Educación Socialista
nashalva14 de Diciembre de 2014
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Educación Socialista
La pedagogía social
Con Justo Sierra se van delineando en México, con creciente claridad, los problemas de una pedagogía social, orientada y dirigida por el Estado. “El papel del Estado en la organización del porvenir exige, como indeclinable factor, la preparación de energías morales, intelectuales y físicas, religiosamente unidas a él en el culto de un mismo ideal. Y a esto responde la genuina aceptación del vocablo: “educación”, vale decir, “nutrición encaminada a un desenvolvimiento”; una nutrición, génesis de toda fuerza, de toda energía. Y es verdad que en el lenguaje pedagógico usual se diversifican las acepciones de los vocablos “instrucción” y “educación”; pero no es menos cierto que, por lo que a su finalidad común mira, toda instrucción no deber ser sino un factor de desarrollo, sino elemento de educación”…
“La escuela es la salvación de nuestra personalidad nacional; a ella tenemos que confiar la unidad y la persistencia de nuestra lengua; la consolidación de nuestro carácter, haciendo más resistente y más flexible el resorte de nuestra voluntad; la transformación del civismo en religión”.
Dentro del cuadro de esta pedagogía social, que vino a dar el tumbo de su política educativa, sitio importante ocupa el problema de la educación de la mujer. La inferioridad de la mujer, dice, es una leyenda que ha concluido hace mucho tiempo. Feminismo significa colaboración.
La influencia educativa, decía sagazmente Sierra, no termina en los planteles pedagógicos. La educación es un proceso social que invade los aspectos todos de la vida. La escuela del pueblo es la vida misma. Por ello urge hacer entrar el mayor número de veces que se pueda dentro de sí mismos a los hombres del pueblo, ayudarles a examinar sus actos, enseñarlos a confesarse a sí mismos su conducta, a observarse; en suma, a vivir moralmente y sugerirles, como consecuencia, un plan moral por medio del sentimiento, de la emoción, sobre todo. La elocuencia, las funciones dramáticas, las exposiciones, las fiestas, los museos, todo debe ir hacia allá, y todo debe ir fortalecido por constantes sermones laicos.
Este movimiento a favor de la pedagogía social era reforzado por todos los hombres de avanzada,, durante la primera década del siglo. El programa del Partido Liberal Mexicano, publicado en Saint Louis Mo… en 1906, partido integrado por hombres de izquierda (Ricardo Flores Magón, Juan Sarabia, Antonio I. Villareal, Librado Rivera y Manuel Sarabia), postulaba la urgencia de aumentar considerablemente las escuelas primarias, mejorar los sueldos a los maestros, y una radical aplicación de los principios de la enseñanza laica, obligatoria y gratuita. (Larroyo 1967)
Inquietudes mundiales por el socialismo
Al empezar la década de los treinta, se organizaba la polémica mundial por el socialismo, en pro o en cotra. El marxismo soviético se dividía en el comunismo de Stalin y el de Trotsky; perseguido este líder, buscaría asilo en México, lo cual dividía también a nuestros comunistas en dos Internacionales: la III y la IV.
Por su parte, Hitler llevaba al poder su Partido Obrero Alemán Nacional Socialista, y en Italia, para esquivar el marxismo, Mussolini imponía el fascismo. En España el comunismo marchaba al lado del movimiento republicano contra la monarquía. En otras partes se hablaba de socialismo cristiano y de otras formas mixtas. Contra todo ese disperso y variado avance socialista, el Papa Pío XI publicaba, el 15 de mayo de 1931, su encíclica Cuadragésimo Anno, oponiendo irreconciliablemente el cristianismo al socialismo, y lamentando que no se siguieran las prédicas de León XIII en su enciclíca Rerum Novarum, que cumplía cuarenta años de establecer la acción social del catolicismo. Pío XI refrendaba las consignas de su antecesor y hacía recomendaciones sobre la pedagogía cristiana en pugna con el “socialismo educador”. Al efecto puntualizaba: “Acuérdense todos de que el padre de este socialismo educador es el liberalismo y su heredero el bolchevismo”.
México, al igual que otros países latinoamericanos- en los que posteriormente estallaría más violentamente el socialismo- recibía el impacto de esas inquietudes socialistas, no de una fuente directa y unívoca, sino de teorías diversas y multívocas que produjeron gran confusión y una reforma utópica en nuestro régimen educativo. (Solana 1982)
Narciso Bassols
Abogado e intelectual, fue nombrado secretario de Educación por el presidente Ortiz Rubio el 23 de octubre de 1931, y continuó en el cargo durante parte del gobierno de Abelardo Rodríguez; renunció el 9 de marzo de 1934. Bajo su dirección, varias nuevas tendencias y reformas que se gestaban de tiempo atrás en el movimiento educativo, fueron realizadas. En gran parte estos cambios se debían a otros factores – la crisis económica, el crecimiento de los grupos políticos de izquierda, y la reacción de muchos maestros ante los fracasos de años recientes – pero la contribución personal de Bassols fue importante sin duda alguna. Joven, radical, dedicado y con una sorprendente capacidad de trabajo abandonó una brillante carrera de abogado para llevar orden y claridad intelectual a la Secretaría de Educación.
No es de sorprender que Bassols haya encontrado intensa oposición por parte del clero, los intereses de comerciantes y terratenientes, y de no pocos políticos, pero esto no le impidió que acentuara aún más precisamente aquellas características del sistema educativo que más les repugnaban.
Gran parte de la obra de Bassols se refería a problemas urbanos, aumentó la vigilancia oficial de las escuelas privadas y desarrolló la educación secundaria y técnica; pero también introdujo varios cambios importantes en el terreno de la educación rural. Fue él quien suprimió la Casa del Estudiante Indígena y el abortado experimento de las escuelas de circuito, y quien, lo cual fue de mayor importancia, creó las Escuelas Regionales Campesinas que combinaban la preparación de maestros con la capacitación agrícola. Se ha señalado con justicia que fue una de las pocas figuras públicas que sabían lo que el socialismo implicaba, aunque no fue él el responsable de la reforma socialista en 1934. En cuanto a la orientación general de las escuelas rurales, el acento se cambió de los problemas sociales a los económicos; se habló menos de la incorporación del indio o del papel de las escuelas en la integración nacional, y más del mejoramiento de los métodos de producción; Bassols mismo declaró que el propósito de la educación rural era “tratar de modificar los sistemas de producción, distribución y consumo de la riqueza…
Por desgracia, Bassols se enemistó no sólo con el clero y con los ricos, sino también con muchos maestros. Sus maneras frías y cerebrales llevaron a Moisés Sáenz y a otros subordinados importantes a renunciar, y sus intentos de racionalizar la estructura de la enseñanza chocaron con la oposición de los sindicatos de maestros del Distrito Federal. Cuando el clero organizó una campaña insolente en su contra por un proyecto experimental de impartir en las escuelas educación sexual para adolescentes, la paciencia de Bassols se agotó y presentó su renuncia. (Raby 1974)
La Presión Inicial por la reforma educativa, 1930 – 1933
La obra de Bassols y la subsecuente implantación de la educación socialista reflejaron la propagación de ideas radicales entre ciertos círculos políticos, en particular entre los maestros e intelectuales. Desde la época de las primeras escuelas rurales de Vasconcelos, y aun desde antes en ciertos estados, hubo una minoría de maestros de ideas muy avanzadas. Ya en 1916 en Yucatán y debido a la influencia de un grupo de anarquistas españoles inmigrados, dirigidos por José de la Luz Mena, la doctrina de la Escuela Racionalista fue puesta en circulación. Esta doctrina, que implicaba una educación científica y antirreligiosa y que exaltaba el valor del trabajo manual, fue implantada oficialmente en Yucatán en 1922 por Felipe Carrillo Puerto y en Tabasco en 1925 por Garrido Canabal. En muchas partes del país grupos de maestros se acercaban hacia cierta clase de “socialismo” con base en su propia interpretación de la teoría de la escuela activa de Dewey.
La influencia de estas ideas fue siempre marginal hasta 1930. Ese año la legislatura del estado de Tabasco envió al Congreso de la Unión un proyecto para establecer en todo el país la escuela racionalista. La iniciativa no prosperó, pero pronto fue seguida por otras proposiciones semejantes. El conflicto entre la iglesia y el Estado se reflejó en una iniciativa presentada en el Congreso Pedagógico de Veracruz en 1932, de que toda la educación fuera “antirreligiosa”, aunque por esa época también se hicieron otras proposiciones más constructivas, a menudo presentadas por humildes maestros. Así un maestro guerrerense razonaba que la escuela rural debía mejorar la organización social y el modo de vivir, y otro decía que la educación debía ser “activa, mixta, socialista, creativa, humana y nacionalista”, mientras que el director de Educación declaraba que la necesidad más urgente era enseñar a la gente a producir más, y pedía que se cambiara urgente y radicalmente la orientación de la educación oficial.
Estas tendencias recibieron la sanción oficial en un Congreso de Directores de Educación, jefes de Misiones Culturales y otros funcionarios que se realizó en diciembre de
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