Fordismo Y Toyotismo
mati_rc16 de Agosto de 2012
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Introducción
La fabrica, al estilo americano, trastocó el antiguo orden de las cosas y de los hombres. Antes del Taylorismo, el poco tiempo que se ganaba con la experiencia y mejora de las habilidades de los trabajadores se perdía en esperar factores de producción o en esperar algún otro proceso. En adelante, el tiempo se convertiría en la guía para el proceso de producción. El oficio debió ser ganado continuamente con la introducción del cronómetro en el sistema de producción.
La consecuencia inmediata de este cambio de paradigma fue el término del control obrero sobre los modos operatorios simplificando su trabajo a la realización de actos repetitivos. Con el alto control sobre los trabajadores, el taylorismo se convirtió en un código formalizado del ejercicio del trabajo industrial. Aquí, el papel del cronómetro fue romper con la creciente resistencia obrera, principal obstáculo para la acumulación de capital en gran escala. De esta forma, se sustituyó al obrero profesional por el obrero-masa recién inmigrado, no cualificado y sobre todo no organizado. Esto es, el capital modificó a su favor la relación de clases.
A la postre, la cadena de montaje de Ford relevó a las técnicas taylorianas sometiendo a la producción a una cadencia regulada con lo cual surgió un nuevo modo de consumo productivo de la fuerza de trabajo. En adelante, con el apoyo de la cinta transportadora, la producción de mercancías en gran escala y estandarizadas se convirtió en la regla. Con estas innovaciones se aseguró un nuevo modo de acumulación de capital conocido como el sistema de la producción en masa.
La gran industria taylorizada y fordizada necesitó encontrar como garantizar la movilización y la reproducción de las fuerzas masivas de trabajo. En esto, fue importantísimo el papel del Estado que progresivamente se convirtió en maestro de obras y operador general de la reproducción del trabajo asalariado. Por ejemplo, se necesitaron instituciones nuevas dentro de las cuales el seguro social ocupó un lugar excepcional.
Poco antes del inicio de la década de 1970 se presentaron una serie de transformaciones en la sociedad y el mercado norteamericano que tenderían a representar problemas para los sistemas de producción vigentes. Los modelos basados en el consumo en masas vieron como producir el mismo producto en grandes cantidades estaba resultando en pérdidas, en el agotamiento de la productividad y en la saturación de los mercados norteamericanos. Esto brindó un campo de oportunidad para la entrada en escena del sistema de producción y gestión japonés.
El sistema de producción de Toyota Motor Company, cuyo objetivo principal era el incremento constante de la eficacia en la producción, surgió poco después de la Segunda Guerra Mundial pero atrajo la atención de otras industrias hasta los inicios de la década de los setentas. El sistema Toyota se distinguió por una amplia diversificación basada en la producción de pequeñas cantidades de productos diferenciados. Así, es fácil notar que los principios básicos del toyotismo difieren en gran medida a los del sistema de producción estadounidense basado en la reducción de costos por cantidades crecientes y variedad restringida.
El desarrollo del sistema de producción en masa del capitalismo estadounidense
La afirmación de la gran industria se dio en el seno de un proceso de trabajo disgregado al generar precios menores en los artículos a través de la prolongación del trabajo. Este tipo de organización se analiza como una primera forma de producción en masa moderna dada la existencia de una producción en serie de mercancías con un valor unitario decreciente. Existen ciertas ventajas destacables para el sistema capitalista ante la incertidumbre en el comportamiento del mercado; la reserva de trabajadores, medio eficaz para evitar mantener una importante fuerza de trabajo asalariada dentro de la fábrica ante posibles fluctuaciones de la producción. Por otro lado, existen algunas desventajas como el hecho de que un modo de explotación brutal y simplista tiene ciertos límites y depende de ciertas condiciones que podrían conllevar a la disolución del sistema.
La aparición de las técnicas del método taylorista y fordista, sistemas a ser estudiados a continuación, fueron un complemento de una serie de transformaciones emprendidas por el maquinismo en el seno de la gran industria. Con estos métodos se generó una base diferente y moderna que renovó el mecanismo de la producción en gran escala. Gracias a los métodos tayloriano y fordiano el proceso de explotación tendió a ser más homogéneo y uniforme, y se dio una importante propagación entre secciones y ramas de la gran industria generando el éxito de las nuevas formas de trabajo y de producción. Esta nueva forma de la gran industria se puede resumir como una producción en serie de mercancías estandarizadas cuyo valor se reduce con implicaciones fuertes en el orden del proceso de trabajo.
Surgimiento e impacto del taylorismo
Uno de los problemas fundamentales con que se encontraban las empresas a principios del siglo XX era la limitada capacidad de control que podían ejercer sobre el proceso de producción. Lo anterior se debía a la primacía del obrero de oficio organizado en uniones sindicales. De esta forma, el control de los ritmos de trabajo representaba uno de los principales problemas para los empresarios que vieron atinadamente en la maquinaria la posible solución ya que ésta permitía introducir elementos de regularidad y disciplina que podían superar la rigidez que imponía la presencia de sindicatos.
Como respuesta a esta problemática, Taylor (1911) planteó que para superar la contradicción entre la posibilidad de producción masiva, ofrecida por las nuevas tecnologías, y los métodos de dirección existentes, era necesaria la introducción de métodos organizativos con fundamentos científicos. Esto no es más que el principio de la organización científica del trabajo. En términos prácticos, el taylorismo implicaba la descomposición del proceso de producción en el menor número de tareas posibles, la descomposición de éstas en los mínimos movimientos requeridos y el cálculo de los tiempos necesarios para cada movimiento y tarea. Con base en esta información se debía proceder a la estandarización de la maquinaria, los equipos y las herramientas para reajustar los tiempos asignados en la producción.
Para Taylor, en el proceso productivo predominaba la arbitrariedad en el ejercicio de la autoridad y la existencia de demasiados tiempos muertos entre la relajación de las diversas tareas lo cual desembocaba en bajos salarios para los trabajadores y menores beneficios para los empresarios. Taylor atribuía el problema al ya mencionado control obrero de los modos de producción por lo que la contribución histórica del taylorismo fue precisamente doblegar al obrero de oficio mediante la instalación de la ley y normas patronales.
El gran principio propuesto por Taylor respecto a la manufactura fue entonces reducir, a través de la unión del capital y la ciencia, el trabajo de los obreros a una simple vigilancia ya que esto permitía generar un conjunto de virtudes deseables como la reducción de los costos de fabricación, el aumento del ritmo de trabajo y la lucha contra la organización obrera. La introducción de las nuevas tecnologías de producción continua en determinados sectores industriales y la aparición de nueva maquinaria generaron importantes repercusiones sobre las formas de organización del trabajo, las cualificaciones de la mano de obra y las relaciones entre la dirección y sus trabajadores. Respecto a este último punto, en general, se presentó un cambio profundo en las condiciones laborales de buena parte de la población.
Un hecho fundamental; la migración hacia Estados Unidos
Desde 1815 se produjo el mayor movimiento de inmigración de la historia moderna que resultó ser un determinante clave en la consolidación del taylorismo y la acumulación de capital consecuente. Una distinción de períodos de inmigración, 1815-1860 y 1870-1915, no es sólo cronológica ya que la composición de la inmigración muestra diferencias eminentes en las características de las fuerzas de trabajo entrantes.
De 1815 a 1860, cinco millones de personas llegaron a Estados Unidos, la mayoría provenientes de Europa del Oeste y del Norte. En el origen de estos inmensos movimientos de población se encuentra la revolución industrial con la expropiación del pueblo campesino. Durante este período, la inmigración irlandesa, provocada por la enfermedad de la patata, fue la más importante y característica. Los irlandeses se amontonaron en la costa Este y proporcionaron la primera reserva de mano de obra que necesitaba el capital americano.
De 1870 a 1915, las condiciones de inmigración cambiaron radicalmente. En 1882, el 87% de los inmigrantes provenían de la Europa del Noroeste; en 1907, la proporción se invirtió con el 80.7% de los inmigrantes provenientes de la Europa del Sur y del Este. Parece ser que la industrialización llegó a las regiones del Sur y del Este cincuenta años más tarde. Estos inmigrantes eran trabajadores no especializados, sin contacto con el trabajo industrial. Esta población no se distribuyó extensamente, incluso sólo cuatro estados acogieron a la mitad de los inmigrantes de la segunda oleada.
El ejército de trabajadores que llegaron a Estados Unidos se convirtió en reserva en el sentido estricto pues el proceso de trabajo aún se basaba en el oficio y la habilidad
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