, la primera obra educativa de importancia que se llevó a cabo es la aparición de las escuelas rudimentarias establecidas por el presidente Francisco León de la Barra el 1º de junio de 1911. La finalidad de dichas instituciones era el enseñar principalmente a los individuos de raza indígena a hablar, escribir y leer en castellano; así como a ejecutar las operaciones de cálculo más usuales. Su duración era de dos cursos anuales; pero no era de carácter obligatorio. Estos centros escolares aparecieron en los tiempos más agitados del movimiento de Revolución, pero las circunstancias permitieron que poco a poco fueran llamadas “fábricas de zapatistas”.

Ya al frente de la Secretaría de Educación Pública, Vasconcelos divide su acción en tres grandes ramas o departamentos: el Escolar, el de Bibliotecas y Archivo y el de Bellas Artes. Las tareas del departamento escolar eran fundar escuelas especiales para la educación de los indios; escuelas rurales en todo el territorio nacional y, escuelas de educación primaria y superior en todas las ciudades de la República. Pero se estaba olvidando de la educación de grandes masas, las más propensas, los retirados grupos indígenas.

No solamente colaboradores de Vasconcelos y otros profesores se preocuparon por la creación de la educación de la nación, sino también políticos como los licenciados Lauro G. Caloca, Soto y Gama y Manrique, integrantes de la Cámara de diputados quienes continuamente abordaban temas sobre la educación rural con el presidente Obregón como nos maneja Ramón G. Bonfil:

Caloca, que junto con Soto y Gama y Manrique le hablaban constantemente al general Obregón de la Escuela Rural, le dijo: Hay dos clases de escuela: la urbana y la rural. La Escuela Urbana, desde le año de 1833 que don Valentín Gómez Farías se la quitó al clero para incorporarla al Estado, ha venido más o menos siendo atendida… en cambio la Escuela Rural no tiene ni una puerta donde tocar, y por lo tanto si usted quiere ser realmente un Secretario de Educación Pública debe consagrarse por entero a la Escuela Rural…

Una discusión entre Vasconcelos y el presidente Obregón, platicada por el entonces diputado Lauro G. Caloca , narra la falta de disposición del primero para la creación de la dependencia que se encargaría de la educación en el medio rural:

“…siendo diputado recibí una carta de un sedicente ex miembro del estado mayor del presidente Obregón, en que afirmaba haber sido testigo, estando en servicio, de una discusión entre éste y Vasconcelos motivada por la propuesta para crear el nuevo departamento, discusión que terminó, según el espontáneo informante, con la aclaración del presidente de que no se pedía una opinión, sino que se daba una orden. El secretario Vasconcelos la acató…”

Como se observa Vasconcelos no quería formar el Departamento que se encargaría de la educación indígena. Pero el presidente Obregón y la Cámara de Diputados lo obligaron a llevarla a cabo, siendo el diputado Caloca uno de los más fervientes, convincentes defensores de la creación de dicho departamento.

Después de acatar la orden de Obregón, Vasconcelos ordenó que los asuntos de las escuelas rurales primarias y foráneas fueran tratados y resueltos por dependencia llamada Departamento de Cultura de Educación Indígena, que era libre de implantar las mejores iniciativas y proyectos par cumplir con las tareas anteriormente mencionadas.

Fue entonces cuando se concedió y realizó la idea de enviar maestros misioneros en calidad de ambulantes a reconocer el país, para localizar comunidades indígenas y estudiar las condiciones de la región. Pero al parecer, lo anterior se realizó cuando el secretario de educación no se encontraba en el país:

Aprovechando una ausencia de Vasconcelos, que sale a Brasil en una misión diplomática, Caloca reúne a sus 100 “misioneros laicos”, como los llamó y a los que suma la presencia y contribución técnica de Palma Guillén, doctora en filosofía, Luz Vera, Gabriela Mistral, y los educadores Jounée y Ozuño, así, como de miembros destacados del congreso como Soto y Gama y Manrique. En otras demandas, Caloca postula la inclusión de 300 misioneros y 3000 maestros rurales en el nuevo presupuesto de la secretaría. Este congreso permite, por primera vez, la aportación de los ejecutores de la tarea ejecutiva a su planeación y programación.

A su regreso a México, Vasconcelos recibe con asombro el presupuesto formulado por su jefe de Educación y Cultura Indígena y lo rechaza, considerándolo exagerado, pero a poco andar, se asombra ante el respaldo unánime de la Cámara de Diputados a la protesta de Caloca que, además, propicia un memorable debate… Al terminar aquella sesión, Vasconcelos felicita efusivamente a Caloca por su triunfo.

A raíz de ese altercado, Vasconcelos destituye a Lauro G. Caloca y nombra como nuevo jefe del Departamento de Educación y Cultura Indígena, al profesor Enrique Corona Morfín, quien para el 15 de abril de 1923 firmaba con él las bases para el funcionamiento de las escuelas rurales de Caloca dándolas una nueva designación. Hasta entonces comprendieron las ventajas de instruir a jóvenes para dejar maestros rurales fijos, a quienes se denominaron monitores. Las instituciones que fueron estableciéndose bajo la dirección de estos nuevos maestros llevaron el nombre de “Casas del Pueblo”, cuyas finalidades eran las siguientes:

• Sociales: construir la escuela para la comunidad y la escuela.

o Se pretende que la escuela rural indígena, a sean niños, niñas, hombres o mujeres adultos; que se considerara como algo absolutamente propio de la localidad y que se desarrolle sus actividades teniendo siempre los intereses colectivos.

o La casa del pueblo no sólo será centro donde se impartan determinadas enseñanzas, sino institución de raigambre bien distribuida que congregue a todos los individuos sin distinción de categorías ni credos políticos o religiosos, establezca vínculos de solidaridad y fraternidad depara para las lides cívicas y patrióticas, y derrame ampliamente la influencia civilizadora de los maestros misioneros y rurales.

• Económicos: Acreditar con menor esfuerzo la producción, cultivar hábitos de asociación y cooperación y promover el bienestar de cada uno de los asociados: Conversación; desarrollo y perfeccionamiento de las industrias locales características.

• Morales: Formar hombres libres, de iniciativa, prácticos, pero con vista hacia el ideal, con un sentimiento de responsabilidad bien definida, para que

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