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Fiestas Patrias De Nicaragua


Enviado por   •  16 de Septiembre de 2014  •  2.218 Palabras (9 Páginas)  •  470 Visitas

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Refranes

1. Quien mucho abarca, poco aprieta

2. En casa de herrero, cuchillo de palo.

3. A mal tiempo, buena cara.

4. A pan duro, diente agudo.

5. Cuando hay hambre, no hay pan duro.

6. A falta de pan, buenas son tortas.

7. Unos nacen con estrella y otros nacen estrellados.

8. Por la boca muere el pez.

9. A palabras necias, oídos sordos.

10. Nadie diga: de esta agua no he de beber

11. No se debe escupir al cielo.

12. Más ven cuatro ojos que dos. (o Cuatro ojos ven más que dos)

13. Ojos que no ven, corazón que no siente.

14. El ojo del amo engorda el ganado.

15. Quien tiene tienda, que la atienda (y si no que la venda)

CUENTOS

El Cedro Orgulloso

Erase una vez un cedro satisfecho de su hermosura. Plantado en mitad del jardín, superaba en altura a todos los demás arboles. Tan bellamente dispuestas estaban sus ramas, que parecía un gigantesco candelabro. Si con lo hermoso que soy diera además fruto, se dijo, ningún árbol del mundo podría compararse conmigo.

Y decidió observar a los otros arboles y hacer lo mismo con ellos. Por fin, en lo alto de su erguida copa, apunto un bellísimo fruto. Tendré que alimentarlo bien para que crezca mucho, se dijo.

Tanto y tanto creció aquel fruto, que se hizo demasiado grande. La copa del cedro, no pudiendo sostenerlo, se fue doblando; y cuando el fruto maduro, la copa, que era el orgullo y la gloria del árbol, empezó a tambalearse hasta que se troncho pesadamente. ¡A cuantos hombres, como el cedro, su demasiada ambición les arruina!

El Papel y La Tinta

Estaba una hoja de papel sobre una mesa, junto a otras hojas iguales a ella, cuando una pluma, bañada en negrísima tinta, la mancho llenándola de palabras.

¿No podrías haberme ahorrado esta humillación? Dijo enojada la hoja de papel a la tinta. Tu negro infernal me ha arruinado para siempre. No te he ensuciado. Repuso la tinta. Te he vestido de palabras. Desde ahora ya no eres una hoja de papel, sino un mensaje. Custodias el pensamiento del hombre. Te has convertido en algo precioso. En efecto, ordenando el despacho, alguien vio aquellas hojas esparcidas y las junto para arrojarlas al fuego. Pero reparo en la hoja "sucia" de tinta y la devolvió a su lugar porque llevaba, bien visible, el mensaje de la palabra. Lego, arrojo las demas al fuego.

EL Honrado Leñador

Había una vez un pobre leñador que regresaba a su casa después de una jornada de duro trabajo. Al cruzar un puentecillo sobre el rio, se le cayó el hacha al agua. Entonces empezó a lamentarse tristemente: ¿Como me ganare el sustento ahora que no tengo hacha?

Al instante ¡oh, maravilla! Una bella ninfa aparecía sobre las aguas y dijo al leñador: Espera, buen hombre: traeré tu hacha. Se hundió en la corriente y poco después reaparecía con un hacha de oro entre las manos. El leñador dijo que aquella no era la suya. Por segunda vez se sumergió la ninfa, para reaparecer después con otra hacha de plata. Tampoco es la mía dijo el afligido leñador.

Por tercera vez la ninfa busco bajo el agua. Al reaparecer llevaba un hacha de hierro.

¡Oh gracias, gracias! ¡Esa es la mía!

Pero, por tu honradez, yo te regalo las otras dos. Has preferido la pobreza a la mentira y te mereces un premio.

El Caballo Amaestrado

Un ladrón que rondaba en torno a un campamento militar, robo un hermoso caballo aprovechando la oscuridad de la noche. Por la mañana, cuando se dirigía a la ciudad, paso por el camino un batallón de dragones que estaba de maniobras. Al escuchar los tambores, el caballo escapo y, junto a los de la tropa, fue realizando los fabulosos ejercicios para los que había sido amaestrado.

¡Este caballo es nuestro! Exclamo el capitán de dragones. De lo contrario no sabría realizar los ejercicios. ¿Lo has robado tú? Le pregunto al ladrón.

¡Oh, yo...! Lo compre en la feria a un tratante...

Entonces, dime como se llama inmediatamente ese individuo para ir en su busca, pues ya no hay duda que ha sido robado.

El ladrón se puso nervioso y no acertaba a articular palabra. Al fin, viéndose descubierto, confeso la verdad.

¡Ya me parecía a mí exclamo el capitán Que este noble animal no podía pertenecer a un rufián como tu!

El ladrón fue detenido, con lo que se demuestra que el robo y el engaño rara vez quedan sin castigo.

La Ratita Blanca

El Hada soberana de las cumbres invito un día a todas las hadas de las nieves a una fiesta en su palacio. Todas acudieron envueltas en sus capas de armiño y guiando sus carrozas de escarcha. Pero una de ellas, Alba, al oír llorar a unos niños que Vivian en una solitaria cabaña, se detuvo en el camino.

El hada entro en la pobre casa y encendió la chimenea. Los niños, calentándose junto a las llamas, le contaron que sus padres hablan ido a trabajar a la ciudad y mientras tanto, se morían de frío y miedo.

-Me quedare con vosotros hasta el regreso de vuestros padres -prometió ella.

Y así lo hizo; a la hora de marchar, nerviosa por el castigo que podía imponerle su soberana por la tardanza, olvido la varita mágica en el interior de la cabaña. El Hada de las cumbres contemplo con enojo a Alba.

¿Cómo? ,No solo te presentas tarde, sino que además lo haces sin tu varita? ¡Mereces un buen castigo!

Las demás hadas defendían a su compañera en desgracia.

-Ya se que Alba tiene cierta disculpa. Ha faltado, sí, pero por su buen corazón, el castigo no será eterno. Solo durara cien años, durante los cuales vagara por el mundo convertida en ratita blanca.

Amiguitos, si veis por casualidad a una ratita muy linda y de blancura des-lumbrante, sabed que

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