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Fordismo Y Toyotismo


Enviado por   •  10 de Diciembre de 2012  •  5.536 Palabras (23 Páginas)  •  565 Visitas

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¿QUÉ ES EL TOYOTISMO?

Por Fernando Fantín y Juan Manuel Nuñez

Observatorio de Conflictos, Argentina

“Le decía a uno “Ve, e iba; y a otro Ven’, y venía; y a mi sirviente ‘Haz esto’, y lo hacía” (Lucas 7, 7)

Después de la terrible derrota sufrida por el movimiento socialista en Alemania a manos del nazismo Walter Benjamin comentó “nada corrompió tanto al movimiento obrero alemán como la creencia de que estaba nadando con la corriente, una corriente que éste localizaba en la dinámica del desarrollo tecnológico”. Una corriente muy parecida de ánimo y espíritu está en proceso continuo de consolidación en el mundo de los trabajadores. ¡Adáptense al desarrollo tecnológico! ¡Ajústense a la nueva realidad!, ¡Estas son las reglas del juego! Tales son las exclamaciones de indignación emanadas por progresistas bocas democráticas. Periodistas varios, intelectuales “comprometidos con su realidad” (traducción: en intranquila espera de un incentivo financiado por el Banco Mundial, para perfeccionarse en intrascendencia, vale decir, en vida académica), respetables sindicalistas, revolucionarios pertenecientes a la vieja guardia que cambiaron la tempestad de la juventud por la serenidad del sillón académico etc, etc. Toda la opinión pública mundial, todas éstas, cándidas voces humanitarias, juntas, gritando a coro, desaforados, afónicos ¡El mundo ha cambiado! Dicha postura (de cambio total en las relaciones sociales) es tan antidialectica como su opuesta: nada ha cambiado, sigamos analizando la realidad a partir de los parámetros de hace 30 o 40 años. Ante el dilema (estúpido) entre cambio total o nulo en las relaciones capital-trabajo, diremos que, sin negar los cambios importantes en las formas en que la dominación domina; la clave, el meollo del asunto es cómo deben ser entendidos estos cambios. En esta primera aproximación, diremos que: Japón es el campo de ensayo de las nuevas formas de explotación del trabajo y tecnologías que de forma desigual y combinada estamos padeciendo en el resto del planeta, de allí la importancia de estudiarlo como caso piloto.- El proceso de cimentación de esta forma específica de subsunción del trabajo humano, es decir, la construcción de éste patrón de dominación, no es producto de “las tendencias objetivas inescapables del propio desarrollo técnico y económico del capital; sino que es un producto cuyas causas y consecuencias sólo pueden explicarse a partir de la lucha de clases (se verá que la invención tecnológica es parte integrante de ésta lucha) entre capital y trabajo por el gobierno del hacer; libre y consciente, práctica creativa, del lado del trabajo librado del capital; enajenado y deshumanizado del lado del capital esclavizando al trabajo.- Nos centraremos en la génesis, procesos y formas (tres categorías centrales en el marxismo de Marx) del modo toyotista de subsunción de la humanidad, pues creemos que éstas nos permiten entender el pasado-presente propio de un mundo en lucha, formas propias de la juventud y virilidad del pensamiento.

Introducción

Más allá de cómo caractericemos o definamos el funcionamiento del capitalismo en la actualidad, lo cierto es que, si tomamos como parámetro lo que ha dado en llamarse “Estado social keynesiano” correspondiente, al menos, a las 2 décadas y media posteriores a la segunda guerra, dicho funcionamiento manifiesta rasgos cualitativamente novedosos. El aspecto especifico de estos cambios que nos interesa es el de las formas de explotación y subsunción del trabajo. En ese sentido, afirmamos que: las innovaciones tecnológicas del capitalismo(l) no pueden ser externalizadas, abstraídas de los procesos de lucha y tensión social en los cuales aquella invención se realiza. La tecnología es un aspecto de esos procesos de lucha. No es un elemento neutro; el desarrollo tecnológico, al igual que los demás aspectos del desarrollo social, está marcado por el intento siempre contradictorio del capital para controlar al trabajo. Este aspecto específico de la tecnología es inseparable de las innovaciones, no menos radicales, en las formas de organización y disciplinamiento del trabajo (ambos procesos corren juntos, y forman parte de las armas y objetivos del capital en los últimos años).

Las diferentes combinaciones de estos factores han engendrado cambios muy importantes en las relaciones sociales de producción, es decir, en las formas de explotación y sometimiento de los trabajadores, que han tenido, a su vez, consecuencias trascendentales sobre la composición de la clase que-vive-de-su-trabajo y sobre el movimiento obrero (sindicatos, etc). Sostenemos, por lo tanto, que el capitalismo, ha desarrollado nuevos modelos de producción distintos del modelo norteamericano taylorista-fordista, que ha sido, para las décadas de oro de los 50 y 60 un yacimiento aún más sustancioso que el del Potosí para la corona española. Sin que de ninguna manera el modelo taylorista-fordista haya desaparecido (aunque se ha ido transformando) se han desarrollado otros sistemas de trabajo alternativo. Japón ha sido la cuna, el campo de experimentación, de unos de éstos nuevos sistemas: el toyotismo o sistema corporativo japonés.

A escala planetaria, éstos nuevos modelos son presentados (aún por la socialdemocracia y la izquierda reformista) como el comienzo de una nueva época. El intento de reeditar un nuevo “pacto social” entre el capital y los trabajadores, se pone nuevamente de manifiesto. De ésta forma, por ejemplo, los defensores del “toyotismo” señalan que éste trae aparejado una serie de modificaciones en los procesos de producción, que implican mejoras considerables para la clase obrera, llegando incluso al extremo de asegurar que su difusión acabaría con el antagonismo social. La inauguración de la fábrica Nissan en Sunderland el 11 de septiembre de 1986 es un buen ejemplo de éste tipo de discurso (2). En un amplio espectro, entonces que va desde la prensa capitalista de negocios hasta las fundaciones progresistas ligadas a la socialdemocracia se levantan algunos argumentos centrales en defensa del toyotismo. Conviene que, al menos brevemente, los examinemos, pues nos van a servir como punto de partida para caracterizar el modelo de explotación, y para diferenciar, luego el mundo mítico progresista de la realidad.

Uno de los argumentos es que la tecnología necesaria para la implantación del sistema de producción flexible demanda una fuerza de trabajo apta para un proceso laboral donde la inteligencia del obrero sea movilizada. De modo que la separación entre el “pensar” y el “hacer”

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