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El Destino Nace O Se Ace

holi74115 de Junio de 2015

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Índice:

1. INTRODUCCIÓN

2. ENSAYO

2.1. Camino, búsqueda y final

2.2. Racionalidad e irracionalidad

2.3. Realidad y destino

3. CONCLUSIONES

4. BIBLIOGRAFÍA

Introducción

- En este ensayo se van a abordar diferentes temas, pero todos ellos relacionados con una idea principal: la vida. Se debe aclarar primero que; no se trata de una reflexión de la vida material, (“el día a día”), sino que se abordará el tema desde lo más profundo de nuestro ser, el alma.

- Además, debo explicar, que identifico el alma como nuestro ser, aquello que hace que cada persona sea lo que es. Esta acepción del alma, ya se vio inaugurada por filósofos como por ejemplo, Platón (Teoría de las Ideas).

- Pero no tenemos que confundirnos, este ensayo no se trata de un texto filosófico, lo que ocurre es que si elegimos un tema como la vida, es difícil evitar que la filosofía penetre en él.

- Para concretar más sobre lo que vamos a hablar, otras ideas adjuntas a este tema serán: la búsqueda del amor y el camino que tenemos que seguir para encontrarlo, el papel que juega el destino en nuestra vida y el sentido, no de la vida, sino de las cosas que hacemos y por qué.

- El motivo por el cual he elegido estos temas es porque son cercanos a todos nosotros y, en especial el amor, es algo que nos envuelve en una delicada manta de sueños durante toda la vida.

DOCUMENTOS UTILIZADOS:

Ítaca

Konstantinos Kavafis

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca

debes rogar que el viaje sea largo,

lleno de peripecias, lleno de experiencias.

No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,

ni la cólera del airado Posidón.

Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta

si tu pensamiento es elevado, si una exquisita

emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.

Los lestrigones y los cíclopes

y el feroz Posidón no podrán encontrarte

si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,

si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo,

que sean muchos los días de verano;

que te vean arribar con gozo, alegremente,

a puertos que tú antes ignorabas.

Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,

y comprar unas bellas mercancías:

madreperlas, coral, ébano, y ámbar,

y perfumes placenteros de mil clases.

Acude a muchas ciudades del Egipto

para aprender, y aprender de quienes saben.

Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:

llegar allí, he aquí tu destino.

Mas no hagas con prisas tu camino;

mejor será que dure muchos años,

y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,

rico de cuanto habrás ganado en el camino.

No has de esperar que Ítaca te enriquezca:

Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.

Sin ellas, jamás habrías partido;

mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.

Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,

sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

La racionalidad imperfecta:

Ulises y las sirenas

Jon Elster

Pero atadme con fuertes lazos, de pie y arrimado a la parte infe­rior del mástil para que me esté allí sin moverme... Y en el caso de que os ruegue o mande que me sol­téis, atadme con más lazos todavía.

Odisea

Ulises no era por completo racional, pues un ser racional no habría tenido que apelar a este recur­so; tampoco era, sencillamente, el pasivo e irra­cional vehículo de sus cambiantes caprichos y deseos, pues era capaz de alcanzar por medios indirectos el mismo fin que una persona racional habría podido alcanzar de manera directa. Su si­tuación -ser débil, y saberlo- señala la nece­sidad de una teoría de la racionalidad imperfecta que casi ha sido olvidada por filósofos y cientí­ficos sociales. […]

La tesis general que estamos defendiendo es que atarse a sí mismo es un modo privilegiado de resolver el problema de la flaqueza de voluntad; la principal técnica para logar la racionalidad por medios indirectos. Sin embargo, hay otro camino que se puede tomar. Este otro enfoque consiste, aproximadamente, en una redisposición del espacio interno de la persona, sin ningún mecanismo causal establecido en el mundo exterior. Así exploramos tres variedades de este enfoque, y las contrastamos con el método escogido por Ulisies: la idea de Ainslie de las apuestas privadas indirectas, la idea de Strotz de planeación consistente, y la noción de Taylor, de responsabilidad para sí mismo. Creo yo que la estrategia de Ulises está íntimamente relacionada con el enfoque aristotélico de la psicología, mientras que las otras nociones tienen estrechos vínculos con la filosofía existencialista. No negaré que puede lograrse cierto grado de control de sí mismo simplemente ayudándose a sí mismo. Pero, como argüiré más adelante, se logran resultados más duraderos actuando sobre el mundo circundante.

El silencio de las sirenas

Franz Kafka

Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación. He aquí la prueba: Para protegerse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos. El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con alegría inocente. Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su silencio. Ningún sentimiento terreno puede equipararse a la vanidad de haberlas vencido mediante las propias fuerzas. En efecto, las terribles seductoras no cantaron cuando pasó Ulises; tal vez porque creyeron que a aquel enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal vez porque el espectáculo de felicidad en el rostro de Ulises, quien sólo pensaba en ceras y cadenas, les hizo olvidar toda canción. Ulises (para expresarlo de alguna manera) no oyó el silencio. Estaba convencido de que ellas cantaban y que sólo él estaba a salvo. Fugazmente, vio primero las curvas de sus cuellos, la respiración profunda, los ojos llenos de lágrimas, los labios entreabiertos. Creía que todo era parte de la melodía que fluía sorda en torno de él. El espectáculo comenzó a desvanecerse pronto; las sirenas se esfumaron de su horizonte personal, y precisamente cuando se hallaba más próximo, ya no supo más acerca de ellas. Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se contoneaban. Desplegaban sus húmedas cabelleras al viento, abrían sus garras acariciando la roca. Ya no pretendían seducir, tan sólo querían atrapar por un momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises. Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían desaparecido aquel día. Pero ellas permanecieron y Ulises escapó. La tradición añade un comentario a la historia. Se dice que Ulises era tan astuto, tan ladino, que incluso los dioses del destino eran incapaces de penetrar en su fuero interno. Por más que esto sea inconcebible para la mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y para los dioses, en cierta manera a modo de escudo.

- El ensayo claramente se puede dividir en tres partes: primero se habla del camino que seguimos en esta vida para conseguir nuestros propósitos, (uno de ellos es el amor), y lo que resulta al final. La segunda parte habla de la racionalidad e irracionalidad y de cómo somos capaces de emplearlas a la hora de controlarnos a nosotros mismos de nuestras pasiones. Por último, se habla de cómo en ocasiones no somos capaces de darnos cuenta de la realidad, de los peligros que nos acechan y de qué manera plantarles

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