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DE LA PAZ ARMADA A LOS PACTOS DE MAYO (1881-1902)


Enviado por   •  6 de Septiembre de 2013  •  2.642 Palabras (11 Páginas)  •  685 Visitas

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DE LA PAZ ARMADA A LOS PACTOS DE MAYO (1881-1902)

Pablo Lacoste

Zeballos y el partido militarista en Buenos Aires

El principal representante de las corrientes geopolíticas y expansionistas de la Argentina era Estanislao Zeballos. Este aspiraba a que el país se embarcara en una carrera armamentista propia de las grandes potencias. Para Zeballos, Argentina era el “coloso del continente sureño” y estaba llamada a cumplir un papel rector en América del Sur. Esta misión debía ser respaldada con buques y cañones.

Zeballos se opuso tenazmente a los Pactos de Mayo, pero Mitre lo derrotó en el manejo de las relaciones exteriores con los dos vecinos: Chile (con los Pactos de Mayo de 1902) y Brasil (los mitristas y roquistas se negaron a aprobar los fondos que el entonces canciller Zeballos solicitó para comprar armas contra el Brasil en 1908). Zeballos entendía la historia de la Argentina como una sucesión de pérdidas territoriales. Con respecto a Chile, consideraba que la frontera legítima debía correr por la cordillera de los Andes y no por la divisoria de aguas. Además, durante las tensiones argentino chilenas de las últimas décadas del siglo XIX, Zeballos lideraba el ala “dura” de la elite argentina. Por ejemplo, cuando Argentina tomó la decisión política de no dejarse arrastrar por Bolivia y Perú a la guerra del Pacífico, Zeballos encabezó las críticas al gobierno de su país. A su vez. En el marco del conflicto chileno estadounidense de 1982, Zeballos, entonces canciller, ofreció amplio apoyo para la flota invasora de EEUU. Por ejemplo, que las tropas americanas podrían cruzar el territorio argentino rumbo a Chile.

La diplomacia de Zeballos se caracterizó por alentar la creación de conflictos de limites con Chile que hasta entonces no existían. El primer caso fue el de la Puna de Atacama el cual estuvo a punto de provocar una guerra entre 1896 y 1898. Esta situación se reiteró en 1915, a propósito de las islas del Beagle. Zeballos estaba persuadido de que la nación trasandina se estaba expandiendo territorialmente en detrimento de los derechos de su país. Por tal motivo, opinaba que había que tomar medidas enérgicas para revertir la situación.

Para el autor, la precensia de líderes com oZeballos cerca del bloque de poder en Argentina determinó que en este país hubiera una corriente muy influyente inclinada a resolver las diferencias con Chile mediante la guerra. Es decir, los partidarios de la paz dentro de la Argentina, para poder llevar adelante iniciativas como el Tratado de 1881 y los Pactos de Mayo de 1902, tendrían que librar una intensa lucha contra esos elementos.

La diplomacia peruana y su influencia en Buenos Aires

El tratado secreto de alianza contra Chile, firmado por Perú y Bolivia en 1873, fue el instrumento que reorientó la política regional. A partir de la celebración de este acuerdo, la diplomacia peruana montó una operación diplomática en Buenos Aires con vistas a atraer a la Argentina a este tratado secreto y asegurarse la victoria sobre Chile.

La carrera armamentísta fue acompañada por una diplomacia cada vez más agresiva. La chancillería del Rímac se propuso atraer a la Argentina para su causa y lograr, junto con Bolivia, un cuadrillazo sobre Chile. Por ejemplo, si Argentina no aceptaba, le instruía al embajador prestar su nombre para la compra de un blindado o dos en Europa, bajo pabellón argentino, ofreciendo reciprocidad y, un día más tarde, le instruyó ofrecer al gobierno argentino todo el litoral del Pacífico que quedase frente a la provincia de Salta. El partido antichileno de Buenos Aires era aliado natural de la diplomacia peruana. Entre ambos grupos se conformaría un polo de poder e influencia dispuesto a frustrar todos los intentos de entendimiento político entre Argentina y Chile.

La Guerra del Pacífico y su impacto en la Argentina

En febrero de 1879 comenzó formalmente la llamada Guerra del Pacífico. A partir de entonces, la diplomacia peruana redobló sus esfuerzos por lograr el ingreso de la Argentina al conflicto y halló amplio apoyo en el partido antichileno de la elite local. Dentro de su estrategia, este grupo impulsó campañas de prensa, debates parlamentarios y actos públicos. En las FFAA había también corrientes pro peruano-bolivianas. Más de un centenar de oficiales y jefes militares se alistaron como voluntarios en la Legación del Perú; entre ellos, Roque Saenz Peña.

En Bs. As., proliferaban las manifestaciones de apoyo a la causa peruano-boliviana. La prensa dedicaba grandes espacios a reflejar las opiniones más enardecidas. En medio de este clima, el Senado propuso la incorporación de la Argentina al frente aliado contra Chile. Estas corrientes fueron equilibradas por el partido pacifista, liderado por Mitre, Roca y Avellaneda, quienes insistieron en la necesidad de mantener a Argentina fuera de la guerra y priorizar el desarrollo interno sobre la base de fomentar la inmigración y la inversión de capitales británicos. A esto hay que sumar el papel de la diplomacia de EEUU a través de sus representantes en Bs As y Santiago que realizaron una intensa accion con vistas a acercar posiciones y consolidar canales de diálogo. Cuando todo parecía perdido, llegaron a la audacia de elaborar ellos mismos en Mayo de 1881, una propuesta de tratado que contemplara los intereses de ambos. Sobre la base de este documento se reiniciaron las conversaciones diplomáticas entre Argentina y Chile.

La victoria militar de Chile fue total. En 1881 la flota peruana no existía y las fuerzas terrestres quedaron desarticuladas. Esto no tardó en despertar recelos en Bs As. La caída de Lima consagró el prestigio de las armas chilenas y la preocupación en las cancillerías de países vecino. Muchos interpretaron que esta victoria significaba la ruptura del equilibrio de poder regional.

Las negociaciones bilaterales vistas desde Santiago (no Cisco)

En este contexto, Con Chile “superarmado” y victorioso y la Argentina presionada por grupos recelosos, se llevaron a cabo las negociaciones conducentes al Tratado de 1881. Junto con estos elementos que dificultaban el avance diplomático, había otros que lo facilitaban, fundamentalmente el escaso valor que los científicos del siglo XIX atribuían a la Patagonia.

Para la clase dirigente chilena, seis elementos fundamentan la aceptación del tratado: 1) El escaso valor de la Patagonia según los conocimientos científicos de la época. 2) Asegurarse los accesos al Atlántico Norte, centro de la economía mundial de la época, que se obtendría pues Chile tendría el

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