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Ensayo Expositivo “Desde donde enseñar Historia”


Enviado por   •  24 de Octubre de 2015  •  Ensayos  •  4.259 Palabras (18 Páginas)  •  185 Visitas

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Ensayo Expositivo

“Desde donde enseñar Historia”

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                                                                           Nombre: Carlos Muñoz Rodríguez

                                                                                    Cátedra: Comprensión de la Sociedad II

                                                                           Profesora: Luz Benavides Jáuregui

        

18 de Junio de 2015

Índice

Introducción________________________________________________________Pág. 1

Desarrollo__________________________________________________________Págs. 2 -3 y 4

Conclusión_________________________________________________________Págs. 4 y 5

Bibliografía_________________________________________________________Pág. 6

Pauta de Evaluación__________________________________________________Pág. 7

A lo largo de la historia de la humanidad, se han desarrollado y probado muchas ideas relacionadas entre sí sobre los ámbitos físico, biológico, psicológico y social. Dichas ideas han permitido a las generaciones posteriores entender de manera cada vez más clara y confiable a la especie humana y su entorno. Los medios utilizados para desarrollar tales ideas son formas particulares de observar, pensar, experimentar y probar, las cuales representan un aspecto fundamental de la naturaleza de la ciencia y reflejan cuánto difiere ésta de otras formas de conocimiento. La unión de la ciencia, las matemáticas y la tecnología conforma el quehacer científico y hace que éste tenga éxito. Aunque cada una de estas empresas humanas tiene su propio carácter e historia, son interdependientes y se refuerzan entre sí. Aunque los científicos rechazan la idea de alcanzar la verdad absoluta y aceptan cierta incertidumbre como parte de la naturaleza, la mayor parte del conocimiento científico es durable. Desde esta perspectiva, con el  ajuste curricular se insiste en la finalidad formativa para la vida en sociedad, ya presente en el Marco Curricular vigente, de la Historia, la Geografía y las Ciencias Sociales señalando como propósito “desarrollar en los alumnos y alumnas conocimientos, habilidades y disposiciones que les permitan estructurar una comprensión del entorno social y su devenir, y les orienten a actuar crítica y responsablemente en la sociedad sobre la base de principios de solidaridad, pluralismo, cuidado del medio ambiente, valoración de la democracia y de la identidad nacional. El currículum del sector promueve aprendizajes que le signifiquen un aporte para enfrentar los desafíos que les impone la existencia en un mundo que cambia aceleradamente y que es cada vez más complejo en interconectado”. El logro de esta finalidad se alcanzaría promoviendo desde las aulas que los estudiantes perciban que la Historia, la Geografía y las Ciencias Sociales no constituyen un saber lejano y desvinculado de su mundo. Respecto a los derechos como personas conforman un todo integral, relacionándose y complementándose unos con otros. Sin embargo, para su mayor comprensión y estudio se clasifican en razón de la materia que abordan como también a la visión del investigador del tema. Los caminos de la enseñanza de la Historia actualmente están caracterizados por la lucha de la superación de la realidad social como objeto central de estudio, por encima de los modelos deterministas y absolutos que generó el positivismo. En el actual contexto político, social y educacional, es atribuido de manera muy sencilla a la enseñanza de la Historia, la responsabilidad de formar los ciudadanos que, entre otras características sea capaz de comprender la Historia del país y del mundo, como un conjunto de múltiples memorias y de experiencias humanas. El objeto de estudio de la Historia, debe tener una dimensión más abarcadora, presentando problemas de lo social, en un esfuerzo por lograr un mayor nexo entre el objeto de pesquisa y la comprensión de la realidad vivenciada, donde lo que se desea es garantizar la recuperación y la aprehensión de la Historia como proceso. El desarrollo de la enseñanza de la Historia en las escuelas, debe basarse en la búsqueda de una mejor comprensión de la realidad  presente, que no se debe limitar sólo a una nueva estructuración de los currículos, y sí emplear una reflexión más profunda a respeto de la Historia, con su finalidad y objetivo, definiéndose la importancia de sus clases; es sobre todo, presentar una razón que supere meramente el cumplimiento del currículo escolar, más que incluya la definición de cómo, por qué, para qué, y a quién enseñar. El ritmo acelerado de los cambios y de las transformaciones que se están produciendo en todos los órdenes de la vida, la globalización, el nuevo imperialismo y sus cruzadas, etc. son argumentos suficientes para justificar la enseñanza de la historia. Según Vázquez-Rial: “tratar de saber, cuando nos arrastra la tormenta, de qué lado sopla el viento, sea para dejarse llevar, sea para darle la cara”. Tal vez por esta razón, se tiende cada vez más a relacionar la función educativa de la enseñanza de la historia, sus propósitos y sus finalidades, con la ciudadanía democrática, con la formación ciudadana de las jóvenes generaciones. La ciudadanía es entendida como aquella formación que prepara a los jóvenes para la vida, ha estado presente en muchas propuestas progresistas de enseñanza vinculadas a la escuela activa. Actualmente, la Historia se propone para una enseñanza comprometida con el avance de la democracia y de la ciudadanía - procesos sociales y políticos para los cuales se espera la contribución de las nuevas generaciones. Hay una discusión de la relación entre la ciudadanía y la educación, y hay  un consentimiento, que la formación  ciudadana debe privilegiar, en el proceso de la enseñanza-aprendizaje, los instrumentos intelectuales y prácticos para una efectiva participación en la esfera pública - motivada, consciente y elaborada, a partir del cruzamiento de los intereses subjetivos y sociales. Indican, además, la necesidad de estimular la investigación, el respeto y el reconocimiento del otro. En otras palabras, apuntan la preocupación en hacer de la educación escolar (y de la enseñanza de la Historia), un medio de aceptación de la diversidad de perspectivas y proyectos individuales o de grupos, promoviendo la convivencia saludable, con la diferencia y un aprendizaje basado en el conocimiento de otras culturas y visiones del mundo. Jean Piaget, (1994),  presenta la teoría del conocimiento, donde el eje central es que ¨el sujeto humano establece, desde su nacimiento,  una relación de interacción con el medio, y es en la relación de los niños con el mundo físico y social, que promueve su desarrollo cognoscitivo”. Es difícil prever los desafíos a los que se enfrentarán en el futuro los hoy estudiantes de las instituciones escolares cuando se establece como variable transversal la transformación de los problemas y de sus alternativas de solución. Si coincidimos en esto, podremos coincidir también en que la respuesta a la siguiente pregunta:¿qué Historia enseñar en la escuela obligatoria hoy?, y esta va en la línea de enseñar una Historia que, asumiendo la permanente transformación de la realidad social y las representaciones que los sujetos tenemos de ella, incorpora en el diseño de la enseñanza a los estudiantes en tanto sujetos sociales que interactúan y resignifican la realidad de acuerdo a códigos propios. Se trata en definitiva de incorporar a la enseñanza y aprendizaje de la historia las experiencias de vida cotidiana de los estudiantes. Si la finalidad de la Historia es enseñar para la vida, es necesario reconocer, junto con la especificidad de los lenguajes y procedimientos con que la Historia explica e interpreta la realidad social del pasado y del presente; los lenguajes y procedimientos con que los estudiantes, niños y jóvenes, explican e interpretan su pasado y su presente. De este modo, la definición del qué (concepción disciplinar) y del cómo (lenguaje y procedimientos) se constituyen en la base de toda propuesta de enseñanza y aprendizaje de la Historia. La enseñanza de la Historia está impregnada de una narrativa basada en la elección de algunos hechos, lo que lleva a una visión unilateral y con menor importancia para la comprensión histórica, concediendo el carácter de la superficialidad. No se trata aquí de abandonar los hechos históricos, pero, registrar la importancia de desarrollar un estudio (investigación sobre la didáctica de la Historia) que trae la  propuesta de insertarlo en una dimensión que venga a abordar su permanencia o continuidad en el proceso histórico, el hecho no es visto como el todo y sí, como parte de lo global. La Historia a secas existe. Sin embargo, es usual encontrarnos el término «Historia» seguido de algún epíteto o añadido que especifica aún más su contenido. Citemos aquí algunos los ejemplos más conocidos: Historia Antigua, Historia Medieval, Historia Moderna e Historia Contemporánea. Aunque la mayoría de la gente piensa que “la Historia son hechos y fechas”, de lo expuesto hasta ahora se deduce que esa afirmación, además de tendenciosa, es falsa. No obstante, ello no significa que la variante «tiempo» carezca de interés para el historiador, antes al contrario, posee una importancia fundamental. En las ciencias históricas es fundamental el análisis de diversos fenómenos relacionados con la variante temporal, como la simultaneidad, la duración y la sucesión (esta última puede ser, a su vez, diacrónica o sincrónica). La importancia del tiempo en Historia ha sido objeto de análisis por numerosos historiadores (M. Bloch, J. Le Goff, etc.), pero J. Topolsky ha sabido señalar su importancia en las siguientes palabras: “al margen de cómo interpretemos los hechos históricos (de forma positiva, estructural o dialéctica), cada hecho tiene sus determinantes espacio-temporales por tanto, en el cuerpo de conocimientos de un historiador, debe incluirse algún conocimiento de los problemas filosóficos de espacio-tiempo”. En efecto, desde hace siglos los historiadores han enfatizado la importancia de la categoría «tiempo» y podemos decir que uno de los principales problemas con que se enfrenta la investigación histórica consiste en identificar los cambios que se producen a lo largo del tiempo. Sin embargo, el «tiempo» de un historiador no es el mismo que el de un sociólogo o un físico. El «tiempo histórico» es múltiple y los problemas de duración y cambio se deben analizar desde niveles diferentes, tanto en relación con la realidad social como con los propios fenómenos históricos. La Historia se escribe a partir de la información que le suministran las fuentes históricas, que pueden ser de diversos tipos: un documento escrito, un recorte de prensa, una fotografía, una película de cine, un resto arqueológico, etc. Enseñar desde la experiencia histórica y social de los estudiantes es la única forma de que ellos efectivamente perciban que la Historia, la Geografía y las Ciencias Sociales no constituyen un saber lejano y desvinculado de su mundo. Si la experiencia nos dice que la enseñanza y el aprendizaje de la Historia se ha centrado en la transmisión de un relato construido al margen de la experiencia de los estudiantes, es responsabilidad de los especialistas en didáctica diseñar e implementar propuestas formativas que permitan a los profesores saber enseñar desde la inclusión de los sujetos estudiantes en los discursos de la Historia escolar; y es responsabilidad de los profesores abrir un espacio para que las experiencias sociales de los niños y jóvenes sean parte constitutivas del proceso de enseñanza y aprendizaje. En nuestros días, inmersos en una situación de permanente incertidumbre, la educación es un tema que suscita numerosos debates. Podemos encontrar reflexiones, por citar algunas, acerca de su eficacia o acerca de su gestión por parte del Estado. Bien es sabido que la enseñanza, observando el caso de nuestro país, ha estado siendo modificada continuamente - atendiendo a cambios políticos - a lo largo de los tres últimos decenios, sin llegar a un consenso en un aspecto que, a nuestra manera de entender, es vital para el funcionamiento de una sociedad democrática como en la que vivimos. Y no solamente se tratan de problemas que podemos denominar “ajenos” a la educación, sino también aspectos estructurales de la misma. Diversas voces se han hecho eco de esta continua incertidumbre en la que vive la educación institucionalizada, no ya teniendo como referencia el marco nacional, si no saliendo de nuestras fronteras. Haciendo referencia a las palabras de Hannah Arendt (apud Savater, 1997: 214-215), “no se puede educar sin enseñar al mismo tiempo; la educación sin instrucción es vacía y degenera fácilmente en mera retórica emocional y moral”, por lo que nos damos cuenta de que algo se está haciendo mal. Y, queriendo ahondar aún más en este aspecto, se pueden realizar centenares de preguntas. Sin embargo, muchas de ellas -o a lo mejor todas- nos confundirían aún más. Cierto es que este tema debe preocupar, y mucho, en un contexto en continua transformación. Sin ir más lejos, en nuestro país, desde que se ha instaurado la Democracia, en lo que se refiere a las denominadas enseñanzas medias, se han desarrollado una serie de leyes (llámese LODE, LOGSE, LOCE o LOE), lo cual es en sí preocupante, ya que no se ha llegado a un consenso educativo y, lo que es aún peor, la educación es manejada a su antojo desde el poder político de turno. El papel del profesor es una pieza insustituible dentro del proceso educativo. Es un cuerpo que debe estar muy bien formado en una sociedad totalmente competitiva. Por ello, nada mejor que cerrar este breve trabajo haciendo referencia al papel que deben jugar en su calidad de educadores, al mismo tiempo que se insertan referencias a la enseñanza de nuestra disciplina. Bien es sabido que en el mundo de la docencia no todo profesor tiene una vocación, lo que conlleva una especie de desmotivación, por así decirlo, de entrada, a la hora de enseñar a sus alumnos. Por otra parte, existen docentes que disfrutan, y lo hacen con el menor esfuerzo, cumpliendo con su responsabilidad: el dar clases. Y dentro de estos últimos, también existen docentes con una vocación auténtica que, sin embargo, no se les puede denominar “profesionales” debido a presentan carencias de didáctica o no controlan bien la metodología a seguir, aspecto importantísimo a la hora de manejar a un grupo de alumnos. Ningún método, por extraordinario que sea, puede extraerse del papel y aplicarse tal cual sin mayores adaptaciones, como si se tratara de una fórmula mágica. El docente experimentado sabe bien que los ajustes metodológicos se suceden constantemente a través de las sesiones o los cursos, y que en numerosas ocasiones lo planeado no tiene nada que ver con lo realizado. Así pues, existe una necesidad de innovación y renovación por parte del docente para actualizar sus conocimientos y su metodología didáctica. Un primer paso para ello, es “comprender la complejidad de los procesos de enseñanza y aprendizaje”, en una sociedad igualmente compleja como la actual. Esta necesidad de innovación también se plasma en la enseñanza de la historia, ya que “al estudiante al que se le enseña historia de manera dogmática no aprende tan sólo una versión determinista de esta materia, sino que también aprende a permanecer callado, pasivo, y a ser conformista”. Si el docente necesita efectuar cambios en su manera de impartir la clase, el discente debe desempeñar también un papel en este proceso para conseguir una metodología activa que “promueve la iniciativa del aprendiz, lo compromete y lo conduce a la consecución de un resultado positivo, favorable en función de los propósitos que dotan de sentido al proceso didáctico” para, con ello, lograr la unidad del proceso de enseñanza y aprendizaje. No sólo los relatos de los profesores, hablan de un cambio en las prácticas, también se evidencia el camino de reflexión recorrido en las propuestas de aula diseñada e implementadas. De alguna manera se puede decir que se ha avanzado en el intento de pasar de la observación de la realidad como algo externo a los estudiantes a la observación crítica de la realidad a través de la incorporación de las experiencias de interacción de los estudiantes; de la descripción dada desde discurso escolar de la Historia a la problematización de la realidad social levantada desde la significación que el estudiante hace de una realidad en la que los sujetos tienen cabida y de la interpretación de la realidad como ejercicio procedimental de la Historia a la participación activa y crítica basada en la resignificación de la interpretación del pasado y del presente. Con el ajuste curricular aprobado, se instala una nueva oportunidad de revisar el sentido de la Historia en el contexto escolar y de mirar críticamente las prácticas de aula en función de preguntarse por el sentido de los relatos que se reproducen una y otra vez en muchas de las aulas de nuestro país sin que los estudiantes tengan la oportunidad de develarse como sujetos históricos y sociales. El riesgo de seguir enseñando una historia al margen de las experiencias de los estudiantes es la continuidad de una historia escolar que es asumida por los alumnas y alumnos del sistema escolar desde el sin sentido para la vida que “habitan”. ¿Desde dónde enseñar historia? … desde la experiencia histórica y social de nuestros estudiantes. De esta forma, en este contexto enseñar Historia es una necesidad de la cultura de los pueblos. La enseñanza de esta da la posibilidad de conocer el pasado, para entender el presente y proyectar el futuro. La Historia se hace así portadora de un sentido de comunidad compartida una visión de mundo y un saber vivir que trasciende su propia individualidad, su presente. Enseñando Historia se busca que el individuo adquiera el conocimiento necesario para que la sociedad en la que se encuentra inmerso, adquiera sentido y realidad. Para él todas las manifestaciones humanas pueden ser objeto de una mirada histórica: lenguaje, religión, economía, política, moda, amor. Todo acto de convivencia, incluso la búsqueda de significado para la existencia humana, tiene una historia. Conocer pues el devenir de lo humano, es hacerse más humano, más sensible a las relaciones interpersonales. Otra tendencia también frecuentemente practicada es a la sobreestimación del aparato conceptual pedagógico divorciado del conocimiento histórico, lo que nos lleva a una metodología hueca, pues sin un conocimiento histórico profundo no se puede hablar de diseño de estrategias, objetivos y métodos de enseñanza. Cualquiera de estos extremos es perjudicial al referirnos a una acertada dirección pedagógica del Proceso Docente Educativo. Es necesario, entonces para responder a las interrogantes anteriores declarar que aspiramos a una concepción desarrolladora de la enseñanza y el aprendizaje de la Historia. Como educadores, debemos hablar mejor de desarrollo humano, entendiendo por este la transformación gradual, ordenada y continua del ser humano, no solo como organismo, sino como ser consciente y social, expresado en lo biológico, lo psicológico y lo social. Organizar una enseñanza para el desarrollo requiere no de una simple adaptación del niño a su medio, pues el ser social tiene un carácter activo y creador, este se apropia de toda, la herencia cultural acumulada, transmitida por las generaciones anteriores de acuerdo con su nivel de desarrollo y sus condiciones de vida social. Este tipo de enseñanza está basado en el Enfoque Histórico Cultural de L.S. Vigotsky. En esta concepción es necesario destacar los conceptos que permiten revelar esta apropiación, la actividad y la comunicación con el adulto y otros niños. Mediante esta forma de apropiación Vigotsky resalta la naturaleza social del proceso de interiorización, al puntualizar el papel del adulto en la relación objeto- sujeto y ser portador de las formas más generales y concretas en la experiencia histórico – cultural. De esta forma el aprendizaje no sólo es proceso de realización individual, sino una actividad condicionada y realizada en sociedad, mediante la cual el alumno asimila los modos sociales de aprendizaje y de interacción, desarrollándose así la dinámica de la objetivación – individualización. El Proceso docente educativo de la Historia, contribuye conjuntamente con otras influencias tales como: los medios de comunicación, las nuevas tecnologías , la familia, la escuela, las organizaciones de masas y otras asignaturas, a que los estudiantes se apropien de los contenidos sociales válidos para su desarrollo integral como personas Las teorías de la socialización basadas en la teoría de los Roles muestran al hombre como un objeto más o menos indefenso y desconocen el papel de la individualidad . El Marxismo por el contrario reconoce que la sociedad es “el producto de los actos recíprocos del hombre”, con lo que se expresa que el hombre es no solo parte de la realidad, sino que él mismo la crea continuamente. Dentro de las Teorías de la Socialización se concede especial importancia, a los mecanismos de control social como medios de socialización que se combinan entre sí para asegurar tanto la educación del sujeto como su “reajuste” en caso necesario. En nuestro caso la Historia como ciencia social, constituye el mecanismo de control social. Esta se manifiesta a través de la actuación combinada de una serie de agencias y agentes. La Universidad Pedagógica actúa como agencia principal, cuyas misiones insertadas en las transformaciones actuales que se operan en la educación chilena, juega un papel de primer orden. Es de destacar que en este proceso actúan como agentes sociales de primer orden los profesores, que tiene un rol protagónico en la transformación social, al ser su influencia decisiva en la preparación académica y con ello en su futura labor profesional de los maestros en formación. Existen determinadas prácticas por parte de los docentes de esta asignatura, que influyen y limitan el logro de las aspiraciones señaladas anteriormente. Entre ellas se pueden mencionar el insuficiente uso de las nuevas tecnologías en función de la clase desarrolladora, limitaciones en el uso del diagnóstico de manera sistemática como punto de partida para la atención diferenciada de los alumnos y como modo de atenuar la contradicción entre el carácter social de la enseñanza y el carácter individual del aprendizaje, la falta de tareas que propicien el protagonismo de los alumnos en el proceso de aprendizaje conduciendo a la adopción de una posición pasiva, como receptores de información lo que va en detrimento de su formación.

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