El estatuto epistemológico de la teoría política

La ciencia política ha enfrentado un problema representativo en el marco de la transición de las sociedades tradicionales a las posmodernas. Dicho problema radica en que según el enfoque tradicional la política se encuentra subordinada la ética y por lo tanto en su construcción como disciplina también se encuentra con esta dependencia. Esta visión aun gravita en las sociedades actuales lo que deriva en la existencia de una concepción de la política como dependiente de otras dimensiones de la sociedad, lo que nos puede servir de respuesta al interrogarnos sobre el obstaculizado camino de construcción de la ciencia política como autónoma e independiente. Es por ello que al igual que la ciencia política, la teoría política se ve acorralada y confrontada a tres disciplinas principales que se mencionan en el texto: la filosofía, la sociología y la economía política. En suma, necesariamente la teoría política debe pugnar por dos aspectos principales: el primero es generar una ruptura con la visión tradicional de la política, y segundo, generar un carácter de especificidad que le permita diferenciarse de las disciplinas mencionadas anteriormente.

El estatuto epistemológico de la teoría política, entonces, debe pasar por estos procesos de diferenciación y establecimiento de sus propias unidades de análisis para que así pueda construirse eficientemente. Este camino de construcción no está orientado hacia un hermetismo de la teoría política frente a otras disciplinas, es decir, no pretende negar la interdisciplinariedad, más bien lo que busca es superar la debilidad epistemológica de la teoría política para así evitar la supeditación de esta a otras disciplinas sociales. Así mismo, y como se plantea en la hipótesis del texto, el estatuto epistemológico de la teoría política también debe construirse a partir de su ruptura con la filosofía política mediante la definición de sus unidades de análisis de manera clara y concreta.

Esta necesidad de distanciamiento entre la filosofía política y teoría política ha evidenciado la constante tensión entre estos dos campos, en incluso entre las derivaciones dentro de la filosofía política misma la cual según un dialogo intertextual realizado por el autor ha “muerto” y “resucitado”. Al introducirnos en el debate sobre la utilidad de la filosofía política en la ciencia política son muchos los argumentos encontrados propuestos por Pasquino o Carracedo que principalmente han derivado en establecer una relación pequeña pero existente entre filosofía y ciencia política en lo referente al ámbito analítico del lenguaje, a lo que se responde desde el texto que este relacionamiento es totalmente accidental y que no es útil para justificar la autonomía de la ciencia política como disciplina.

Se hace énfasis en exaltar a la teoría de la elección racional como aquella que permitió a la ciencia política y a la teoría política alcanzar su madurez y por lo tanto su autonomía e independencia como disciplina en las décadas inmediatamente posteriores a su origen en los Estados Unidos. Sin embargo en años posteriores se

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