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EL SINDICALISMO EN MEXICO 1988


Enviado por   •  22 de Agosto de 2013  •  1.050 Palabras (5 Páginas)  •  303 Visitas

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EL SINDICALISMO EN MEXICO 1988-2006

En 1984 se continuó con la huelga que organizaron los trabajadores de la refresquera Pascual y la de los trabajadores de Aceros Chihuahua, así como la de Volkswagen en 1987, entre otras. Pero es importante señalar que “las luchas que se dan en estos años son en su mayoría de carácter defensivo, en especial contra la pérdida del poder adquisitivo del salario, los topes salariales, violaciones a los contratos colectivos, los reajustes de personal y las políticas y reformas antisociales del gobierno”

En el inicio del gobierno de Ernesto Zedillo (1994-2000) la crisis económica afectó a la mayoría de la población mexicana. Era el auge de las políticas neoliberales y el fin momentáneo del régimen priista. La fórmula presidencialista del régimen era sencilla: llamar a un nuevo pacto social principalmente con los sectores productivos dirigidos por las cúpulas empresariales y sindicales. “El pacto se logró, sin embargo tres organizaciones sindicales se negaron: el Sindicato Mexicano de Electricistas (sme), el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (snte) y la Confederación Obrera Revolucionaria (cor)” (González Guerra, 2006: 39). Por ese tiempo en que la Unión Nacional de Trabajadores (Unt) vio la luz en 1997, la avanzada de Zedillo procuró minar los sindicatos reformando la Ley del imss, creando la Administración de Fondos para el Retiro (Afores), impulsando —sin lograrlo— las reformas laboral, eléctrica y energética.

No fue hasta el sexenio foxista (2000-2006) en que la movilización de los sindicatos se reactivó ante la oleada neoliberal de la política del gobierno en turno. Los propósitos de esa política, especialmente en el rubro de lo laboral, fueron impulsados por la representación de Carlos Abascal, entonces secretario del Trabajo. Básicamente la idea se centraba en reformar la Ley Federal del Trabajo, privatizar la seguridad social y los fondos de pensiones, eliminar los contratos colectivos de trabajo y el derecho a la huelga, así como replantear la relación del sindicalismo corporativo con el Estado para mantener los topes salariales y retroalimentar la retórica de la llamada “nueva cultura laboral” (Ortega, 2006: 238).

Bajo la lógica de mantener la tasa de ganancia para la élite empresarial, la política laboral foxista buscaba flexibilizar las relaciones obrero-patrón a través de la precarización del mercado del trabajo (Ortega, 2006: 285), concretamente: desocupando puestos de trabajo, ampliando las funciones para un mismo empleado, reduciendo las indemnizaciones por despido, dificultando el derecho a huelga, corrompiendo a los líderes sindicales o apoyando o promoviendo sindicatos “blancos”, todo para que estas acciones produjeran a su vez inestabilidad en el empleo y los sindicatos estuvieran en condiciones de negociar dicha iniciativa.

Poco a poco los sindicatos y sus aliados1 tomaron su batalla contra estas medidas que venían de la mano con la privatización del régimen de jubilaciones, la industria eléctrica, la reforma a la Ley del issste y que atentaban completamente contra la autonomía sindical y el bienestar colectivo de los trabajadores.

1. Coordinadora Intersindical Primero de Mayo (cipm), Sindicato Independiente de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (situam), Sindicato Mexicano de Electricistas (sme), Frente Nacional

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