ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

El Laberinto


Enviado por   •  25 de Mayo de 2014  •  5.024 Palabras (21 Páginas)  •  238 Visitas

Página 1 de 21

Introducción

El laberinto de la soledad parte de una opinión trágica e irrevocable: en el ser mexicano está presente, aun después de muchas generaciones, el hecho de que se trata de un pueblo surgido de una violación. Dice Octavio Paz: "En todas sus dimensiones, de frente y de perfil, en su pasado y en su presente, el mexicano resulta un ser cargado de tradición que, acaso sin darse cuenta, actúa obedeciendo a la voz de la raza..."

En esta obra, Octavio Paz realiza un análisis de la psicología y actuar del mexicano a través de las etapas históricas más sobresalientes; la conquista y la colonia, la reforma, la revolución y la época contemporánea, señala que el mexicano, una vez consumada la conquista, se encuentra huérfano, teniendo que volver a la naturaleza para llenar ese vacío generado por la destrucción de sus dioses, sus templos, su creencia; su ser. El mexicano no adopta al Dios traído por los españoles, se deja adoptar por él.

Según el narrador y ensayista mexicano Enrique Serna (1959-), el diagnóstico que hace en este libro Paz del mexicano "es duro y a veces cruel, pero no pesimista, pues viene acompañado de un llamado a la acción: 'La historia tiene la realidad atroz de una pesadilla; la grandeza del hombre consiste en hacer obras hermosas y durables con la sustancia real de esa pesadilla. O dicho de otro modo: transfigurar la pesadilla en visión, liberarnos, así sea por un instante, de la realidad disforme por medio de la creación.' En momentos de baja autoestima, un lectura ontológica delLaberinto podría contribuir a fomentar la apatía ciudadana, pues las dos actitudes que Paz sometió a crítica, la del chingón y la del agachado, mantienen una desoladora vigencia... El imperio de los chingones terminará cuando los agachados dejen de admirarlos, pero mientras tanto ambos bandos colaboran en la destrucción del país.

Capítulo uno.

El Pachuco y otros extremos.

Es curioso como inicia Paz su ensayo: habla sobre el adolescente y su asombroso descubrimiento de sí mismo, que lo lleva por conclusión, a una consciente soledad en el mundo. ¿Qué somos y cómo realizaremos eso que somos? La adolescencia, ese preciso momento en que tomamos conciencia de nuestro ser, es comparado por el autor con los pueblos “en trance de crecimiento”. El México pos revolucionario, dejó un país en etapa reflexiva que necesariamente lo llevó a la autocontemplación. Fue entonces, cuando afloraron distintos niveles históricos que convivían, o se enfrentaban, en un mismo presente. México, estaba hecho de distintas razas, además de las diferentes lenguas, que ya de por sí marcaban una brecha por entender.

Fue en la ciudad de Los Ángeles donde Octavio Paz comenzó su análisis, comparando precisamente al gringo promedio, con más de un millón de mexicanos que ahí radicaban.

Mexicanos que no se mezclan y que se autonombran Pachucos. Es decir, “Bandas de jóvenes generalmente de origen mexicano, que viven en las ciudades del sur, que se singularizan por su vestimenta conducta y lenguaje”. Personas que no quieren volver a su origen mexicano, pero que tampoco quieren pertenecer al sistema americano. El Pachuco, según Octavio Paz, “Es uno de los extremos a los que puede llegar el mexicano”. Siempre marginal, al Pachuco le gusta irritar a la sociedad, entonces, y sólo entonces, el Pachuco encuentra su lugar en el mundo y por lo tanto, su razón de ser. Se siente libre de romper las reglas, de conocer lo prohibido, en pocas palabras, de desafiar al sistema.

Entonces el Pachuco se sabe distinto y por ello, se sabe solo.

Paz niega el supuesto complejo de inferioridad que caracteriza al mexicano. “Sentirse solo no es sentirse inferior sino distinto”, de hecho, la soledad no es una ilusión, es la vida contemplada con los ojos abiertos. La soledad del mexicano, tiene sus raíces en su profundo sentido religioso, y en la muerte, la compañera perfecta de la vida. Sólo en México se rinde culto a la muerte pues se sabe dadora de vida.

La historia de México es la búsqueda de su origen: indigenista, hispanista, afrancesado; México, quiere “volver al centro de la vida de dónde un día, en la conquista o en la independencia, fue desprendido”.

Máscaras mexicanas.

Varias son las facetas del mexicano, ser singular que sin embargo, “siempre está lejos, lejos del mundo y de los demás. Lejos también de sí mismo.” Capaz incluso de hacer uso del silencio, además de la palabra, como un instrumento de defensa.

Y a propósito de la palabra, el poeta reflexiona sobre el poder real que la palabra misma ejerce sobre el mexicano. Conceptos como “rajarse”, revelan el grado de machismo que todos llevamos dentro. ¡Puto el que se raje! Otro ejemplo, que sólo en México existe, es el albur. Lenguaje secreto, ingenioso, de fuertes connotaciones sexuales que agrede, reta, y finalmente, termina por demostrar nuestro carácter cerrado frente al mundo.

El mexicano usa máscaras para proteger su intimidad, no le interesa la ajena y por lo tanto, el círculo de la soledad se vuelve a cerrar. L a manera instintiva en la que consideramos peligroso a todo lo que representa lo exterior, tiene su razón si revisamos la historia de nuestro país. Las derrotas se sufren con dignidad. Lo anterior, subraya el autor: “No carece de grandeza”.

Mención aparte sería el caso de la mujer mexicana. Mujer cuyo recato tiene que ser a toda prueba. La vanidad masculina, heredada de los indígenas y los españoles, se regodea bajo la sumisión, económica, moral y social de la mujer. “En un mundo hecho a la imagen del hombre, la mujer es sólo un reflejo de la voluntad y querer masculinos”. Desde luego, que el centro de atención de la mujer es su sexo: “oculto, pasivo. Inmóvil sol secreto”.

Sin embargo, también se está consiente de que la mujer, la tierra, representa la continuidad de la especie, el orden, y la dulzura. De nada sirve lo anterior, el machismo necesita mujeres impersonales para subsistir. Se respeta el concepto de la madre, de la mujer abnegada pero no de la persona: la mujer como protagonista de su historia. Por ello, refranes, canciones populares y conductas cotidianas, aluden al amor como falsedad y mentira si la protagonista “deja” al hombre, quien por su parte, encuentra consuelo en los brazos del alcohol. Una mentira más que pudo ser verdad.

Las máscaras del mexicano, sus mentiras, reflejan sus carencias, lo que fuimos y queremos ser. Sin embargo, de tantas posturas y tantas mentiras terminamos simulando lo que queremos

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (31.3 Kb)  
Leer 20 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com