EL NIÑO Y SU ENTORNO

EL NIÑO Y SU ENTORNO

Los niñ@s representan el futuro y las familias preparan el futuro. Dedicar esfuerzos para que su desarrollo sea saludable, tiene beneficios para la sociedad en general, para los padres y los demás miembros de las familias y, por supuesto, para los propios niñ@s.

La calidad de la atención o educación a la infancia aparece en múltiples estudios como un factor mediador que afecta al desarrollo infantil, independientemente de que esta atención se proporcione dentro o fuera del hogar. Es más, investigaciones realizadas dan como ente primordial a la calidad de la atención en el hogar como la determinante más influyente de este desarrollo.

Dado que los padres son los primeros educadores del niñ@, cualquier actividad dirigida a mejorar la atención y el desarrollo de la primera infancia, debe iniciarse con el apoyo de los padres, fortaleciendo así los esfuerzos que realizan por sus hijos.

Esta idea se ve reforzada por estudios recientes que apuntan, que el niñ@ y su desarrollo evolutivo dependen de los primeros años, por lo que parece esencial que los adultos que conviven con él estén preparados para proporcionarle las condiciones que favorezcan su desarrollo físico, psicológico y social.

La educación infantil tiene tres actores: niñ@s, familias y profesionales de la educación, por tanto considero la gran importancia que tienen la unión de estos actores en la educación y formación integral de los niñ@s. La práctica en la educación infantil no se puede realizar al margen de la familia y la familia no puede excluirse de dicha educación.

Es bastante erróneo el hecho que muchas familias consideran que la Escuela tiene toda la responsabilidad de educar a los niñ@s; se olvidan por completo que la institución forma parte de ese círculo al cual pertenece el niñ@ y que sola nunca podrá alcanzar los objetivos propuestos para la educación armónica de ellos, es más, en muchas ocasiones la familia no se considera como ente activo en este proceso.

Por ello Independientemente de la asistencia a un entorno educativo distinto del familiar, es evidente que la familia continúa existiendo o, en otras palabras, el desarrollo infantil no se realiza sólo en el contexto escolar sino que es compartido con el familiar. Esta situación es distinta a la de generaciones anteriores. Hace sólo 40 años la inmensa mayoría de niñ@s menores de 6 años únicamente se desarrollaba desde el contexto familiar y desde otras experiencias informales de carácter extrafamiliar, pero en ningún caso desde contextos diseñados para promover su desarrollo.

Hoy la posibilidad de que la educación infantil constituya de verdad un contexto en el cual el desarrollo integral del niñ@ comporta necesariamente que sea continuación del contexto familiar. Es lo que Bronfenbrenner (1987) denomina el mesosistema. Es decir, en la medida en que los distintos entornos en que vive el niño están en constante relación. Por el contrario, eso no significa que los niñ@s deban hacer las mismas cosas en uno y otro entorno, sino que ambos se complementen desde el respeto, la negociación y el acuerdo entre los agentes educativos padres y maestros en

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