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Editan Santillana y OEI con el apoyo de la AECID

creativelazcoEnsayo3 de Diciembre de 2012

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Colección Metas Educativas 2021

Editan Santillana y OEI con el apoyo de la AECID

Aunque se han producido avances importantes en las últimas décadas, no parece previsible que con la misma dinámica pueda lograrse el enorme salto educativo requerido para responder a los retrasos históricos. Son precisos nuevos modelos y estrategias para lograr la transformación de las estructuras educativas y sociales. El presente libro aborda los retos actuales de la educación en Iberoamérica, la orientación de los cambios necesarios, los desafíos que supone la diversidad, la interculturalidad y la equidad, el sentido de los aprendizajes escolares y su evaluación, la centralidad de una educación para la ciudadanía democrática y el papel de la institución escolar.

Índice

Preámbulo, Álvaro Marchesi 7

Introducción, Álvaro Marchesi, Juan Carlos Tedesco y César Coll 13

Los retos de la educación en Iberoamérica 17

Una nueva meta para la educación latinoamericana en el Bicentenario, Juan Eduardo García-Huidobro 19

Las metas educativas ante el nuevo panorama social y cultural de América Latina, Néstor López 35

Equidad, diversidad, interculturalidad: las rupturas necesarias, Sylvia Schmelkes 47

Las políticas educativas a debate 57

La educación tras dos décadas de cambio. ¿Qué hemos aprendido? ¿Qué debemos transformar? Marcela Gajardo 59

Los temas de la agenda sobre gobierno y dirección de los sistemas educativos en América Latina, Juan Carlos Tedesco 77

La atención educativa a la diversidad: las escuelas inclusivas, Rosa Blanco 87

Enseñar y aprender en el siglo xxi: el sentido de los aprendizajes escolares, César Coll 101

Calidad, evaluación y estándares: algunas lecciones de las reformas recientes, Alejandro Tiana 113

Educar para la paz y la ciudadanía en América Latina, Fernando M. Reimers 125

Repensar la escuela como escenario del cambio educativo, Margarita Zorrilla 143

Bibliografía 161

Los autores 169

Preámbulo

Álvaro Marchesi

Secretario general de la OEI

La sociedad y la educación iberoamericanas se enfrentan a un desafío enorme: asegurar el bienestar de sus ciudadanos, el desarrollo económico y la cohesión social en un mundo que vive profundas y aceleradas transformaciones. No va a ser tarea fácil, porque el nivel de partida está aún muy alejado de los objetivos propuestos. La pobreza y la desigualdad están presentes de forma acusada en la gran mayoría de los países. Lo mismo sucede en la educación: el analfabetismo, la inequidad en el acceso a los bienes educativos, la reducida calidad del sistema público de enseñanza y la falta de opciones laborales para un amplio colectivo de jóvenes, incluso para aquellos que han terminado sus estudios secundarios, son rasgos comunes de los sistemas educativos.

Hay que reconocer que en el ámbito educativo, también sin duda en el campo social, son muchos los retos pendientes. Por un lado, es preciso universalizar la oferta de educación inicial, primaria y secundaria, lograr que todos los niños y jóvenes tengan 12 años de educación obligatoria, mejorar la calidad educativa y las competencias de los alumnos en consonancia con las exigencias de la sociedad, desarrollar un sistema integrado de educación técnico profesional y elevar el nivel educativo y cultural del conjunto de la población. Por otro, es necesario avanzar en la sociedad del conocimiento y de la información, incorporar las nuevas tecnologías en el proceso de enseñanza y de aprendizaje, diseñar currículos acordes con las competencias que los alumnos van a necesitar para integrarse de forma activa en la sociedad y en el mundo laboral, e incorporar en las escuelas el progreso científico, la innovación educativa y los nuevos significados de la cultura.

¿Es posible enfrentarse a tal magnitud de problemas con los enfoques y estrategias utilizados hasta el momento? El análisis de los resultados obtenidos con las reformas educativas desarrolladas en las últimas décadas obliga a dar una respuesta negativa. Es cierto que se han producido avances importantes, sobre todo en el acceso a la educación, pero no parece previsible que con la misma dinámica impulsada hasta el momento pueda lograrse el enorme salto educativo requerido para responder a los retrasos históricos acumulados y para conseguir que la región pueda competir en un mundo globalizado. Sería un error tratar de resolver los problemas existentes con los esquemas que algunos países utilizaron en el pasado. Tampoco es positivo considerar que los nuevos retos que proceden de la sociedad de la información puedan abordarse como si la situación de la región fuera similar a la de los países más avanzados. Hace falta una nueva visión sobre el sentido de la educación que permita diseñar nuevos modelos y estrategias de acción y nuevas formas de cooperación. En el acierto en su definición, acuerdo y puesta en práctica se cifra buena parte de las posibilidades de enfrentarse de forma simultánea a todos los retos presentes y lograr de esta manera la transformación de las estructuras educativas y sociales.

Es preciso, por tanto, plantearse de nuevo el sentido y la orientación de los cambios educativos, sin miedo a aprender de las insuficiencias del pasado y a plantear las respuestas que vayan a la raíz de los problemas. Y lo que aparece de forma clara, aunque hay que reconocer que no es una formulación nueva, es que la educación no puede con sus solas fuerzas resolver los problemas de la sociedad, sino que exige para ello que se produzcan al mismo tiempo determinados cambios en otros ámbitos de la sociedad. No es suficiente con que la educación apueste por los valores democráticos, la justicia, la participación y la equidad, si al mismo tiempo no existen iniciativas políticas, económicas y sociales que avancen en la misma dirección. No es posible una educación equitativa en una sociedad tan desigual como la iberoamericana. Y tampoco es posible avanzar en sociedades más justas sin una educación equitativa, en la que estén garantizados unos mínimos comunes de calidad para todos los alumnos.

El énfasis, por tanto, se sitúa en las políticas globales, capaces de plantear estrategias convergentes en las esferas económica, social y educativa con el objetivo de avanzar en la construcción de sociedades justas, cohesionadas y democráticas. Así y solo así será posible progresar de forma más rápida y segura hacia los objetivos propuestos, y los esfuerzos educativos no se verán frustrados por la inmutabilidad de las condiciones sociales.

Esta exigencia de un compromiso compartido en la esfera de las políticas públicas pone al mismo tiempo de relieve la necesidad de fortalecer las instituciones que desarrollan dichas políticas, entre ellas, sin duda, las que gestionan el sistema educativo. Los procesos de descentralización desarrollados en la década anterior han puesto de relieve la necesidad de establecer una eficiente coordinación entre el poder central y los poderes regionales y locales, así como la urgencia de crear un sistema de gestión eficiente y estable, en el que la evaluación, la supervisión y la rendición de cuentas sean procedimientos habituales y confiables. Parece necesario, en consecuencia, diseñar y desarrollar sistemas de evaluación que permitan conocer los logros de los alumnos en la adquisición de sus competencias básicas, pero también la eficiencia de las instituciones educativas, la coordinación interinstitucional, el funcionamiento de las escuelas, el trabajo de los docentes y la participación social en la actividad educativa.

La importancia otorgada a la orientación y al fortalecimiento de las políticas y de las instituciones públicas no debería olvidar que la deseable coordinación de las políticas públicas en el nivel gubernamental debe conducir a concreciones específicas en el ámbito territorial. Las políticas educativas serán más eficaces en la medida en que participen diferentes sectores sociales y culturales y sean capaces de concretar sus iniciativas en proyectos sistémicos e integrados que se desarrollen en determinados territorios previamente establecidos.

Todo ello pone de relieve que el sistema escolar necesita de nuevos aliados para lograr sus objetivos. Como señala el reciente proyecto de la OEI sobre las Metas Educativas 2021, es necesario que se incorporen instituciones y actores que puedan contribuir enormemente a fortalecer su funcionamiento. Las ciudades, las organizaciones sociales, los voluntarios, las empresas o los alumnos universitarios podrían ser algunas de las nuevas alianzas que habría que construir.

La participación de los municipios en la acción educadora es tal

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