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El concepto de populismo y el problema de la definición en las ciencias sociales. Una aproximación desde la historia conceptual

gonzalo alcazarInforme23 de Junio de 2025

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El concepto de populismo y el problema de la definición en las ciencias sociales. Una aproximación desde la historia conceptual

Artículo recibido: 28 de junio de 2024 Artículo aceptado: 18 de julio de 2024 Publicado: 30 de noviembre de 2024

Germán Aguirre

(IIGG-UBA/CONICET)

Sabrina Morán

(IIGG-UBA/CONICET)

Resumen

El concepto de populismo ocupa un lugar protagónico en el debate público y académico del siglo XXI. Tal centralidad se sostiene sobre la base de una fuerte polemicidad, que impide todo consenso respecto de su significado y que lo encuentra utilizado como arma retórica en la lucha por calificar ciertas experiencias políticas del pasado y del presente. En este escenario, los intentos de delimitar y definir el populismo siguen apareciendo por doquier, sin que ninguno de ellos tenga éxito en ordenar una discusión fuertemente normativa. Partiendo de este diagnóstico, este artículo busca plantear que una aproximación histórico-conceptual a la cuestión populista puede iluminar aspectos no suficientemente tenidos en cuenta en el debate actual, orientando el estudio de este concepto político hacia su interpretación y comprensión, antes que a la delimitación de una definición. El texto presenta un recorrido en dos movimientos desde la historia conceptual hasta las coordenadas de los debates de las ciencias sociales latinoamericanas sobre este asunto. Primero, se recuperan las precauciones metodológicas de Koselleck frente al anacronismo, el modo en que esta perspectiva

entiende el “concepto”, la relación entre historia social y conceptual, la noción de concepto histórico fundamental y la de conceptos contrario-asimétricos. Se arguye que estos elementos pueden orientar un trabajo sobre el concepto de populismo que trascienda la encerrona positivista de las ciencias sociales. Posteriormente, se traza la centralidad latinoamericana a la hora de bosquejar el devenir del populismo en un concepto histórico fundamental, poniéndose luego el foco en la preeminencia de las definiciones mínimas al interior de las ciencias sociales.

Palabras clave: populismo, historia conceptual; ciencias sociales.

  1. El populismo, entre la definición y la interpretación

El populismo expone, quizá como ningún otro concepto contemporáneo, las tensiones que recorren el vínculo entre las ciencias sociales y la historia. Las polémicas que rodean la cuestión populista1 se declinan en disyuntivas específicas entre lo descriptivo y lo prescriptivo, lo local y lo global, lo actual y lo inactual. Todos los años se publican decenas, incluso cientos de artículos y libros que procuran, desde distintos enfoques y aproximaciones, echar luz sobre este elusivo fenómeno. En efecto, al día de hoy sigue siendo objeto de debate la pregunta sobre qué es el populismo y quiénes son los populistas, y no son pocos los autores que sugieren desechar el término en virtud de su carácter inasible, equívoco e impráctico (Roxborough, 1984; Ogien y Laugier, 2017; Arditi, 2024).

Este artículo no pretende ofrecer una nueva respuesta a tales preguntas, sino centrarse justamente en esas polémicas como un índice o síntoma de un problema teórico y metodológico a desarrollar. Puntualmente, nos interesa sugerir la hipótesis de que los incordios acerca de la cuestión populista reposan en la ausencia de un vínculo más reflexivo y fluido entre las ciencias sociales y la historia. En este sentido, creemos que la historia conceptual —entendida como un enfoque amplio e interdisciplinario, que se ha enriquecido desde múltiples disciplinas en los últimos años— puede ofrecer

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1 Proponemos pensar al populismo más como una cuestión que como un problema (Milner, 2007), es decir, no como algo a lo que se le puede dar una solución técnica que lo clausure como tal, sino a lo que solamente puede dársele alguna respuesta en forma precaria y pasible de ser disputada políticamente.

algunas claves de inteligibilidad sobre ciertos puntos ciegos que rodean al debate sobre el populismo y aportar a “la comprensión misma como eje transversal de la tradición de pensamiento al que se adscriben la ciencia y la teoría políticas” (Acosta Olaya, 2023, p. 6).

Para ilustrar nuestro punto de vista planteamos a continuación un recorrido en dos movimientos desde la historia conceptual hasta las coordenadas de los debates de las ciencias sociales latinoamericanas en torno a la cuestión populista. En un primer movimiento recuperamos las herramientas heurísticas que la historia conceptual ofrece para abordar un concepto político que nos es contemporáneo. Entre ellas, la relación entre historia social y conceptual, la delimitación de un concepto político fundamental y la noción de conceptos contrario-asimétricos, son algunos elementos que pueden orientar un trabajo sobre el concepto de populismo que trascienda la encerrona positivista de las ciencias sociales. Desde allí nos permitimos esbozar las primeras coordenadas de una crítica histórico-conceptual a dichas disciplinas. A continuación, ofrecemos un diagnóstico sobre los límites que las ciencias sociales latinoamericanas encuentran para abordar la cuestión populista, haciendo foco justamente en su positivismo y su normativismo, por lo que proponemos una historización de las ciencias sociales que permita poner en perspectiva el concepto de populismo y contribuir a su comprensión.

  1. “Sólo es definible aquello que no tiene historia”. R. Koselleck y la crítica a las ciencias sociales

Quienes provenimos de las ciencias sociales somos testigos de un sesgo epistemológico harto conocido: por mor de su carácter científico, las disciplinas abocadas al estudio de lo social y lo político se rigen por una dinámica que pendula entre la construcción de definiciones a partir de la inducción y la recolección de casos que permitan confirmar definiciones construidas ad hoc. Definir, clasificar y comparar, esa parece ser la cuestión. Este rasgo eminentemente positivista, lejos de alivianarse con su profesionalización, se ha profundizado con la autonomización de cada una de las disciplinas que hacen parte del conjunto de las ciencias sociales. Sin embargo, en lugar

de resultar en un progreso del conocimiento científico, este modus operandi pone a los cientistas sociales en una encerrona permanente pues ¿qué pasa cuando la complejidad de lo que observamos no cabe en una definición? ¿Qué hacer cuando tenemos una definición en la que no entran todos los casos? ¿Es una definición lo que necesitamos para comprender los problemas del presente a cuyo estudio nos dedicamos?

En la estela nietzscheana, Koselleck nos da una advertencia clara: “sólo es definible aquello que no tiene historia” (2009, p. 102). Esa afirmación conlleva una doble consecuencia: primero, sugiere que la definición como aspiración máxima del proceder científico conduce a la deshistorización de los conceptos que usamos; segundo, señala que los conceptos políticos portan una pluralidad de significados, provenientes de sus usos polémicos a lo largo del tiempo. Por ello, la falta de reflexividad histórica conduce a un abordaje impreciso de los lenguajes políticos y sociales contemporáneos, al dotar a los conceptos de un halo de neutralidad, universalidad y transparencia que impide una interpretación adecuada de los mismos (Aguirre y Morán, 2020, p. 61). Al mismo tiempo, propicia los anacronismos y el recurso descontextualizado a conceptos cuyo uso tiene mucho para decirnos acerca de las luchas por la puesta en sentido del mundo común, las cuales siempre tienen lugar en un tiempo-espacio determinado, y de las cuales el discurso científico no puede, aunque quiera, escapar (Foucault, 1970). Historizar los conceptos, en cambio, permite “un control semántico de nuestro actual uso lingüístico” (Koselleck, 2009, p. 99), lo que habilita el reconocimiento de su singularidad epocal. Así, la historia conceptual koselleckiana brinda una batería de herramientas heurísticas de gran utilidad para salir de la encerrona positivista de las ciencias sociales.

De manera ostensible, un primer gran aporte de la historia conceptual de Koselleck a las ciencias sociales reside en hacernos más conscientes de los anacronismos y los teleologismos que operan a menudo subrepticiamente en nuestra reflexión y en nuestras investigaciones. Gracias a ello erigimos ciertas precauciones de método, a partir de la cuales pasamos a asumir, por ejemplo, que los conceptos no pueden extrapolarse libremente de una época a otra, ni tampoco evaluarse en función de metas o criterios surgidos de nuestro presente, que quizá no eran los avizorados por los

agentes de otro tiempo y/o de otro lugar. Asimismo, al poner de relieve la historicidad de los conceptos políticos, se deja en evidencia la ya sugerida tendencia de las ciencias sociales al nominalismo. No es nuestra intención afirmar que las definiciones no sean necesarias ni útiles en la construcción del conocimiento científico, pero creemos que en todo caso esa operación debe efectuarse con mayor cuidado y rigurosidad, tomando en cuenta la compleja profundidad histórica que los conceptos de nuestro léxico político portan.

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