El Acto Creativo Marcel Duchamp

Gregory Battcock comp., El Arte Nuevo.

El Acto Creativo

Marcel Duchamp

El haber encabezado este libro con un ensayo de Marcel Duchamp refleja la relación continua de su obra con el arte contemporáneo. En su artículo dedicado a Duchamp en The New Yorker (6 de febrero de 1965), Calvin Tomkins cita a Willem de Kooning cuando dijo: “Duchamp es el movimiento de un solo hombre, pero un movimiento para cada persona, abierto a todas”.

Consideremos dos factores importantes, dos polos de la creación del arte: por una parte el artista, y por otra, el espectador que, más adelante se convierte en la posteridad.

Aparentemente, el artista obra como un ser hipnotizado que busca su camino hacia un claro en un laberinto más allá del tiempo y del espacio.

Si damos al artista los atributos de un médium, tenemos que denegarle, en el plan estético, la conciencia de lo que hace o de por qué lo hace. Todas sus desiciones en la ejecución artística se basan en la intuición pura y no pueden traducirse en autoanálisis expresado de palabra o por escrito, ni siquiera pensado.

En su ensayo acerca de “La tradición y el talento individual”, T.S. Eliot escribe: “Cuanto más perfecto es el artista, más completamente separados estarán, en él, el hombre que sufre y la mente que crea, más perfectamente comprenderá y traducirá la mente las pasiones que son su material”.

Millones de artistas crean: sólo unos cuantos miles son estudiados o aceptados por el espectador y muchos menos aún llegan a la consagración que otorga la posteridad.

En último análisis, el artista puede gritar por los tejados que es un genio; tendrá que esperar el veredicto del espectador para que sus declaraciones adquieran un valor social y para que, finalmente la posteridad lo incluya entre los elementos de la historia del arte.

Ya sé que esta declaración no obtendrá la aprobación de muchos artistas que niegan ese papel de medium e insisten sobre la validez de su conciencia en el acto creativo y, sin embargo, la historia del arte ha dictaminado firmemente acerca de las virtudes de una obra de arte a través de consideraciones totalmente ajenas a las explicaciones razonadas del artista.

Si el artista, como ser humano lleno de las mejores intenciones hacía si mismo y el mundo entero, no representa papel alguno en el juicio de su propia obra, ¿Cómo podría describirse el fenómeno que incita al espectador a reaccionar críticamente ante la obra de arte? En otras palabras, ¿cómo se produce esa reacción?

Ese fenómeno puede compararse con una transferencia del artista al espectador en forma de una ósmosis estética que se verifica a través de la materia inerte,

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