De Iberia A Hispania

DE IBERIA A HISPANIA.

La romanización de la península.

Las legiones romanas en su intento por conquistar Iberia no la tuvieron nada fácil. La conquista de la península llevó dos siglos debido a las duras resistencias que encontraron en el camino como la del sitio de Numancia. Fue hasta el año 19 a.C., una vez ocupados os últimos reductos, cuando la romanización no vio obstáculo alguno. Augusto fue quien terminó con la resistencia a la conquista de Hispania al derrotar a los cántabros en una campaña que duró diez años. Su general de más confianza, Agripa, terminó con las hostilidades tras una sangrienta campaña en la que perdieron la vida casi todos los cántabros de edad militar. Corría el año 19 a.C. los romanos habían puesto el pie en la península doscientos años antes y no se irían hasta cuatrocientos cincuenta años después cuando se derrumbó el imperio.

La romanización es la asimilación del modo de vida latino por parte de los indígenas, fue en Hispania algo progresivo y desigual. Corrió a la par de la conquista, pero abarcó mucho más que las simples acciones militares. Fue una auténtica transfusión cultural, con aspectos institucionales, jurídicos religiosos y lingüísticos. El proceso comenzó en la costa mediterránea levantina y meridional y en los valles del Ebro y el Guadalquivir, una vez expulsados los cartagineses durante la segunda guerra púnica y controladas las posteriores revueltas locales.

El aspecto más importante en la evolución de la romanización fue la concesión del derecho latino en las ciudades hispanas, otorgado por Vespasiano en el año 74. Éstas obtuvieron el título de municipios romanos. También fue la medida que a Trajano y Adriano acceder el título de César. Durante el siglo III, con el otorgamiento de Caracalla de la ciudadanía romana a todos los hombres libres del imperio, el ciclo de romanización llegó a su cristalización definitiva. A partir de ese momento puede considerarse que las estructuras administrativas, sociales, económicas, culturales e ideológicas de Roma se han traspasado a la península ibérica por completo. Mas el proceso de romanización no fue homogéneo en todo el territorio.

Plinio el Viejo dice que había un total de trescientas noventa y nueve ciudades hispanorromanas. Estas urbes podían ser colonias (creadas ex profeso y habitadas por soldados veteranos o civiles romanos) o municipios (de población en su mayoría peninsular). La primera colonia romana fue Itálica, fundada en 206 a.C. De este modo, las urbes de Hispania se convirtieron en el motor esencial de la romanización y constituyeron el foco desde el cual se irradió. Pero además de utilizar las ciudades ya formadas Roma fundó muchas otras.

La romanización de Hispania también supuso la adecuación social al de la capital mundial. Esclavos y libres conformaban los dos grupos principales, además, era necesario distinguir entre los que no tenían derechos de ciudadanía, grupo en el que abundaban los indígenas; los ciudadanos latinos, que eran los aliados a la metrópoli; y los ciudadanos romanos; normalmente nacidos en la capital. Sólo éstos podían votar y tener cargos oficiales, lo que implicaba notables beneficios fiscales y jurídicos.

El modelo urbano hispanorromano seguía las pautas gubernamentales de la metrópoli: un senado local, era el órgano decisorio y consultivo; dos diunviros, eran la máxima autoridad civil durante su año de mandato; una pareja de edlles, quienes supervisaban los mercados, los pesos y medidas y la seguridad pública; y los sacerdotes, quienes se encargaban del culto religioso.

Las vías de comunicación y las obras de ingeniería cumplieron un papel aglutinador y romanizador similar. La construcción de fuentes, acueductos, cloacas y sistemas de irrigación de campos y de drenaje de ciénagas supuso una evidente mejora en la calidad

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